Víctimas del progreso
20 años de 'Málaga Hoy' | Historias de la redacción
Aquellos vecinos iban a ver en unos meses cómo una obra pública pasaba por encima de sus casas
Dos décadas de una transformación en marcha
Málaga, hacia el futuro: De Picasso al videojuego
MI paso por Málaga Hoy, una de las redacciones con más talento concentrado por metro cuadrado que he conocido, fue más fugaz de lo que hubiera deseado. Apenas duró desde la fundación, ese glorioso 16 de mayo de 2004 en el que los periódicos volaban de los quioscos, espoleados por la mítica vajilla de Picasso, sobre la que aún hoy muchos compañeros de entonces comemos, hasta enero de 2006, cuando pasé a la delegación de El País en Málaga, hoy absurdamente extinta. Sin embargo, la huella humana y profesional que dejó en mí aquel colectivo, encabezado entonces por Ignacio Martínez y Antonio Méndez, es profunda y sigue viva, por lo que me emociona que contéis conmigo para celebrar este 20 aniversario.
Quizá la pieza que más me marcó fue una visita que hice al arroyo Coche, o Cauche, entre Almogía y Casabermeja, y cuyos vecinos iban a ver en pocos meses cómo una obra pública, la autopista de peaje AP-46 de Las Pedrizas, iba a pasarles, en algunos casos literalmente, por encima de sus casas, expropiadas a precios irrisorios. Las familias –por desgracia he olvidado sus nombres– habían luchado con sus escasos medios contra una maquinaria administrativa aplastante, y buscaban, casi como último recurso, amparo en la prensa. Esta poco más podía hacer que darles voz e informar sobre el impacto de esa enorme carretera, que hoy mueve unos 15.000 coches diarios, sobre la naturaleza y las personas.
En aquella época escuchaba a un cantautor vasco, Ruper Ordorika, que tiene una canción, Bihotz Begiekin, con el siguiente estribillo en euskera: “Oi aurrerabidean / Hainbat gauza bazterrera bota. / Kaltzadak, zuhaitzak, etxeak, / Neure bidean zeudenak”, y que el mismo autor traduce como “Al marchar hacia adelante / se han arrinconado tantas cosas, / las calzadas, los árboles, las casas, / que estaban en mi camino”. Pocas veces como en aquel viaje a Almogía he vivido tan de cerca la sensación de que el progreso casi siempre deja víctimas y de que los hombres solo somos las piedras de balasto amontonadas y aplanadas sobre las que circulan los trenes de la historia.
Ahora, ese progreso, revestido de eficacia y velocidad, la mayor parte de las veces para ocultar oscuros intereses, se ha llevado por delante La Mundial, destrozará el horizonte con un infausto rascacielos en el puerto y, bajo la capa de ser la ciudad de moda, Málaga, la eterna ciudad del futuro, amenaza con expulsar del paraíso a su especie más vulnerable: el malagueño. Espero que cuando celebremos el 40º aniversario de Málaga Hoy, esa predicción, como tantas otras, se haya demostrado fallida.
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