Vidas que se deshilachan a la intemperie
personas sin hogar la actitud protagonista y activa es clave para revertir la situación
Las causas para bajar al último peldaño de la exclusión son múltiples
Con todos los factores trabajan desde Puerta Única
Málaga/Sin puertas ni paredes tras las que refugiarse, el techo de Susana es ahora el puente de la Esperanza. Las noches las pasa allí con la buena compañía de Carmelo, su protector. Amigo de la infancia de su marido, le ayuda a paliar el miedo desde que su pareja entró en la cárcel hace unos meses. Cuando sale el sol y se asea con el agua que corre en los márgenes del río, donde también lava la ropa, sale al llano de la Trinidad a buscarse la vida. Ha trabajado como aparcacoches y limpiando casas pero ahora aunque asegura haber echado currículum "en todos lados, para cuidar a personas mayores, para lo que haga falta" no le sale nada. "Ahora estoy con la metadona", dice, orgullosa de su proceso de desintoxicación.
Activa, nerviosa y dicharachera, explica su situación de calle como la opción que un día eligió. "Tengo mucha familia pero prefiero apañármelas sola", explica Susana, que está pendiente de solicitar la paga de 420 euros para mayores de 45 años que puede cobrar durante 11 meses. "Si me ayudan me busco un alquiler", comenta con una sonrisa. Como la suya, un centenar de historias se van deshilachando en las calles de Málaga. Personas que no pudieron rehacerse de un drama demasiado doloroso, otras alejadas de los suyos por la enfermedad mental, por la adicción, por una ruptura sentimental. O problemas económicos que cavaron un pozo tan profundo que no supieron encontrar la salida. "No se puede hablar de generalidades, hasta que no hablas con ellos no sabes por qué se encuentran en situación de calle", explica Mariluz Alcarazo, jefa de negociado de atención a personas sin hogar. En Puerta Única, creada en 2010 para unir a 11 entidades y el Ayuntamiento de Málaga en la atención a personas sin hogar, trabajan a diario con el colectivo. La Unidad de Calle sale los 365 días del año. Estos mediadores, trabajadores sociales y psicólogos, junto a los conductores, son los que se encargan de crear el vínculo que el colectivo necesita.
"A lo mejor en el primer contacto con los profesionales nos dicen que no necesitan nada pero se siguen visitando, es muy importante la labor de acercamiento para que sepan que estamos ahí", agrega Alcarazo. Desde el respeto a la libertad personal, "nuestra tarea es intentar poco a poco integrarlos en la sociedad", comenta la jefa de negociado. A algunos salen a largo plazo y gracias a una trabajo concienzudo. A otros le mejoran su calidad de vida gracias a los servicios que ofrece la Agrupación de Desarrollo, ducha, lavandería, comedor, orientación laboral o alojamiento. "Se trata de convertir a la persona en protagonista de su cambio, en sujeto activo", comenta Mariluz Alcarazo y afirma que "nadie está libre de acabar en la calle, cada uno afronta las situaciones traumáticas de una forma, hay gente que toma la calle como opción de vida y otros que el caos les arrastra hasta el punto más alto de la exclusión". Ni burla, ni pena, el respeto es fundamental, como destacan desde Puerta Única. También animarles a salir de la situación y recordarles que pueden hacerlo con ayuda.
La trabajadora social Blanca Delgado y el conductor Jesús Postigo salen en ruta con la Unidad de Calle. "Nuestro trabajo consiste en empatizar con ellos y no juzgarles, en la calle hay de todo, consumo de alcohol, problemas familiares, enfermedad o, simplemente, un cambio de ciudad, Málaga atrae a mucha gente de fuera", apunta Blanca. A veces, son los ciudadanos, la Policía o los sanitarios los que les avisan de nuevos casos. También los llaman desde el aeropuerto, donde viven unas 15 personas, según señalan Blanca y Jesús. Pero estas personas tienen una gran movilidad, "son imprevisibles", sostienen, y eso hace que a veces desaparezcan sin dejar rastro. En una zona boscosa bajo el monte San Antón y junto a la autovía del Mediterráneo, Ángel ha dejado su cafetera mohosa, su ropa tendida y sus grandes pliegos de papel en los que pretendía hacer un crucigrama tan grande que le sirviese para entrar en el libro Guinness de los récords. Cuatro chapas, telas y plásticos conforman lo que fue su casa. "Parece que se ha ido, esto está bastante abandonado", comenta Jesús y destaca la "frustración" que produce a veces trabajar con ellos para verlos al poco otra vez en la calle.
"Algunos son reacios a las normas, a los horarios de los centros, en éstos tienes que cumplir objetivos y muchos no quieren", destaca y Blanca agrega que algunos "se cronifican en la calle". Pero su labor no desfallece. "Lo importante es no fallarles, que confíen en ti, que sepan que somos su apoyo y podemos estar para todo", subraya Jesús. Y la trabajadora social lanza un mensaje positivo. "Hay mucha gente que sale de la calle con actitud, con fuerza de voluntad y motivación para salir, con ganas se puede", indica. De no conseguirlo, la calle se hace muy dura. "Nunca descansas, siempre están muy expuestos, pasan los días e incluso pierden la noción del tiempo, se limitan a sobrevivir", sostiene Blanca Delgado.
En la ciudad de Málaga, unas 85 personas en invierno -cifra que aumenta cuando suben las temperaturas- pasan la noche al raso, a pesar de que existen 243 plazas en el albergue municipal y centros de acogida para gente sin hogar. También se inauguró hace año y medio Calor y Café, el centro de baja exigencia de Cáritas para poder pernoctar, tomar algo caliente, dejar las pertenencias y asearse. El año pasado se atendieron en a través de Puerta Única a más de 1.500 personas, la Unidad de Calle trabajó con unas 700.
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