Viñas que unen generaciones
Alrededor de 3.000 familias de la Axarquía han arrancado esta semana la vendimia
Los viticultores adelantan que la de 2019 ha sido una buena cosecha, si bien no en cantidad, sí en calidad
Vélez-Málaga/En los municipios de Moclinejo, Almáchar, El Borge e Iznate cualquier chiquillo sabe lo que es “cortarlas del palillo”, “picar las pasas”, “sacar a cargadero o “echar el toldo”. Con apenas 3 años ya comienzan a adentrarse en el fragor de la vendimia. Cada uno tiene su tarea. El último que llega a la familia le toca ser el arriero. Cualquiera no puede tocar los racimos de uva moscatel de Alejandría. Hay que saber bien cómo cortarlos. También, cómo tenderlos al sol en el caso de las pasas. Así que él será quien dirija el burro cargado de cajones llevando las uvas de la viña a la bodega o al lagar. Los más pequeños serán luego los encargados de retirarlos vacíos. Los más mayores ya enseñaron a sus hijos, y probablemente a los nietos, así que las tareas más pesadas quedan para los jóvenes, y a ellos, supervisar para que de ningún modo se maltraten las uvas.
“Las viñas son la herencia de mi familia, el arraigo a mi pueblo y a sus costumbres. Tanto es así que cuando nos reunimos a vendimiar se toca la caracola como antaño para anunciar el descanso y se baila la rueda”, explica Aroa Palma, viticultora de Almáchar y gran defensora de la puesta en valor de la uva pasa moscatel de Alejandría y de la vendimia axárquica. “Hemos trabajado mucho para conseguir la declaración de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial por la FAO para que sea reconocido su valor. Y esto es, porque yo quisiera que mis hijas pudieran decidir si quieren trabajar este cultivo milenario, y de hacerlo, que lo puedan hacer dignamente”, defiende Palma, consciente del duro trabajo y la escasa rentabilidad de las viñas axárquicas. “La Asociación Moscatel es un grupo de personas que cree en el valor que tiene la uva pasa moscatel de Alejandría. Ellos impulsaron el Sipam con el que pretendemos implantar a la gente en el terreno. No queremos que se vayan nuestros hijos y queremos que se le de el valor que tiene. Es el caviar de Málaga”, añade.
La familia Ríos Palma se dedica al cultivo de la vid desde hace al menos cinco generaciones. Los más jóvenes que estudian o trabajan fuera saben que desde el 1 al 15 de agosto hay que regresar al pueblo para echar una mano con la vendimia, y luego, otros diez días con las pasas. Además no sólo hay que atender sus propias tierras sino que también hay que colaborar con las de otros parientes cercanos. “Con mi hermano hago tornas, y cuando terminamos con nuestras viñas o nos necesita para un día concreto, le ayudamos cómo él a nosotros”, señala Palma para quien “lo bonito de la vendimia es que participa toda la familia. Este año a mi yerno que es de Galicia y se enfrenta a su primera vendimia le tocará ser el arriero. Mis padres todavía con 80 años siguen vendimiando y los niños con 3 aprenden a picar. A los más rápidos todos los quieren en su cuadrilla”, bromea.
En esta comarca malagueña más de 3.000 familias se dedican a la vendimia como complemento a la renta. Su tradición está tan arraigada que muchas de las festividades del calendario axárquico están relacionadas con la vendimia. Entre otras, la Feria de Almáchar que se celebra a finales de julio o la de Sedella a principios de agosto, con las que dan la bienvenida a todas aquellas personas del pueblo que emigraron para buscar una salida laboral, y volvían para estas fechas para colaborar con la vendimia. También para preparar el cuerpo con días de asueto y diversión antes de empezar con la faena. En septiembre, localidades como Moclinejo con el Día de la Vendimia o El Borge con el Día de la Pasa, celebran el fin del trabajo en el campo.
La jornada es de sol a sol. Empieza temprano, alrededor de las 7:00, y se prolonga hasta casi las nueve de la noche. Es el arriero con la mula el que se encarga “de sacar a cargadero” las uvas desde las escarpadas laderas donde se encuentran las viñas hasta las explanadas donde pueden acceder los coches donde se apilan. “Hay parcelas que no se comunican los carriles, y por tanto hay que hacerlas andando, y con los animales. Normalmente en todas las familias hay algún mulo pero si no se puede contratar a un arriero”, explicó Aroa, quien cuida hasta el mínimo detalle del racimo. “Se corta del palillo, a mano o a tijera y siempre por el nudo para que salga completo el gajo. Por supuesto, no se manosea”, recomienda esta viticultura. “Eso se aprende desde pequeña, aunque las mujeres antes no participaban en la vendimia, sólo en los toldos”, recuerda.
La de la Axarquía, aunque se centra principalmente en Moclinejo, Almáchar, El Borge e Iznate, se extiende también por La Viñuela, Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Cómpeta, Sayalonga, Arenas y Torrox, se le conoce por la “heroica”. Precisamente por las escarpadas laderas donde se encuentran las vides a las que no puede acceder la maquinaria, por tanto, los agricultores se ven obligados a hacerla a mano con la única ayuda de los mulos. “Es muy dura, porque no es fácil mantenerte en pendientes con el 70% con cajones que pesan 11,5 los de bodega y 8 kilos los de madera. Hay que ponerla al cuadril, y luego hacer una cadena para llegar hasta arriba”, indica. “Es un trabajo muy sacrificado, te la juegas en cada cosecha y cada uno de los 12 meses del año tienes que hacerle algo a la vid”, asevera.
Si las uvas son para elaborar cualquiera de las múltiples variedades de vino moscatel, entonces es el enólogo de cada bodega quien tras los análisis recogidos a diario, indica el momento óptimo de azúcar que tiene el fruto, y por tanto, listas para cortar. “Si son para pasas, te lo dice el dorado del racimo porque si no está madura no se permite que vaya al toldo. Depende de la vista del agricultor”, apunta. Antes, tienen que firmar un acta y enviarlo al Consejo Regulador Denominación de Origen Málaga, Sierras de Málaga y Pasas de Málaga así como a la consejería de Agricultura. “Hay que seguir un proceso. Todo está medido y reglado”, agrega.
En la Axarquía, el 97% de la uva que se cultiva es moscatel de Alejandria. También hay algo de romé que es autóctona de la comarca. Ésta se utilizó hace década para dar color a los caldos, existen varias bodegas que están elaborando vinos con esta variedad. También están introduciendo la garnacha, más propia de la Serranía de Ronda. Si bien la vendimia ya ha empezado en la comarcal axárquica, ésta no se ha producido en todas las localidades ya que hay que diferenciar entre las zonas bajas como Moclinejo, Almáchar, El Borge e Iznate con las medias como La Viñuela o Arenas o las altas como Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Cómpeta, Sayalonga o Torrox. “También hay que distinguir entre las zonas soleadas y las sombrías. Antes, hace tres décadas estaba toda dedicada prácticamente a pasas y a vinos dulces, ahora se están introduciendo vinos nuevos, más jóvenes que requieren uvas más verdes”, explica la agricultora almachareña quien comenta que otra de las peculiaridades de la moscatel de Alejadría es que “es la única que se vendimia para mesa, vino y pasas”.
Así, la recogida de la uva ya iniciada es la que corresponde a los vinos secos Sierras de Málaga, y será a mediados de este mes cuando empiece para vinos dulces, según explicaron esta semana desde el Consejo Regulador de la provincia.En total en la provincia hay cinco zonas de producción: Axarquía, Montes de Málaga, Zona Norte (Comarca de Antequera), Serranía de Ronda y Manilva. La estimación para este año es de cuatro millones de kilos de uva. La campaña se prevé de calidad aunque menor en cantidad.
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