Viva la calle
Opinión | Territorio Comanche
Este modelo tiene sus riesgos y los estamos asumiendo, y hay que resolver las sombras, entendiendo por estas lo negativo de lo que genera la masificación turística
Lección de frivolidad
Gentrificación verde
Málaga/LA presente edición del Festival de Cine de Málaga está siendo un éxito rotundo, como la mayoría de todas las anteriores, lo que de nuevo evidencia la fortaleza de un proyecto que conecta y logra aglutinar un consenso generalizado. Otros lo llamarían gobernanza, pero esta labor que se lleva realizando a lo largo de muchos años, a veces con serias vicisitudes, sí que es un activo que ha contribuido a afianzar la marca Málaga. Una mezcla entre cultura y novelerío, como se dice por estas tierras, que también nos hace imparables. Pan y circo, de acuerdo, no lo vamos a negar por pura coherencia, pero un pan y un circo de excelencia. Un factor de éxito más, a añadir al infraestructural y al eje tecnológico-universitario, que han contribuido a la consolidación de una gran ciudad durante un periodo importante de estabilidad en la gestión municipal, que naturalmente ha contribuido lo suyo.
En este contexto, he tenido la oportunidad de asistir al estreno en el Teatro del Soho de un interesantísimo documental titulado Viva la calle, que recomiendo encarecidamente a todo aquel que considere que en su cerebro hay alguna neurona malagueña, que por sus venas corre cierto malagueñismo, o simplemente que se preocupa por la dinámica ciudadana y la calidad de vida de sus vecinos. Su director, Juan Pablo Minguillón y Pedro Marín Cots, responsable del Observatorio de Medio Ambiente Urbano y autor del libro homónimo en que se apoya el largometraje, han plasmado opiniones de 35 personas (empresarios, vecinos, políticos, historiadores del arte, artistas, arquitectos) en una reflexión sobre la evolución del Centro Histórico de Málaga desde 1994 hasta 2022.
Se analiza dicha dinámica urbanística con diferentes perspectivas, desde su peatonalización, al túnel de la Alcazaba, desatino de la demolición de La Coracha incluido, y la valoración que de la misma han ido realizando las personas implicadas. Pero también, el proceso descarnado de despoblamiento que ha ido padeciendo y padece dicha zona, ya inmersa en un serio proceso de gentrificación, lo que traslada un mensaje cruel por parte de los cada vez más escasos residentes autóctonos: “Como no somos rentables, sobramos”. Especial referencia a la peatonalización con toda su controversia previa, por los comerciantes, los mismos que ahora muestran su máximo agradecimiento a la misma, pero paralelamente cómo era la propia población la que avisaba de desperfectos localizados durante la realización de las obras.
La apuesta museística ha sido espectacular: Casa natal, Pompidou, Thyssen, Museo Patrimonio Municipal, Museo Ruso sin colección, Revello de Toro, Casa de G. Brenan y Fundación Pérez Estrada, las salas del Archivo Municipal de la Alameda, Museo Picasso, CAC Málaga, Museo de la Música, Museo de Artes y Costumbres populares, Museo del vidrio, Museo Jorge Rando, Museo del automóvil, Museo del Vino, Museo del flamenco, Museo Videojuego y el Museo de Málaga. Luego están los museos de las cofradías (Esperanza, Expiración). El gran fracaso no exento de polémica fue el denominado Museo de las Gemas. La mayoría son de gestión privada, pero eso realmente al visitante le importa una higa, y la apuesta publica se ha centrado principalmente en el Picasso, en el de Málaga y en el de Patrimonio. Así que es de justicia que el documental muestre dicha exitosa apuesta museística. La realidad es que desde que se empezaron a instalar museos, en primer lugar, y desde que el malagueño empezó a vivir actividades en dicho marco cultural, en segundo, la ciudad empezó una dinámica diferente. Ahí Moreno Peralta plantea con razón, como dicha dinámica se inicia precisamente con el fracaso de la capitalidad cultural, convirtiendo el mismo en una excelente oportunidad para repensar la función cultural en la ciudad para que no se consolide el planteamiento de Chipperfield, ganador del premio Pritzker, el Nobel de Arquitectura, que ha espetado recientemente una frase lapidaria: “Es peligroso que los museos se conviertan en aliados de ciudades que quieren atraer más turismo. Un museo es infraestructura social”. En esa línea el escritor Guillermo Busutil plantea como la actividad cultural en Málaga es un producto, con lo que se ha diluido el verdadero objetivo de la cultura.
Una de las claves del documental es la relativa al turismo masivo, la gentrificación y toda la problemática que padece el Centro Histórico. El documental no es timorato al calificar este proceso con afirmaciones referidas a la posibilidad de convertirnos en Magaluf, como referencia más alejada de modelo al que debiéramos aspirar. Y como afirma Alfonso Miranda, vecino del Centro, un turismo masificado está alejado de la calidad y de lo que prometía el alcalde de Málaga. Al contrario, aquí ha empezado por el peor turismo.
Y aunque para gustos, colores, en el documental es digno de ser resaltado tanto el talante político de Pepe Asenjo, incapaz de atribuirse un éxito en esta materia cuando fue uno de sus precursores, como el tono de la intervención de Paco de la Torre, alejado del objetivo diario de colocar el titular de la prensa del día siguiente o la frase retorcida propia de tiempos electorales. El alcalde, por una parte, y en relación a la dinámica cultural y urbanística de la ciudad, reconoce que podemos morir de éxito, aunque en realidad más bien se muere por los excesos derivados de una deficiente gestión, y por tanto la necesidad de actuar en un esfuerzo colectivo (en ese gesto tan suyo de cerrar los puños de ambas manos y levantar ambos brazos en paralelo). Y por otra, en relación con la turistificación, plantea que nuestro modelo turístico ha tenido más luces que sombras a su entender. Es decir, hablando en plata y lejos del botafumeiro diario, este modelo tiene sus riesgos y los estamos asumiendo, y hay que resolver las sombras, entendiendo por estas lo negativo de lo que genera la masificación turística. No se puede estar más de acuerdo, y hemos de evitar que el Centro Histórico se convierta en Histriónico.
En definitiva, desde aquí solo cabe animar a que este magnífico documental tenga como segunda parte el análisis de la afección de dicha dinámica urbana, económica y sociodemográfica en los barrios de la ciudad, puesto que el Centro Histórico solo es una parte mínima de la misma; la más emblemática, eso sí, pero no en la que habitan la mayor parte de los vecinos. Mi enhorabuena que personalizo en Pedro Marín, y que vivan todas las calles.
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