Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
“Vuelve, a casa vuelve, por Navidad”. Es la frase estrella de estas fiestas –a menudo, cantada– y no es para menos: tiempos de reencuentros, besos, abrazos y el calor del hogar. La estación de tren Málaga-María Zambrano se convierte cada año en el punto de encuentro para muchas familias que, separadas por la distancia, aprovechan la Navidad para volver con los suyos.
En estos días de villancicos y una larga cuenta atrás que se termina, cientos de personas que se sonríen y se abrazan con fuerza guardan una historia detrás. Érika, una mujer de unos 40 años, vive la Navidad como un evento transnacional. Sus padres son de España, pero se fueron hace 60 años a Venezuela, donde ella nació. Viven en Ponferrada, pero este año tocaba que vinieran a Málaga. “El clima aquí es lo más parecido a Venezuela, más cálido, y la gente también nos recuerda a los venezolanos, es mejor que el norte”, señala.
Ella lleva 20 años en Málaga y sus padres llegaron hace cuatro: “Cada Navidad nos reunimos con mis padres para celebrar el 24 y el 31, como lo hacíamos en Venezuela”. En Nochevieja vendrán su hermano, su cuñada y su sobrino para reunirse con ellos hasta el día de Reyes. “Estamos repartidos por todo el mundo: Portugal, Dubái, Carolina del Norte, Chile, y otros aún en Venezuela; aunque no podamos estar los 45 que éramos, nos mantenemos unidos como tradición familiar”, explica.
Para Nati Haro, la Navidad es sinónimo de familia, aunque no siempre se puedan reunir todos. “Yo vivo en Marbella por trabajo, pero mi familia está en Sevilla y esta vez viene uno de mis hermanos, el que está soltero”, cuenta. Los dos, que ya están jubilados, se ven con frecuencia, pero siempre tiene “mucha ilusión” por reunirse. “Estas fechas son especiales, y cualquier momento juntos se valora mucho”, añade.
En casa de Toñi Leiva y Julio Aparicio, la llegada de su hija desde Madrid es el acontecimiento más esperado. “Ella se fue hace cuatro años para trabajar como subinspectora de Hacienda y, aunque solo pueda venir unos días, nos hace muchísima ilusión”, explica con una sonrisa su madre. Aunque hace dos meses que la vieron, para ellos parece que “han pasado dos años”. “Vamos a ser 16 personas en la cena y nos hace mucha ilusión que ella pueda estar”, añade Aparicio.
Para Eloísa Gutiérrez, de 76 años, la Navidad también significa el tan esperado reencuentro con su hijo y su nuera, que llegan desde Barcelona. “Mi hijo se fue a trabajar allí hace tiempo, llevamos sin verlo un año, y las ganas de abrazarlo son inmensas”, relata con ese brillo especial en los ojos. En su casa serán siete en la cena, y aunque no sea un grupo muy grande, están deseando juntarse.
Eduardo Ramos comparte con una sonrisa la emoción de haber pasado unos días con su pareja antes de que cada uno celebre la Navidad con sus respectivas familias. “Mi pareja vive en Valencia y se va con su familia para allá, llevamos tres años a distancia, pero poco a poco, ahorrando y organizándonos, encontramos momentos para estar juntos”, comenta. Estas fechas son complicadas, pero cuando pasen, será él quien vaya a Valencia.
Cada historia detrás de cada reencuentro es un recordatorio de que el verdadero regalo es el poder abrazar y reír en familia. Como bien dice Juan Carlos Cortés, quien espera la llegada de su cuñada desde Madrid, aunque se vean “asiduamente”: “Lo que deseo, aparte de seguir reencontrándonos, es que sigamos teniendo buena salud y que la familia se mantenga unida”.
Lo que hace especial a la Navidad en la provincia no son solo sus luces ni su clima agradable, sino, tal y como coinciden todas las personas que esperan a sus seres queridos, es el “privilegio” de poder reunirse un año más y de poder disfrutar de unas fechas tan marcadas por la alegría y el cariño.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios