Más de 1.700 vuelos este fin de semana en el aeropuerto de Málaga: una Babel efímera e irrepetible de llegadas y salidas

Viajeros de medio mundo se cruzan en la terminal aérea en uno de sus días de mayor actividad del año

Sol, playa, pescaíto y golf son los motivos más repetidos por los turistas para visitar la provincia

El aeropuerto de Málaga prevé más de 1.700 operaciones estos últimos días de agosto

Reencuentros, este viernes, en el aeropuerto de Málaga. / Carlos Guerrero

Heráclito, aquel filósofo griego que decía que “nadie se baña dos veces en el mismo río”, quedaría pasmado si viera el aeropuerto de Málaga en estos días. Porque la terminal aérea es una demostración de lo efímero y del cambio constante. Con más de 1.700 vuelos previstos entre este viernes y el domingo, es una Babel volátil, irrepetible y por momentos frenética de llegadas y salidas. Besos apasionados de reencuentro, abrazos tiernos de abuelos, miradas perdidas de cuando se llega a un lugar por primera vez, pasos certeros de quienes vuelven agotados tras las vacaciones, trabajadores para los que el verano no es época de descanso... Todos se mezclan en un trasiego en el que no es fácil adivinar en qué idioma hablar al interlocutor. Unos se van, otros vienen. Unos llegan a descansar, otros a teletrabajar y también a disfrutar si pueden; muchos -los malagueños- a relajarse finalizado ya su esperado viaje anual. 

Un grupo de italianos tras dejar el aeropuerto. / M. H.

Michele, Giovanni, Pietro, Mario y Fabio son italianos. Forman un grupo de 10 amigos. El mayor cumple 50 años y han venido tres días a celebrarlo en Málaga. Ya han estado muchas veces en España. Juntos han conocido Las Palmas, Madrid, Sevilla, Valencia... Esta vez tocó la capital de la Costa del Sol. Vienen a un piso turístico en la capital. “Somos 10 y preferimos eso a un hotel, es más cómodo”, explica uno de ellos. Para la mayoría es la primera vez en tierras malagueñas. Los pocos que ya han estado dicen que les gustó “la ciudad en general”. Cuando se les pregunta por qué eligieron este destino confiesan que miraron vuelos directos desde Italia a precios razonables y que Málaga resultó la ganadora. El grupo es un batiburrillo de profesiones. Hay sanitarios, administrativos, profesores... El elemento aglutinador es la amistad de muchos años. Vienen con ganas de disfrutar y pasárselo bien. Y el lunes, otra vez, a trabajar. 

Jan y Conny, de Holanda. / M. H.

Jan y Conny vienen de Holanda. Es su visita número 20. “Llevamos viniendo diez años, dos veces por año, en mayo y septiembre. Este año es la segunda vez”, explica él. Se alojarán en Torremolinos. Dice que lo que les gusta de Málaga es la playa, el hotel cerca de la costa, el pescaíto y que, en relación con su país, es más barato. 

El trajín de salidas y llegadas es constante. Sentados en el suelo, apoyados contra una pared, tres jóvenes holandeses buscan con sus móviles cómo volver. Se excusan de que no tienen tiempo. “Hemos perdido el vuelo y tenemos que buscar una solución para regresar”, aclaran. 

Karen y Ruth proceden de Reino Unido. / M. H.

Karen y Ruth son dos amigas del Reino Unido, de New Casttle. Ya han venido cuatro veces. “Nos gusta, por eso repetimos”, explican. Siempre hacen viajes cortos. Estarán cuatro días. Cuando se les pregunta qué es lo mejor de Málaga, lo tienen claro:“Everything (todo)”. Las veces anteriores se alojaron en Fuengirola; esta vez han optado por un hotel en Málaga. 

Pasajeros saliendo del aeropuerto, este viernes. / Carlos Guerrero

Mientras ellas cuentan su historia, la puerta de salidas no para de arrojar gente al calorcito malagueño. Unos son minimalistas y llegan apenas con una mochila, otros cargados con tantas maletas que parece que vienen para toda la vida. Los trabajadores de un touroperador aguardan un vuelo. Precisan que sólo este viernes tenían que recoger a más de 400 turistas para repartirlos por la Costa. Los taxis, el tren de Cercanías y los autobuses traen y llevan pasajeros. El conglomerado humano se renueva de forma constante. Un perro saluda efusivamente a su amo que acaba de volver.

Viajeros en la zona de facturación. / carlos

Pedro López trabaja para una empresa de transfer. Lleva un rato con un cartel en alto para que la Michelle a la que tiene que transportar lo encuentre. Hay muchos otros como él aguardando a sus clientes. “La mujer que yo espero viene de Holanda”, comenta. Afirma que la afluencia de viajeros al aeropuerto malagueño aumenta. Estima que “en torno a un 2% cada año”. Sostiene que la mayoría procede del Reino Unido, pero luego puntualiza que en los últimos años se ha diversificado el tráfico aéreo:“Ahora llegan de media Europa”. Para él y muchos de los que comparten empleo en el sector, el verano representa los meses fuertes de trabajo. “Las vacaciones me las tomo luego, en Navidad”, añade. 

Tatiana y Belén vuelven del sudeste asiático. / M. H.

Tatiana Montoya y Belén García vuelven de un periplo de dos semanas por el sudeste asiático. Traen cara de cansadas después de tanto viaje. Pero también de satisfacción por haber disfrutado de unas buenas vacaciones. Tatiana tiene que volver al trabajo el lunes. Belén, “hoy mismo”. Cuando se les pregunta cómo ven el crecimiento que ha experimentado el aeropuerto de Málaga –que precisamente ahora tiene las conexiones más fáciles con el sudeste asiático–, Tatiana hace una crítica constructiva: “Echo en falta más puntos de información, más ayuda para el turista. Yo soy de aquí y no lo necesito, pero en comparación con otros aeropuertos en los que hemos estado, me parece que tiene que mejorar en ese aspecto”. Incluso, opina que le hacen falta más sitios donde comprar las tarjetas prepago para el móvil cuando se viaja a un país con el que no hay roaming. La mayoría de los turistas que llegan prefieren no entretenerse respondiendo a preguntas de la prensa. Unos porque tienen prisa porque llega su transfer a recogerlos. Otros simplemente tienen desconfianza. 

William Guillermo llega con su pareja de Suecia. Ya han estado en Málaga en otra ocasión. Vienen por dos semanas a Marbella. El plan es teletrabajar y disfrutar al mismo tiempo. Él no concreta qué es lo que más le gusta de Málaga. Simplemente responde: “I love it (Me encanta)”. 

Aaron y Leo son dos amigos de Amsterdam (Holanda). Han estado con anterioridad en España, aunque nunca en la Costa del Sol. Les fascina el golf y vienen a un torneo. Estarán muy pocos días en Marbella. Compatibilizarán esa competición con algo de teletrabajo. Explican que sus referencias de las instalaciones de golf malagueñas son buenas. El equipaje los delata. No son maletas al uso, sino esos bolsos característicos de los que practican ese deporte. “Y de aquí, del sol, nos vamos a Escocia, a la lluvia”, bromea Aaron a modo de despedida.

Mientras los más amables se detienen un momento a contestar las preguntas de la periodista, a sus espaldas el río humano no se detiene. Tampoco el trasiego de trabajadores para responder a las distintas necesidades de turistas y residentes que vienen o van.

Raúl y Marjory vienen a un concierto. / M. H.

Raúl Gelabert y Marjory Pillaca llegan con otro amigo por primera vez a Málaga. Él es español, ellos peruanos. Los tres viven en Mallorca. “Venimos al concierto de Romeo Santos. Estaremos cuatro días. Además del concierto, queremos ir a la playa y probar la comida de aquí”, comenta Raúl. La incesante afluencia de viajeros a la zona de llegadas se repite, a la inversa, en el área de salidas. Pero allí nadie se entretiene porque cualquier retraso puede suponer perder el vuelo. 

Miles de personas se cruzan sin conocerse y por única vez en sus vidas en esa ciudad efímera, transitoria y en constante cambio que es un aeropuerto. El edificio permanece, los viajeros pasan... Es una Babel de pasajeros que no se bañarán nunca en el mismo río, porque aunque repitan, ni ellos ni la ciudad serán los mismos. La definición de la Real Academia Española (RAE) de pasajero es justamente “que pasa presto o dura poco”. Pero, aunque todo pase, gracias a los aviones y a los aeropuertos, sea de ida o de vuelta, la experiencia queda... 

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