Los alumnos del Intelhorce llevan cuatro cursos fuera de su colegio y desplazados del barrio
Las familias lamentan el olvido de la Junta, que proyectó un edificio de nueva construcción pero sin incluirlo en sus presupuestos ni en su planificación
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Casos como el del colegio Manuel Altolaguirre en Palma-Palmilla, el del Daidín en Benahavís, cubierto de aulas prefabricadas o el del José Luis Villar Palasí de Vélez-Málaga, con medio millar de alumnos reubicados desde el pasado noviembre, no han hecho más que constatar que la provincia tiene grandes necesidades en materia de infraestructuras educativas. Pero si es cuestión de hacer un ránking, el primer puesto lo ocupa el colegio Intelhorce, que lleva cuatro cursos consecutivos fuera de su edificio mientras éste permanece cerrado, deteriorándose aún más y sin noticias de la nueva infraestructura.
Relatan las familias y la comunidad educativa que en septiembre de 2014 empezaron a notar grietas en el suelo y las paredes, azulejos que se caían y ventanas y puertas que no cerraban. Los responsables del centro empezaron a enviar comunicaciones y fotos tanto al Ayuntamiento de Málaga, administración encargada del mantenimiento de los colegios, como a la Junta de Andalucía, titular del edificio. Los técnicos de la Agencia Pública Andaluza de Educación (APAE) que visitaron en varias ocasiones el centro no veían peligro y así pasaron cinco cursos.
"En febrero de 2019 revisó el colegio una especialista de la APAE y nos dijo que había que salir del edificio, que los niños tenían que dejar el colegio", explican desde la Asociación de Padres y Madres del centro. Se pidió un estudio geotécnico del suelo, metieron cámaras para ver los cimientos y determinaron que se tenía que micropilotar, una solución parecida a la que se tuvo que acometer en el vecino colegio de Los Prados años antes. La envergadura de las obras previstas obligaba a hacerla sin escolares y en septiembre de 2019 se reubicaron en el CEIP El Tarajal.
En aquel momento, los 111 alumnos y el personal docente se marchó con lo indispensable pensando en que solo estarían ese curso fuera. "Se vació por completo el edificio, no quedó una silla, todo el material didáctico, la biblioteca, las mesas, las pizarras se llevaron a los almacenes de tres centros y ahí siguen, sin que hayan podido tocarlos de nuevo", comentan desde el AMPA, que hubiera preferido que los niños estuvieran un curso en prefabricadas sobre las pistas deportivas antes de que los alejaran tres kilómetros de su barrio.
Para paliar el inconveniente de la lejanía, ya que algunas familias no tienen vehículo, la delegación territorial de Educación puso en servicio un autobús gratuito, que daba dos viajes para cargar a todos los alumnos. También ofrecieron el aula matinal y el comedor sin costes. En la actualidad tienen dos autobuses y todos los escolares llegan a la vez. No obstante, "los padres que necesitan usar el aula matinal tienen que ir hasta el polígono a llevarlos, no es lo mismo que dejarlos a cinco minutos de casa, esto les obligaba a coger el coche", dicen las familias.
Sin embargo, siguen sin tener actividades extraescolares y el programa de acompañamiento, clases particulares para niños con dificultades. "Para un centro de compensatoria este es un programa imprescindible y somos el único centro de compensatoria que no lo tiene desde hace cuatro cursos", lamentan los afectados. También comentan que en el primer año los alumnos del Intelhorce comían después de los de El Tarajal y tenían que esperar tres cuartos de hora porque no cabían en el comedor. Ahora la biblioteca es el comedor de los más pequeños y un porche, que se ha acondicionado con toldos, el de los de Primaria.
De micropilotar a una obra nueva que quedó en el limbo
Tras el cierre del CEIP Intelhorce, Educación (ahora Desarrollo Educativo) hizo un estudio más profundo de necesidades y determinó que el gasto de la obra iba a ser muy notable. Además, ya se estaba proyectando el Distrito Z y para dar respuesta a las necesidades educativas de las nuevas viviendas consideraron que lo mejor era echar abajo el edificio y construir un colegio de nueva planta. Así, el proyecto de rehabilitación, que era la quinta prioridad de la Consejería de Educación en Málaga, según se le transmitió a la comunidad educativa, pasó a ser un proyecto de construcción más costoso aún, lo que lo relegó casi al olvido.
Se valoró la obra en 2,8 millones de euros pero la Junta no la ha incluido, por el momento, en sus presupuestos. Tampoco en su planificación. Así que después de cuatro cursos el problema sigue siendo el mismo y no hay visos de solución a corto plazo. Desde el AMPA explican que se hizo un concurso de diseño del proyecto y que el arquitecto ganador, pidió a los niños cartas explicando el colegio con el que soñaban para reflejar algunas ideas sobre el plano. "Todo esto nos ilusionó, parecía que estaba en marcha y nos dijeron que la obra iba a comenzar en diciembre de 2022, pero en octubre ya nos comunicaron que no había dinero", protestan los afectados.
Estar reubicados en el colegio El Tarajal está provocando problemas de espacio al centro de acogida y a los desplazados, ya que dos colegios se han visto forzados a convivir en un espacio destinado a uno solo. También las familias están sufriendo la distancia, con los horarios alterados y más problemas de conciliación que antes. Pero, sobre todo, lo que más preocupa es el descenso en la matriculación del alumnado. En este tiempo han perdido una veintena de escolares, ahora mismo son 91, y para el próximo curso serán unos 35 menos. En este curso escolar tan solo se han matriculado cuatro niños de 3 años. Los padres recurren a centros más cercanos.
"A nuestro colegio lo han machacado", subrayan desde el AMPA. "Se está levantando ya el Distrito Z, si el colegio está construido antes conseguiremos que lleguen más niños, pero si no está se matricularán en otros centros", agregan sin entender cómo es posible que lleven cuatro años en esta situación y que continúen en las mismas. "Las familias estamos cansadas, a algunos padres les cuesta ir a las tutorías o acudir a cambiar al niño si lo necesita", indican. "Sencillamente se han olvidado de nosotros", reclaman.
Han iniciado una recogida de firmas que pretenden presentar en el registro de la Delegación de Desarrollo Educativo a mediados de febrero. También quieren hacer otro tipo de medidas reivindicativas, algunas en el barrio, para reavivar el espíritu del CEIP Intelhorce y que no se borre un colegio con décadas de historia.
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