Presente y futuro visto con ojos de quinceañeros
15 aniversario Málaga Hoy | Educación
Algunos de los compañeros de Nora Luque, que cumple los años junto a Málaga Hoy, explican sus rutinas, sueños y miedos
La oferta de estudios para los adolescentes y jóvenes es ahora mejor que en ninguna época pasada, pero no todos tienen claro su objetivo ni que el esfuerzo es el único camino
Málaga/Nacidos en época de bonanza, en el boom de la natalidad, pero criados en la crisis económica más devastadora, estos jóvenes son la generación con la que se ha iniciado la era digital, la de la revolución tecnológica, la del móvil como prolongación de la mano. También la más sobreprotegida por sus padres, las que más oportunidades educativas tienen pero que están, como los adolescentes que los precedieron, igual de perdidos en algunos momentos. Las dificultades de años atrás les han hecho estar alerta, ser conscientes de lo complicado del mercado laboral. Pero tienen 15 años y ante ellos se abre un futuro lleno de posibilidades. Como las que intuye Nora Luque, que cumple los años el mismo día que Málaga HoyMálaga Hoy. “Dentro de diez años me veo viviendo y trabajando en Estados Unidos u opositando aquí para ser policía”, dice. Ella y algunos de sus compañeros de 3º B de Secundaria del instituto Valle del Azahar, en Cártama, relatan los hábitos y preocupaciones propias de su edad.
Estudios
Para Ismael Martín hay muchos tipos de chavales. “El que quiere estudiar, el que no, el que lo obligan y el que se sale a los 16. También están los que quieren hacer algo en su vida y otros que solo piensan en el ahora, pasarlo bien en el momento y no pensar en el después”, apunta. A estos últimos, les vale con trabajar “en Prolongo o en el Burguer King”, apunta. Pero no hay muchos así en su clase. Para José María Sánchez, las posibilidades están ahí si te esfuerzas. “Si con 15 años no haces nada y luego se te ocurre estudiar una carrera, lo vas a tener muy complicado. A esta edad lo mejor es estudiar para poder tener un futuro bueno”, afirma. Igual opina David Pérez. “Mis padres me dicen que estudie y resuelva mi futuro, así tendré más probabilidades de conseguir un buen puesto de trabajo, me dicen que aproveche el tiempo ahora, que después va a ser peor”. En su versión más realista quiere ser profesor de Educación Física. En la utópica, se sueña como un gran jugador del Real Madrid. Alejandro Carvajal, que tiene claro que quiere estudiar Matemáticas desde hace años, considera que “hay gente que con 15 años aún está muy perdida, no sabe lo que va a hacer. Otros, sin embargo, tiene claro desde el principio lo que quiere hacer con su futuro”
Crisis
De la crisis se ha hablado mucho en las casas de estos escolares, aunque ahora la palabra pierde un poco de presencia. “Yo creo que se está recuperando un poco la situación”, comenta Lola López. Sin embargo, ha quedado un poso de intranquilidad entre las familias que les exigen ser cada día más competitivos, estar más preparados. Algunos también creen que tendrán que emigrar al extranjero para conseguir un trabajo mejor. “Mi idea es aprender inglés, estudiar fuera y si económicamente va a merecer más la pena un trabajo en otro país, pues allí me iré”, estima Milagros Mancera, que pensó en ser periodista aunque quizás se decante por un funcionariado ante la escasez de salidas.
Trabajo
Tanto a Lola como a Joaquín Gámez sus padres les dicen que tienen menos posibilidades hoy de encontrar un trabajo que en su época. A Milagros también, los mensajes no son muy positivos. Sobre todo, dicen, porque la revolución tecnológica está reduciendo mucho la mano de obra humana. “Ahora el trabajo que antes hacían 20 lo hace una máquina”, dicen estos chicos que, quizás, acaben en puestos de trabajo aún por inventar.
Móvil
“No es imprescindible, se puede vivir sin él, la dependencia al aparato depende de ti, de cómo lo uses”, señala Gonzalo Delgado, aunque ya no sale a la calle sin su móvil. “Es para que mi madre me tenga localizado”, agrega. “Y para estar más seguro”, añade. Pero para Ismael el móvil le abrió la ventana a Youtube y llegó a pasar hasta 16 horas de media al día enganchado al aparato. Así los estudios quedaron en un segundo plano y los suspensos se multiplicaron. “Se pierde la costumbre de hablar, ya todo se dice por whatsapp y es muy fácil que se malinterpreten las cosas”, advierte Milagros. Para ella, “el móvil es una herramienta que te facilita muchas cosas, incluso en la vida escolar, mucha información la buscamos por internet, pero tienes que saber usarlo y ponerte tus propios límites, saber que hay que dejar el móvil para despejarse, salir o hacer otra cosa”.
Redes sociales
Para Lidia Sánchez las redes significan peligro. “No saber utilizarlas nos puede llevar a situaciones complicadas”, considera al tiempo que señala que Instagram es la más utilizada entre sus iguales. “Temo que al estar tan pegados a las redes nos estemos perdiendo otras cosas o al hablar con ciertas personas nos estemos metiendo en ciertos peligros”, añade. Lo mejor, como todos señalan, sería pasar más horas en la calle. "Me gusta estar en la calle, sentarme en un banco con las amigas, hablar con ellas de nuestras cosas, de la vida, de amoríos, de todo en general”, dice Milagros. Aunque esto no siempre es posible, ya que choca con los límites parentales.
Sobreprotección
María Natoli y Nora Luque, grandes amigas, confiesan que la libertad es algo que aún “está en proceso”. “Me gustaría salir sola pero no me dejan, me dicen que todavía soy muy pequeña para eso”, indica Nora, que ve cierta normalidad en la sobreprotección actual de los padres. “Está bien que nos protejan pero también nos tienen que dejar salir más”, apunta Nora. Raúl Natoli, hermano de María, señala que “los padres antes estaban todo el día en la calle y ahora nosotros no tanto”. Lola destaca que su madre tiene mucho miedo a que salga a la calle, “me quiere tener resguardada en el pueblo, pero yo quiero ir a Málaga y creo que veo suficientes noticias, tengo información y sé dónde meterme y dónde no como para ir sola”.
Principales peligros
Meterse en la droga, llevar una mala vida y no tener trabajo son los principales peligros que los mayores siguen viendo en sus jóvenes. “Muchas veces la causa de que los adolescentes no estudien es porque se centran más en las drogas, en sí mismos, y se creen que son los reyes del mambo”, apuntan estos alumnos. Ellos, por su parte, perciben con cierto miedo el avance tecnológico, la inteligencia artificial y su capacidad, suponen, de dominar a la raza humana. “Ya pueden programar a las máquinas para mil cosas y que nosotros no valgamos para nada”, temen. Mientras llega esto, seguirá viviendo e interpretando la vida, que es lo que les toca.
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