30 años en el punto de mira
Pocos podrían pensar treinta años atrás que un terreno baldío, de algo más de medio millón de metros cuadrados, situado casi en la frontera con Torremolinos, se iba a convertir en la llave del futuro planeamiento urbanístico de Málaga. Y, por insospechado que pudiera parecer, ha acabado por ser así. Arraijanal, desde siempre en el punto de mira de las administraciones públicas, resume el galimatías, laberinto o ecuación en el que han acabado por convertiste las relaciones entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía a lo largo de los últimos años. Un periodo que culmina, ahora, con la incertidumbre de qué ocurrirá con el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de la sexta ciudad de España.
Al margen de antecedentes históricos, es evidente que el futuro documento acabará por asumir el deseo de la Junta de que ese terreno sea dibujado como parque metropolitano. Exigencia que, tras numerosas negativas, ha acabado por ser asumida por el Ayuntamiento de Málaga ante la evidencia velada de que de mantenerse su rechazo, la aprobación del PGOU quedaría en suspenso.
Y en este escenario es donde las dos instituciones juegan su partida desde hace semanas, en una pugna en la que el último en ir con todo es el alcalde, Francisco de la Torre, al supeditar su participación en el proyecto, permitiendo las compensaciones a los propietarios del terreno, a que el Gobierno andaluz libere fondos europeos por valor de 130 millones de euros para financiar obras municipales. La maniobra del regidor, de momento, ha encontrado un frontón director en la posición del presidente de la Junta, José Antonio Griñán.
La primera vez que Arraijanal aparece como protagonista urbanístico de la ciudad es en el año 1972, cuando el planeamiento de la ciudad, dividido en dos zonas, contemplaba las actuaciones de una nueva ciudad de carácter turístico. Pero es en Plan General de 1983 cuando se abundó en esta idea, más aún después de la segregación de Torremolinos. Con estos antecedentes, el equipo de gobierno, encabezado por Pedro Aparicio, avaló la opción de que se ejecute en la zona una marina deportiva y usos residenciales, propuesta que se ha mantenido activa hasta hace apenas un par de años.
"En aquel momento Arraijanal era del máximo interés porque había una atonía inversora importante y hacía falta un ancla para reponer la calidad turística de la ciudad", recuerda Damián Quero. El urbanista, padre de todos los planes generales de la ciudad en el etapa democrática, destaca que la solución de la base náutica "era adecuada, puesto que además no tenía afección a la costa". Preguntado por el parque que quiere desarrollar la Junta muestra sus dudas. "No lo conozco. Es verdad que un parque es correcto en cualquier zona, pero ahí no aporta nada", dijo, a lo que añade: "Sigo pensando que el puerto deportivo era de mucho más interés para Málaga".
Opinión semejante maneja Ángel Asenjo, arquitecto que dio forma al proyecto original de Vallehermoso para la zona, con un millar atraques y 1.300 de viviendas. "Lo original era lo adecuado porque preservaba el uso público de la playa y dejaba un espacio libre superior a las 20 hectáreas, lo que es más que suficiente para que se mantenga como parque", explica.
Para Asenjo, el invalidar esta iniciativa supone "que Málaga pierda un gran equipamiento turístico". Al igual que piensan algunos en la Casona del Parque, tampoco cree que la localización de un parque sea la adecuada. "La prueba de que es un espacio marginal, en el que se han asentado a lo largo de los años usos marginales", apostilla.
Estas palabras van en la línea de lo dicho por el alcalde, Francisco de la Torre, quien dudó de que un parque sea el uso adecuado para este espacio, el único libre en el litoral. Fue precisamente el interés de preservar del ladrillo este terreno lo que hizo que el Ministerio de Medio Ambiente, dentro de una estrategia a nivel nacional, incluyese Arraijanal como una de las parcelas a proteger, para lo que contemplaba su expropiación. Sin embargo, un lustro después de que se hiciese el anuncio y tres de que la ya ex ministra Cristina Narbona se fotografiase entre los pocos bañistas, nada se sabe de la iniciativa.
La explicación oficial que transmiten desde el organismo ministerial es que en el momento en que la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio muestra su interés, a través del Plan de Ordenación Territorial de la Aglomeración Urbana de Málaga (Potaum), de preservar esta zona y destinarla a parque, se para la propuesta de adquirir la finca.
En este intervalo de tiempo, la posición del equipo de gobierno ha transmutado a fuerza de rechazo. Su apuesta estaba ligada directamente al proyecto de la marina deportiva y de los usos residenciales, elementos a los que por activa y por pasiva se negaron tanto la Dirección General de Costas como la Junta de Andalucía. En esta situación, en octubre de 2007 De la Torre se dio por vencido y asumió por vez primera que el puerto deportivo quedase excluido.
A lo que no rehusó fue a permitir la construcción de viviendas, hoteles y comercios. De hecho, en el marco del nuevo PGOU suscribió un convenio con Vallehermoso, la propietaria mayoritaria, por 28 millones para autorizar más de 600 viviendas. Pero en este movimiento también se ha visto obligado a dar marcha atrás ante la exigencia de la Junta de diseñar un parque en este medio millón de metros.
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