Las armas del Este llegan a los narcos a través de la Costa del Sol
Intermediarios afincados en Málaga las adquieren en la Europa del Este y las venden a los clanes del Campo de Gibraltar después de borrarles los números de serie para hacer más difícil su rastreo
La vía de entrada a España son los contenedores marítimos y los coches
Detenido un grupo criminal que enviaba droga desde Málaga a Europa
Mucho antes de que Rusia se anexionara la península de Crimea en 2014, dando inicio a una mal llamada invasión suave que tuvo su explosión definitiva en febrero de 2022, Ucrania ya era algo así como el economato del mercado negro armamentístico de Europa. La crisis del Donbás vino acompañada del saqueo de depósitos de armas y municiones ucranianas. Al menos 300.000 se perdieron entre 2013 y 2015, según asegura el proyecto de investigación Small Arms Survey (SAS) del Instituto de Altos Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra. De ellas, sólo 4.000 se recuperaron.
Un problema añadido vino porque, en contra de lo que sucedió con la caída de la Unión Soviética, el tráfico de armas no fluyó hacia el extranjero sino que se concentró principalmente en el interior de Ucrania, abasteciendo el mercado negro. El estallido de la guerra en gran parte del territorio ucraniano y el envío masivo de armamento por parte de Occidente no ha hecho sino aumentar las reservas de armas a mafias que controlan este lucrativo negocio. Muchas de ellas son las que están apareciendo en diferentes países de la Unión Europea en manos de grupos criminales, incluyendo clanes del narcotráfico del Campo de Gibraltar y la Costa Noroeste, que no dudan en disparar a los cuerpos policiales cuando les hacen frente para impedir sus alijos. La pregunta es cómo llegan hasta ellos estas armas. La respuesta no es nueva: a través de mafias instaladas desde hace décadas en la Costa del Sol.
La vía de entrada a España es diversa, aunque las dos principales son los contenedores marítimos, en los que comparten espacio con droga, o escondidas en vehículos caleteados. Tanto Guardia Civil como Policía Nacional han percibido un aumento de armas del espectro OTAN en los dos últimos años en las zonas calientes del narcotráfico enAndalucía. Agentes consultados lo han achacado a la dificultad de controlar la ingente cantidad de armamento que Occidente está poniendo en manos de los ucranianos.
De hecho, según el periódico The Washington Post, los expertos americanos sólo han podido inspeccionar personalmente hasta el momento el destino del 10% del armamento trasladado a Ucrania. Los funcionarios han indicado que los protocolos de supervisión están diseñados para tiempos de paz y que es necesario adaptarlos al ritmo de una guerra donde se consumen casi 40.000 proyectiles de artillería al día.
El lugar donde habitualmente se realizan las transferencias de armas a Kiev se sitúa en Polonia, cerca de la frontera. En el caso de las armas cortas y otros equipamientos, como los chalecos antibalas, simplemente se entregan a mandos ucranianos según un código de confianza. Según informó el Post, el Gobierno de Zelenski “está comprometido” a que ninguno de estos bienes acabe en el mercado negro y un comité especial del Parlamento se encarga de su seguimiento. No obstante, a nadie se le escapan las dificultades de poder llevar a cabo una trazabilidad fiable en medio de una guerra devastadora. El prestigioso periódico informa de que EEUU ha comenzado a aleccionar a los oficiales ucranianos en el uso de escáneres para rastrear los códigos de barras e inventariar las armas y frenar el caudal hacia un mercado negro que hasta no hace tanto todavía seguía surtiéndose de las armas que acumuló en el conflicto de los Balcanes de principios de los 90.
José Manuel Caamaño, comisario de la Policía Nacional jubilado y que fue pieza importantísima en la lucha contra el narcotráfico en nuestro país (llegó a estar infiltrado en el cártel de Medellín y convenció al mismísimo Pablo Escobar de que no abriera sucursal en Marruecos y siguiera introduciendo su cocaína a Europa por Galicia) habló ayer con este diario y comentó que lo que ahora se está viviendo, “ya ocurrió en los años 90”.
Desde 1990 hasta el año 2000 Caamaño estuvo destinado en Tánger y vivió en primera persona cómo los clanes del narcotráfico se armaban con fusiles que llegaban de las antiguas repúblicas yugoslavas. “Algunos grupos de narcotraficantes croatas o serbios compraban droga a marroquíes y pagaban la mitad con armamento. Durante aquellos años, como está ocurriendo ahora en Ucrania, si llegaban 5.000 fusiles para el frente se perdían en el camino 2.000. No es nada nuevo. Es muy complicado llevar a cabo una vigilancia de cada arma. Además las mafias que se lucran con el tráfico ilegal de armas les borran su procedencia, su número de registro, para todavía ponerlo más difícil”.
Cuenta Caamaño que entonces la droga se sacaba de Marruecos a través de Argelia, que por aquellos años también vivía su Guerra Civil, conocida como la décennie noire (década negra, en francés). “La droga pasaba en camiones por Argelia hasta Túnez, donde embarcaba en dirección a los Balcanes. El pago se hacía en dinero y armas. Muchas de ellas se las quedaban los combatientes argelinos, y las que llegaban a Marruecos eran vendidas inmeditamente a organizaciones criminales europeas porque en el país marroquí la posesión de armas se castiga de la peor de las maneras”, cuenta el comisario.
Recuerda que en uno de los operativos en los que participó llegaron a recuperar decenas de cajas con rifles que tenían como destino París. “La operación la montó la Policía francesa pero nosotros también participamos en el seguimiento. Un camión cargado de hortalizas de Marruecos con destino a París. En medio llevaba escondidas las armas. Los seguimos hasta las afueras de París y allí los detuvimos”.
Caamaño indica que en la provincia de Málaga “residen muchos intermediarios de estas operaciones que acaban con narcos armados con fusiles modernos”. Apunta que aunque en los dos últimos años cada vez aparecen más fusiles de fabricación italiana, austriaca o alemana (que son los que España está mandando a Ucrania), “a los narcos les siguen gustando mucho los AK-47, los Kalashnikov de toda la vida”.
Uno de estos intermediarios fue detenido en 2020 por la Policía Nacional en Coín (Málaga), un pueblo de poco más de 20.000 habitantes donde este alemán, de 70 años, pasaba totalmente desapercibido. Según informó El País, parecía un jubilado más pero se dedicaba a devolver a la circulación armas de guerra que adquiría en la Europa del Este. Les cambiaba el cañón, borraba el número de serie, las pintaba y quedaban como nuevas. Luego, con la colaboración de un compatriota neonazi, almacenaba su arsenal en una nave de Alhaurín el Grande, donde los agentes intervinieron 160 armas. Se le consideraba el principal proveedor de armas a los clanes de narcos de la Costa del Sol y el Campo de Gibraltar. La conexión entre Málaga y Cádiz parece que sigue vigente.
Armamento de los Balcanes en la sala Bataclán
Europa no quiere que la guerra de Ucrania acabe por repercutir en su seguridad interna como sucedió con la de los Balcanes, cuyo fin supuso la diseminación de armas entre grupos criminales y terroristas internacionales. Su rastro llegó en el año 2015 a los atentados de París que provocaron 131 muertos, puesto que dos de las ametralladoras usadas en la matanza de la sala Bataclán habían salido en su momento de los almacenes yugoslavos. Después de la crisis de 1997 en Albania, 650.000 armas se dieron también por extraviadas. Organizaciones estadounidenses, como la Stimson Center, han advertido que “aunque el apoyo a Ucrania es comprensible es indispensable evaluar las consecuencias en materia de seguridad de esa transferencia de armamento”.
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