"La arquitectura de la burbuja se alejó de la funcionalidad"
Asegura que la facturación de la profesión ha pasado de 100 a menos de 10 El 50% de los despachos ha cerrado
-Usted ha llegado a decir que el colectivo de los arquitectos es, posiblemente, el más afectado por la crisis. ¿Mantiene esa tesis?
-La mantengo. Hay otros sectores muy perjudicados pero no conozco ninguno más perjudicado que el nuestro. Los números son terribles. Hemos pasado de facturar 100 a menos de 10. Imagine lo que eso significa para la renta profesional de un colectivo de 50.000 colegiados, más 15.000 o 20.000 que no lo están. Pasar de 100 a 10 significa sobrevivir como se pueda, salir al exterior, reciclarse, reinventarse, buscar otras formas de trabajo, pero también sufrir un descalabro monumental, cerrar más del 50% de los despachos de toda España, un paro más o menos encubierto del 70%.
-Tradicionalmente se ha visto al arquitecto como a un privilegiado.
-La profesión tiene un prestigio social muy arraigado, pero creo que los mensajes de colapso del sector de la edificación ha ido calando y la sociedad española es cada vez más consciente de que todo ese sector, incluidos los arquitectos, lo está pasando muy mal.
-¿Se puede hablar de una crisis de los arquitectos y de una crisis de la arquitectura?
-Son cosas distintas. Hay una triple crisis para los arquitectos: la económica; la institucional-legal, porque hay cambios legales vertiginosos, que van desde el código técnico hasta la Ley de Servicios Profesionales, y la profesional. El ejercicio de la arquitectura está cambiando en los últimos diez-quince años, virando hacia un modelo europeo. Tradicionalmente se ha identificado al arquitecto con el proyectista, con el despacho, pero hay una mutación del perfil profesional, hay muchas formas de hacer arquitectura, ya sea trabajando para un ayuntamiento, haciendo de asesor, haciendo negocios de diseños, dando clases y trabajando para otros arquitectos.
-¿Qué responsabilidad tienen los arquitectos en la actual crisis?
-Creo que poca. No se puede decir que ninguna porque todos hemos jugado el juego de la burbuja, pero es muy pequeña en comparación con las grandes decisiones financieras. Sufrimos efectos devastadores de la burbuja.
-¿Ha existido apego a la arquitectura por la arquitectura?
-Es el tema de la arquitectura icónica. Se ha producido en una lógica mercantilista, haciendo edificios que pretendían atraer economías mercantiles, olvidando lo que realmente importa que es el barrio. El barrio es lo importante. Si el barrio mejora la arquitectura es buena, si no lo hace, la arquitectura no es buena. Hay ejemplos de arquitectura icónica aislada en un barrio que no ha causado ningún efecto beneficioso para el conjunto, que sólo trataban de camuflar operaciones extravagantes de un urbanismo poco consistente.
-Generalmente de muchos millones de euros.
-Efectivamente. Se hacía un edificio icónico para legitimar una operación devastadora que no tenía ni pies ni cabeza. La arquitectura de la burbuja a veces ha sido excesivamente alejada de la funcionalidad, de la austeridad.
-¿Se está aprovechando el desplome económico para regenerar el modelo?
-Una crisis es una oportunidad maravillosa, pero nos cuesta aprender de ella. La escasez de recursos obliga a administrarlos muy bien y a unas arquitecturas muy sensatas. Por este lado no hay riesgo porque no hay dinero para hacer la tontería. A veces uno piensa que todavía hay mucha resistencia a tomar las lecciones de la crisis, nos cuesta mucho cooperar. Estamos acostumbrados a un individualismo bastante salvaje, lo mismo da una persona que un ayuntamiento, cuando deberíamos entender que las economías hoy son economías de cooperación, no sólo de competición.
-En los últimos años se ha mirado a la rehabilitación como una alternativa. ¿Es lo que se esperaba?
-No está funcionando porque no está resuelta la financiación y tampoco tenemos un modelo. Si no se resuelve el tema de la financiación, no avanzará. Y estamos rehabilitando mal, como si fuéramos ricos. Un día nos da por la fachada, otro por el ascensor... No somos suficientemente ricos como para rehabilitar tres veces el mismo edificio. Ahí los arquitectos decimos que la solución es la arquitectura. No se trata de rehabilitar, sino de hacerlo arquitectónicamente. Es decir, con una visión global. Si hay que rehabilitar un edificio se planifica con orden, y si en lugar de hacerlo en un año se hace en tres. Hemos impulsado el concepto de la rehabilitación arquitectónica, promovemos el sello básico de habitabilidad arquitectónica, que nos están comprando en Bruselas. Si no hay una acción de conjunto no debe haber dinero público.
-Usted se ha mostrado muy crítico con la propuesta del Gobierno de aprobar una nueva Ley de Colegios y Servicios Profesionales. Incluso, ¿por qué?
-No estamos nada de acuerdo con lo que plantea el Gobierno. La ley excede el imperativo legal de la Ley Ómnibus, que ponía un mandato al Gobierno para determinar qué colegios tenían que ser obligatorios y cuáles no. El Gobierno nos sorprende con una ley que excede esto, que intenta regular los colegios. La ley es desastrosa tal y como está y creemos que es inconstitucional, porque implica un agravio comparativo para las profesiones técnicas en general respecto a otros sectores profesionales. La ley no reconoce si quiera a la arquitectura como profesión, pero sí a los podólogos..
-¿Conoce el debate abierto sobre un proyecto hotelero que lleva la firma de Rafael Moneo?
-No lo conozco. (Antonio Vargas, decano del Colegio de Arquitecto en Málaga le explica algunos detalles de la polémica). Es un debate que me suena en toda España y Europa. Nosotros los arquitectos en general nos posicionamos a favor de la arquitectura como disciplina capaz de transformar y renovar y no tanto de la arqueología. En Barcelona tenemos la sensación de estar en manos de los arqueólogos y estamos un poco en contra, con todo el respecto. Sostenemos que la arquitectura ha sido moderna en cada momento. Lealtad a la modernidad y al patrimonio, pero hay maneras de resolver eso.
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