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Málaga/Hacen falta familias dispuestas a acoger a niños de 0 a 13 años inclusive de forma inmediata. Si es necesario, hasta de madrugada y por un periodo máximo de seis meses. Es el llamamiento que hace la Fundación Hogar Abierto ante el aumento de menores cuyo desamparo ha sido decretado por la Junta de Andalucía. El objetivo es que los pequeños no entren en un centro de protección, sino que puedan permanecer en un núcleo familiar a fin de que su vida sea lo más parecida a la del resto de los niños. Los interesados pueden ponerse en contacto con Hogar Abierto a los teléfonos 952122566 y 900103285 (gratuito).
En la actualidad, la Delegación de Igualdad en Málaga suma 820 menores con medidas de protección en la provincia. De ellos, 439 están en acogimiento con 357 familias, 50 en guarda con fines de adopción en 43 familias preadoptivas y 331 en acogimiento residencial. El acogimiento puede ser de urgencia (por un periodo de hasta seis meses), temporal (por un máximo de dos años) o permanente (hasta la mayoría de edad o la adopción). Pero lo que falta son familias para la acogida de urgencia.
Ariane Escribano, educadora de Hogar Abierto, explica que son niños sobre los que la Junta decreta el desamparo por el consumo de droga de sus padres, malos tratos, abusos sexuales, ingreso en prisión, problemas de salud mental o renuncia a la paternidad tras el nacimiento, entre otras causas. “Tenemos familias, pero como han aumentado los casos, se necesitan más”, aclara la trabajadora de esta institución colaboradora de integración familiar con 25 años de trayectoria en este ámbito.
Francisca Montiel, trabajadora social de la entidad, afirma que en los centros de protección los menores están bien atendidos, pero siempre es mejor que vivan integrados en una familia. “El objetivo del acogimiento es que ningún niño tenga que pasar por un centro de protección”, explica el presidente de la Fundación Hogar Abierto e impulsor de la institución, Alberto Peláez.
El acogimiento puede ser con una familia ajena o con la familia extensa del menor. En ambos casos, hay un trabajo conjunto de las entidades colaboradoras y del Servicio de Protección al Menor de la Junta de Andalucía para garantizar su bienestar. En la actualidad, Hogar Abierto trabaja con 95 familias ajenas y 139 extensas. Es decir que tiene bajo su seguimiento cerca de 250 menores.
El acogimiento tiene una remuneración económica para las familias por parte de la Junta que varía según los casos. Los técnicos de la institución comentan que tienen familias de acogida monoparentales, numerosas, homosexuales, heterosexuales, de jóvenes, de mayores, de abuelos... “El denominador común es la solidaridad”, precisa Escribano. La motivación no puede ser adoptiva, sino de acoger y ayudar al menor ya que las familias de acogida deben servir de “puente” –en palabras de Peláez– hacia su futuro. Los casos más difíciles para lograr el acogimiento son los de grupos de dos o más hermanos, menores con algún tipo de discapacidad o niños a partir de unos 10 años.
Hogar Abierto tiene un equipo multidisciplinar de psicólogos, trabajadores sociales, educadores y abogados que se encargan de buscar, valorar y formar a familias de acogida, así como también de hacer el seguimiento de la evolución de los pequeños. Siempre, el Servicio de Protección de Menores es el que ratifica o rechaza las propuestas de las entidades colaboradoras.
Además de hacer el seguimiento de los menores, Hogar Abierto también apoya a las familias en las necesidades, dudas o inquietudes que puedan tener sobre su manejo. Montiel aclara que, por ejemplo, no deben tener reticencias para acoger niños a partir de los 10 años porque en estos casos “es más fácil que comprendan su situación y se quieran integrar en una familia”.
A lo largo de los 25 años de existencia como institución, Hogar Abierto ha hecho posible el acogimiento de “miles” de niños y ahora hace este llamamiento para que todos los que lo necesiten puedan vivir como los demás, integrados en el seno de una familia.
Hubo un tiempo hace unos 30 años en el que los niños declarados en desamparo por la Junta de Andalucía iban indefectiblemente a un centro de protección de menores. Hasta que la legislación creó la figura del acogimiento para que los pequeños vivieran en un núcleo familiar como el resto de los niños y el sistema fuera más humanizado. Eran tiempos en los que personas solidarias solían llevarse a menores a casa, muchas veces de manera informal, para que disfrutaran de un entorno más normalizado.
En aquella época en la que el acogimiento familiar echaba a andar a muchos funcionarios de los servicios sociales y de protección de menores, aquella modalidad “les sonaba a chino”, recuerda el presidente de la Fundación Hogar Abierto, Alberto Peláez. Este abogado malagueño ha sido el impulsor y alma mater de esta iniciativa que en la provincia ha contribuido a que miles de niños no tengan que vivir institucionalizados en centros.
“En aquellos comienzos, nos daban en acogimiento los casos más desesperados y complicados”, añade. Cuenta que incluso tenían que lidiar con las resistencias de los empleados de los centros de protección que temían perder su empleo si el acogimiento en familias se generalizaba.
Afortunadamente por el bienestar de los niños, el modelo se ha ido imponiendo y en la actualidad en la provincia hay más pequeños en acogimiento familiar –439– que residencial –331–. Hogar Abierto cuenta con 185 familias activas dispuestas a acoger, tanto ajenas al propio menor como extensas. Pero hacen falta más, especialmente para los acogimientos de urgencia.
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