Las averías y el escaso caudal dejan en casi nada el segundo riego de emergencia en el Guadalhorce
Aprema asegura que se han registrado más de 50 roturas en la red y que unas 8.000 hectáreas no han recibido la dotación acordada
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Nefasto arranque del segundo riego de emergencia en el Valle del Guadalhorce. El rosario de averías que vienen sucediéndose en la red de tuberías, sumado a la escasa dotación habilitada por el Comité de Sequía para este período, está impidiendo a buena parte de las comunidades de la comarca regar sus cítricos por falta de presión en el caudal, tal y como afirman fuentes de la Asociación Provincial de Regantes de Málaga (Aprema).
En concreto, según informa el órgano de los regantes a Málaga Hoy, hasta la fecha se habrían producido "más de 50 roturas en la red tirando por lo bajo", puesto que no todas son puestas en su conocimiento; una serie de contratiempos que han dado la puntilla a los agricultores, que apenas ven salir agua de sus sistemas, ya que los tres hectómetros que les corresponden desde el 5 de agosto y hasta el fin de existencias resultan insuficientes.
"Lo de este año es para no creer. En el primer riego (del 12 de junio al 14 de julio) se repartieron seis hm3 y 2.000 hectáreas se quedaron sin regar, fue un caos; el segundo, directamente un desastre, de momento hay 8.000 hectáreas que no reciben el suministro que necesitan, es más, ninguna comunidad ha recibido la cifra acordada", aseguran las mismas fuentes, que tildan los daños en los cultivos de "catastróficos".
Bien es cierto que "siempre hay problemas" con "tres o cuatro averías en puntos negros" como el sifón de Pereira, el de la Villa, Fahala o Cañada Honda. Además del sifón de Cártama, al que ponen como ejemplo de mal funcionamiento. "El propio 12 de junio, el primer día, se quebró; tardaron en arreglarlo 21 y se volvió a averiar ese mismo día. No han podido empezar con el primer riego hasta el 1 de agosto", detallan desde Aprema, cuyas fuentes también critican la antigüedad de la red. "Es júrásica y encima siempre se repara con parches. Respecto a la de otros sitios es como comparar un Fórmula 1 con un 600", añaden.
Tras una ronda de llamadas a varias comunidades de regantes, las ideas más repetidas son la del "incumplimiento" y la "impotencia". En estos términos se expresa, por ejemplo, Paco Sánchez, perteneciente a las comunidades de regantes de Las Cabrerizas y Doña Ana-Las Monjas. "Casi no regamos en el primer turno, ni creo que vayamos a poder hacerlo en el segundo", detalla este agricultor. "Las infraestructuras son muy antiguas. Ya llevamos más de 5.000 euros en averías. Antes, se desperdiciaba mucha agua en fugas, pero pasaba porque bombeaban más; ahora se queda ahí. Hemos desistido", explica Sánchez, que cree que a su finca solo llegará algo de agua a una de las mitades, y para abastecer a no más de un 30%. Tras ello, no descarta dejar el sector. "¿Así a alguien le merece la pena dejarle la explotación a sus hijos, nietos o lo que sea?", reflexiona haciendo alusión a las difíciles condiciones para el relevo generacional.
Más complicada, si cabe, es la situación en la que se encuentra la comunidad de regantes AIV-7 Zarzalón, según indica su secretario, Miguel Espinosa. "Soy el último de esta acequia, y de momento no hemos recibido nada. Ni yo ni el 99% de esta ribera". También en su caso sufrieron una avería al comienzo del período de regadío que les restó 12 días hasta que llegó una pieza para arreglar una tubería desde Barcelona. "Con tres hectómetros no nos llega el agua. Los limoneros tienen un estrés hídrico muy grande. Se están secando", asegura.
La comunidad de la Vega de Riarán, según explica uno de sus miembros, Juan Bedolla, directamente no ha visto agua salir de sus sistemas de riego porque dependen de otros regantes al estar fuera de servicio su red. "Unos nos abastecemos con cubas, otros con pozos... Pero es un año para olvidar", apunta.
El terral achicharra los cítricos "Los limones parecen esponjas, están para tirarlos"
A todo lo anterior es preciso añadir el escenario de altas temperaturas y terral que llevan padeciendo los cítricos del Valle del Guadalhorce desde mediados de julio, lo que ha provocado una "merma enorme" en la producción.
Así lo asegura Ramón Pérez, agricultor que cuenta con una explotación de limoneros en Álora, donde los termómetros han subido extraordinariamente las últimas semanas hasta alcanzar los 44,3 grados el pasado 1 de agosto, marcando la máxima de España. "Las olas de calor se han cargado todo. La mayoría de los limones se han quedado en los árboles. No merece la pena. Los que se han recogido parecen esponjas. Están para tirarlos", asegura.
Una situación que, no obstante, viene de lejos, de antes incluso que estas cuatro olas de calor que han afectado a la provincia. "Las altas temperaturas de principios de año han influido mucho. Los árboles se desnortaron, la cosecha se adelantó y los frutos se empezaron a caer a últimos de abril y principios de mayo".
Algo que solo habría podido paliarse mediante los riegos; pero que, igual que le ha sucedido a las comunidades de regantes de la comarca, Pérez no ha podido llevar a cabo en su totalidad por las averías. "Hemos tenido muchas. Aquí, en Morquecho, la conexión se ha roto 16 veces. Echa agua diez minutos y se rompe por dos sitios. El viernes pasado fue la última vez que arregló".
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