La banda terrorista mató a 13 malagueños desde la Transición

Además del concejal José María Martín Carpena, asesinado en Málaga, ETA acabó con la vida de otras 12 personas en atentados perpetrados fuera de la provincia y en los que otras 140 resultaron heridas.

S. S. · M. C. · L. G.

22 de octubre 2011 - 07:35

Málaga/Trece malagueños han pagado con su sangre la sinrazón etarra. La muerte a tiros del concejal popular José María Martín Carpena conmocionó a Málaga el 15 de julio de 2000. Pero otras 12 personas oriundas de la provincia han fallecido en atentados perpetrados por toda España desde la Transición. El guardia civil Francisco Javier López no olvida ninguno. Y dice que además de los muertos hay 140 heridos, entre civiles, policías y guardias civiles. López es el delegado en Málaga de la Asociación de Víctimas de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Él mismo fue herido en uno de los primeros atentados de la banda, en Galdákano (Vizcaya), en 1978.

"Que no haya más víctimas siempre es una buena noticia, pero el comunicado no es suficiente. Dicen que dejan la lucha armada, pero lucha no ha habido nunca, sino una parte que ponía las víctimas y otra que cometía los atentados; un grupo de delincuentes que atentaba contra la integridad democrática", sostiene. Como otras víctimas es escéptico: "A partir de ahora, el Gobierno va a seguir el guión que tiene escrito, su hoja de ruta, que es el acercamiento de los presos de forma masiva. De hecho ya se están acercando y con toda seguridad empezarán a aplicarse beneficios penitenciarios. El Gobierno no tenía que haber negociado con ellos sino exigirle la disolución, la entrega de las armas y el someterse a la Justicia. Me temo que habrá delitos que se van a quedar impunes. Es una buena noticia que no haya más víctimas, pero no es todo lo que esperábamos. Esperábamos que se disolvieran y pidieran perdón".

Uno de los atentados en la provincia fue el cometido en 1997 en Rincón de la Victoria. Hoy, un detector de metales en la entrada del Consistorio recuerda que algún edil estuvo en el punto de mira terrorista. Lo instalaron poco después del 8 de septiembre de 1997. Ese día, el alcalde, José María Gómez Muñoz (PA), y el concejal de Urbanismo, Francisco Robles, sufrían un atentado de ETA. Una joven cajera de un supermercado les salvó la vida. Aquella mañana, la chica vio que debajo del coche de Robles que estaba aparcado junto al establecimiento había una caja metálica. No le gustó su aspecto y decidió acudir al Ayuntamiento para ponerlo en conocimiento de las autoridades. No le hizo falta subir, porque este peligroso juego de casualidades, le llevó a encontrarse en la plaza al regidor y al jefe de la Policía Local. Se trasladaron hasta el coche. "Cuando lo vi no me gustó. Soy electricista y me di cuenta que de la caja salían dos cables con muy mal aspecto", explica Gómez Muñoz quien llamó a los Tedax de la Guardia Civil. Entonces, recordó, que también por casualidad, había ido hasta el Consistorio en el coche de su mujer. El suyo lo había dejado en casa. "No puede ni imaginarte lo que es el miedo. Todavía veo a mis hijos volando en el coche todas las noches. Ese miedo no se quita nunca", recuerda el alcalde que llegó justo en el momento en el que sus hijos se habían subido en el coche para ir con su madre a la playa. "Mi familia todavía tiene el miedo. Eso no se quita, y lo peor es que el Estado de Derecho todavía no nos ha reconocido como víctimas de terrorismo. He perdido dos juicios y siguen sin reconocerme la paga que me corresponde por las secuelas psíquicas. Mi testimonio fue crucial para que detuvieran al Comando Andalucía. Los demás -el matrimonio Becerril, Portero o Carpena- habían muerto", reclama el exalcalde, quien aparecía en varias listas de ETA. Nunca supo por qué lo eligieron a él. "Son unos asesinos y me tocó como a Miguel Ángel Blanco y como a otros muchos que no tienen escolta".

Anoche vio el final de ETA en su casa. Se siente un poco hastiado y dice que no se lo cree. "Los he visto encapuchados y con un arma. Mientras no la entreguen es mentira. Luego se sentarán con gobierno y oposición y no creo que sea para un café", sostiene Gómez Muñoz.

Juan Aguilar Osuna es un joven de Torre del Mar que tras finalizar el Bachillerato decidió seguir los pasos de su padre y su hermano en la Guardia Civil. Lo destinaron a Collado Villalba. En diciembre de 2002 cuando estaba de servicio con su compañero Antonio Molina en la carretera de La Coruña vieron un vehículo que les resultó sospechoso. Le dieron el alto. Al requerirle la documentación, dos etarras comenzaron a disparar a los agentes. Su compañero murió en el acto y el todavía sufre terribles secuelas en su brazo derecho. Evitaron que los terroristas llegaran a Madrid con un cargamento de explosivos con los que pensaban atentar en algún centro comercial durante la Navidad. "Estaba en casa cuando vi el comunicado de ETA. Por un lado sentí alivio, por otro rabia. Son muchos sentimientos enfrentados. Creérmelo, no creérmelo", expresa Juan quien precisa que el comunicado es "demasiado escueto" y no hace referencia a que "vayan a entregar las armas". "Tampoco van a pedir perdón. Eso duele mucho. Aunque lo que deberían hacer es entregarse a la Justicia", dice sincero esta víctima que sabe que "no se puede olvidar a tantos muertos, familias destrozadas y heridos como yo". Juan va más allá. "El único alivio que supone es que no van a matar más, pero las heridas no se cierran. Yo tengo un compañero que murió, el recuerdo no lo puedo cerrar ; es un dolor día y noche", añade este guardia civil que reconoce que su vida le ha cambiado completamente: "Yo era una persona y ahora soy otra". "A mí no se me puede olvidar eso en la vida", concluye.

Once años hace que el entonces fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) Luis Portero era tiroteado por los asesinos de ETA en el portal de su vivienda, en Granada. Su hijo, que lleva su mismo nombre, asiste al anuncio de la banda terrorista con poco entusiasmo y escasa sorpresa. "Me lo esperaba, llevo meses advirtiéndolo, que iban a hacer lo que al final han hecho poco antes de las elecciones en un intento por influir en la campaña", explica. Tiene claro que el paso dado es consecuencia de la "hoja de ruta diseñada por Eguiguren y Ternera". Cuando habla del comunicado en el que ETA anuncia su cese definitivo de la violencia, Portero no duda: "Se queda corto; es un poco más de lo mismo, porque pide lo mismo de siempre. Implícitamente sigue hablando de Euskalerría, de la mesa de los presos para superar las consecuencias del conflicto y de la mesa política". "Lo que da a entender es que si no se hace lo que pedía la conferencia de paz podría replantearse volver a las andadas", apostilla. Al tiempo, considera que lo que tendría que haber hecho la banda es anunciar su disolución y pedir perdón a las víctimas. Cuando se le pregunta si lo ocurrido el pasado jueves le ha removido recuerdos es taxativo: "Mi padre muere hace once años; cada vez que ETA hace algo no por eso tengo que acordarme de mi padre, trato de honrarle todos los días".

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