La batalla diaria del ‘Melillero’

Marítimas

El buque de Trasmediterránea transporta desde el puerto carga rodada y pasajeros extremando todas la seguridad

Un camión en el interior del ‘Melillero’, arriba, un trabajador desinfecta los asientos
Un camión en el interior del ‘Melillero’ / J. C. Cilveti
J. C. Cilveti

06 de abril 2020 - 07:28

Málaga/Convertido en un servicio esencial para abastecer de suministros a Melilla, el ferry de Trasmediterránea Ciudad Autónoma Melilla Ciudad Autónoma Melilla mantiene sus navegaciones adaptado a todos los protocolos de seguridad establecidos por el Gobierno de España, las autoridades sanitarias y diversos organismos marítimos internacionales. En conversación telefónica con Málaga Hoy, Fermina Suáez Ruiz capitán del Melillero refiere como es el día a día de su barco en esta situación de crisis.

Tras quedar reducida su tripulación a 30 personas, cuando la dotación habitual de este buque es de 47, “la principal premisa ha sido, tras la declaración del estado de alerta por coronavirus, instruir a todos en los protocolos a seguir, así como en el mantenimiento de una serie de pautas diarias de limpieza y desinfección extrema en todo el barco”.

En marcha todas estas medidas que se están complementando con unas labores de limpieza que, una vez a la semana realizada una empresa externa, los asuntos relacionados con la ventilación se han convertido en esenciales, priorizando que el aire procedente del exterior sea renovando al 100%, además de mantener el control y limpieza de los filtros de aire acondicionado.

Los asuntos relacionados con la ventilación se han convertido en esenciales

Con toda la tripulación del Melillero con guantes y mascarillas, además de con abundantes zonas donde se encuentran geles desinfectantes de manos, la dotación del Ciudad Autónoma Melilla ha reducido los espacios de uso a bordo. Sin ningún contacto entre la tripulación y el pasaje salvo los estrictamente necesarios (en estos casos la medida de alejamiento personal se ha ampliado a tres metros de distancia), en las zonas de habilitación para el personal del buque también se han impuesto restricciones; unas limitaciones de seguridad que existen tanto en el puente de mando como en las salas de descanso o los comedores.

En lo que hace referencia al pasaje, tras quedar establecida la norma por la que sólo pueden viajar los que obtengan un permiso de la Delegación del Gobierno de la Ciudad Autónoma, las personas que están embarcando en el Melillero (desde que se impuso el estado de alarma la media diaria no ha superado los 30 pasajeros), deben cumplir en todo momento las reglas impuestas en el barco. Restringidas las zonas comunes y sólo con la posibilidad de moverse por determinadas áreas de paso, los pasajeros individualmente, ya que sólo pueden embarcar acompañadas las personas dependientes, tanto en los camarotes como en las butacas deben mantener las normas de seguridad establecidas a bordo.

Habilitados camarotes no contiguos y solo en uso una sala de butacas en la que se ha extremado el distanciamiento, los pasajeros que viajan en el Melillero, durante su travesía pueden hacer uso del bar situado a popa del buque. Limitada la barra de este bar, las personas que tomen algún tipo de consumición deberán sentarse en mesas separadas; unos espacios que son limpiados y desinfectadas en el momento en el que pasajero abandona este lugar.

Convertido este ferry en un buque donde, debido al estado de alerta por el coronavirus, se está transportando más carga rodada que pasajeros (las medidas de limpieza y desinfección en los garajes del barco también alcanzan un grado extremo), el Melillero, privado de su habitual bullicio de personas se mantiene en activo realizando salidas desde el puerto de Málaga los lunes, miércoles, jueves y viernes a las tres de la tarde.

Concienciada toda la tripulación sobre cómo se tienen que hacer las cosas en este tiempo de crisis, “aunque la música es la misma hemos tenido que aprender cómo hay que bailar”, refiere la capitán Suárez, el Ciudad Autónoma Melilla mantiene sus navegaciones en la ruta del mar de Alborán en una alerta permanente; un hecho que está posibilitando la llegada de suministros a la vecina ciudad de Melilla.

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