La Baviera Romántica VI: Los castillos del Rey Loco I
El Jardín de los Monos
No se entiende la Baviera Romántica sin el personaje y sus castillos en torno al cual gira su esencia. Nos referimos al rey Luis II
La Baviera Romántica: Friburgo

Cuando volvíamos de Friburgo, todavía en la Selva Negra, paramos en un pueblecito situado en un enclave espectacular. Se llamaba Triberg. Las aguas del río Gutach lo atraviesan a una velocidad de vértigo y dando unos saltos que llegan a tener hasta 160 metros de altura. Está rodeado de bosques de abetos verdipardos, color propio de mediados de agosto fechas en las que, por estas latitudes, comienza a otoñear. Parajes de ensueño y un pueblecito encantado, donde las ardillas campan a sus anchas y en el que pudimos visitar “La Casa de los mil relojes”. Jamás habíamos visto algo igual. Un sin fin de relojes de cucos de distintas formas, tamaños y fantasías, todos en hora, funcionando y, cada media, abrían unas puertecitas para que saliese un cuclillo de su interior cantando su cucú. Todo un espectáculo.
No se entiende la Baviera Romántica sin el personaje y sus castillos en torno al cual gira su esencia. Nos estamos refiriendo, obviamente, al rey Luis II de Baviera, cuarto monarca de la dinastía Wittelsbach, más conocido como el Rey Loco. Heredó el trono a los 18 años, tras la muerte de su padre, Maximiliano II, pero pronto se distanció de la política y de las responsabilidades oficiales, entregándose a una vida más introspectiva y apasionada por las artes. Fue un gran mecenas de la música, especialmente de Richard Wagner, a quien ayudó financieramente y convirtió en una figura clave de su corte. A lo largo de su reinado tuvo una fervorosa pasión por la construcción de castillos. Su legado arquitectónico más importante, que hoy día constituye uno de los atractivos turísticos más importantes de Alemania, fueron tres castillos: El castillo de Neuschwanstein, el más famoso, cerca de Fusen, a 120 Km de Munich la capital del reino de Baviera, construido siguiendo el estilo de los castillos feudales de la Edad Media; el castillo de Linderhof, una residencia de recreo estival cerca de Oberammergau, a 90 Km de la capital, el más pequeño y el único que vio terminado, y el castillo de Herrenchiemsee, construido al estilo versallesco en una isla del lago Chiemsee a 68 Km de Munich. Su infancia transcurrió en el castillo de Hohenschwangau, en Füssen, construido por su padre, en el que vivió con su madre durante años y tuvo de invitado, durante un tiempo, a Wagner. También gustaba de aislarse durante largas temporadas en el castillo-palacio de Berg a orillas del lago Stamberg, a 26 Km de Munich.
Su estilo de vida y su creciente aislamiento en los castillos, generaron preocupaciones sobre su salud mental. Fue objeto de críticas por sus extravagancias y sus gastos desmesurados, especialmente en los castillos que construyó, lo que le llevó a tener serios conflictos con el gobierno y la corte. En 1886, tras ser declarado incapaz de gobernar debido a su presunta locura, fue depuesto por su propio gobierno. Al poco tiempo de su destitución, Luis II fue encontrado muerto bajo circunstancias misteriosas en el lago Starnberg, junto con su médico siquiatra. Las causas de su muerte nunca se aclararon completamente, y su fallecimiento alimentó diversas teorías conspirativas.
Me encanta el desayuno típico bávaro siempre que lo remate al final con un buen café. Normalmente consiste en unas salchichas blancas cocidas (weisswürste) con mostaza, unas galletas saladas (brezel) y cerveza de trigo. No cabe duda de que constituye un buen chute energético, lo que siempre es bueno cuando se viaja. Después de desayunar, partimos hacia Füssen, primera ciudad de la Ruta Romántica del Rey Loco. Entramos en Baviera y decidimos establecernos en Lechbruck am See, un pueblo que está a unos 20 Km de Füssen. Puede que sea el pueblo más tranquilo y relajante del mundo. Un pueblo de postal cuyo magnífico lago de aguas calmas invita a zambullirse en él mientras se contempla la preciosa panorámica de las majestuosas montañas que le rodean. Una de las notas más curiosas de la zona es el frecuente adorno, en los jardines de muchas casas, consistente en un poste de considerable altura con brazos que sostienen macetas de flores. Suelen estar pintados, ostentosamente decorados, y le llaman “árboles de la primavera”.
Una vez aposentados, nos fuimos a visitar Füssen. Es una pequeña ciudad de unos 15.000 habitantes, situada al pie de los Alpes en la frontera con Austria, muy conocida por su pintoresco casco antiguo, su arquitectura medieval y, sobre todo, por tener, a unos 5 Km, el castillo más famoso del Rey Loco: El Neuschwanstein. La historia de esta ciudad se remonta a más de dos mil años. Comenzó siendo un asentamiento romano y se convirtió en un importante centro comercial en la Edad Media. Durante gran parte de su historia, estuvo bajo el control de los duques de Baviera, y fue muy conocida por su monasterio benedictino, que desempeñó un papel crucial en la vida religiosa y cultural de la región. El casco antiguo de Füssen es encantador, con calles adoquinadas, coloridas fachadas de edificios y una atmósfera tranquila que invita a pasear.
Dimos comienzo a la denominada Ruta Romántica visitando el castillo real de Hohenschwangau que está a 4 Km del pueblo, a unaconsiderable altura dominando el pequeño lago de Alpsee. Es de estilo neogótico y fue mandado construir, en los años treinta del siglo XIX, por el rey Maximiliano II de Baviera. En él vivió muchos años la reina María con sus hijos. Tras su infancia, Luis II, ya rey, tuvo de invitado a su amado compositor Wagner. Desde este entrañable castillo, Luis vigilaba las obras del castillo Neuschwanstein con sus prismáticos.
El castillo, magníficamente decorado, cuenta con grandes frescos y tapices que recrean temas medievales y mitológicos que despertaron en el rey, desde niño, las fantasías basadas en las leyendas germanas que le fascinaron y que agudizaron su ya notorio sentido romántico de la vida heredado de su padre Maximiliano y su abuelo, Luis I de Baviera. Se conservan también numerosos recuerdos de la Corte bávara y de la más que intima amistad con Wagner. Su amor homosexual por el compositor era públicamente sospechado. De su estancia en Hohenschwangau, el escritor e historiador musical Bletschacher describió tanto la fallida primera visita de Wagner que la Reina Madre torpedeó con éxito, como la posterior, que sólo terminó después de que la relación se convirtiese en escándalo, lo que provocó la animadversión, tanto del gobierno como del pueblo, al compositor. El citado ensayista dejó constancia de ello recogiendo el siguiente artículo de periódico: "Cuando un 'clérigo' expresó, en un trayecto en el tren, su descontento mal disimulado porque 'el rey estaba haciendo mucho alboroto con el músico luterano', un granjero sentado en el compartimento respondió un tanto groseramente: 'Prefiero ver al rey con el músico que con el sacerdote”.
No acabábamos de poner un pie fuera del castillo cuando comenzó el diluvio. Solo había visto un chaparrón igual, en un mes de agosto, en el Valle de Arán. Compramos unos paraguas, cuyos diámetros eran como cosos taurinos, y resolvimos el problema. Aún los conservamos. Nos dimos un paseo por el pueblo, una vez que había descampado. Vimos la iglesia de San Magno (Pfarrkirche St. Mang) que formaba parte de un convento benedictino del siglo XII y fue reformada en estilo barroco el el s. XVIII. Es curioso que en una de sus capillas se conserva un mural de una “Danza Macabra” que es una de las más importantes, antiguas y escasas que quedan por Europa. Y, en la plaza principal (Hohes Schloss) se encuentra un castillo (hoy Juzgados) del siglo XIV que fue la residencia de los príncipes-obispos de los Augsburgo. En las afueras, a 27 Km de Fusen, se encuentra el Santuario “der Wies”, de estilo rococó, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
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