En busca de las barreras de la ciudad
Estudiantes de Arquitectura se ponen en la piel de personas con movilidad reducida o invidentes para descubrir la falta de accesibilidad en el centro
Nada mejor que cerrar los ojos, coger un bastón y echar a andar. Es entonces cuando cualquiera puede comprobar lo difícil que resulta a un invidente dar un simple paseo por el centro de Málaga. Así de fácil. O de difícil: semáforos sin sonidos de aviso, señales y postes puestos en mitad de la acera o baches en la calzada complican el paso. "Esto es jugarse la vida", se quejaba José Antonio Gutiérrez, un estudiante de Arquitectura que ayer se metió en la piel de un ciego para conocer los problemas de accesibilidad y aplicarlos a la asignatura Urbanística III.
"El objetivo es que sepan realmente los problemas que hay y luego los tengan en cuenta a la hora de realizar los proyectos que hacen los arquitectos", explicaba ayer el profesor de la materia, Carlos Rosa. En total, medio centenar de chavales se turnaron para ser invidentes o ir sentados en sillas de ruedas. "Es muy complicado porque hay problemas en todas partes", añadía Amanda Galiano, otra estudiante, que recorrió uno de los tres itinerarios diferentes en el casco histórico que realizaron sus compañeros.
Para todos ellos, los problemas empezaron justo al salir de la Escuela de Arquitectura, ubicada en el convento Aurora María, junto al puente de la Aurora. Para salir de allí andando existen unas escaleras, pero en silla de ruedas hay que dar un rodeo hasta llegar a calle Mármoles. De allí a Carreterías el paseo es aún mayor: aparte de arriesgarse en dos pasos de peatones que no están adaptados, es imposible bajar por la Tribuna de los Pobres. Así, hay que recorrer parte del Pasillo Santa Isabel paralelo al río Guadalmedina y entrar por la zona de calle Cisneros, donde varios andamios dificultan el paso a cualquiera. "Y mucho más a nosotros, que tenemos bastantes más problemas para desplazarnos", afirmaba Francisco Torres, secretario de la Asociación de Terapia Ocupacional y Laboral de Minusválidos de Málaga (Atolmi) que acompañó a los alumnos para subrayarles sus problemas de cada día. "Es verdad que todo está cambiando y que cada vez hay más zonas adaptadas, pero aún queda mucho por hacer", añadió Torres. También la ONCE colaboró con bastones y antifaces para la cara.
A lo largo de la mañana los futuros arquitectos se dieron cuenta de los problemas de desplazamiento de estos colectivos y ahora los aplicarán a diferentes proyectos de clase, que ya han servido para dar ideas al propio Ayuntamiento de Málaga, con el que mantienen una buena relación. "El año que viene saldremos del centro y buscaremos otros barrios para ver qué tal están", concluyó el profesor que ideó esta actividad, Carlos Rosa.
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