Las cañas de las playas de Málaga: "Son una especie invasora de difícil eliminación"

La retirada y reemplazo por plantas autóctonas y la creación de escolleras con suelo orgánico suficiente para estas, las principales formas de hacerles frente en los cauces

Las secuelas del tren de borrascas: plan especial para retirar toneladas de cañas en las playas de Málaga

Así se ven las playas de Guadalmar cubiertas de cañas
Así se ven las playas de Guadalmar cubiertas de cañas / Javier Albiñana

Son la huella más evidente que han dejado las intensas lluvias en las playas, donde estos días los operarios se afanan en recogerlas para dejar los arenales expeditos de cara a la Semana Santa, pero la caña brava no sólo supone un verdadero quebradero de cabeza para administraciones o paseantes que quieren disfrutar de unos arenales en un perfecto estado de revista, tanto o más de lo que se espera de un destino como Málaga. Ante todo son un problema contra el que, existe consenso, es complicado luchar porque requiere de mucho tiempo y recursos.

En estos mismos términos se referiría la consejera de Sostenibilidad y Medio Ambiente, Catalina García, al ser preguntada por posibles medidas de contención de esta especie, que ha provocado el atoro de canalizaciones, embalses o tuberías, asegurando que su departamento trabaja junto a la Consejería de Agricultura para realizar "una planificación estratégica" y que "su eliminación no es tan sencilla". "Creemos que es más fácil, o creemos que es la vía y el camino, tenerlas controladas y hacer una estrategia para que no exista una mayor propagación", aseguró.

Pero eso será la próxima vez. De momento, los servicios operativos de los municipios costeros tendrán que conformarse con quitar las miles que han llegado a la orilla acompañada de una multitud de residuos. Primero amontonándolas y a continuación retirándolas con un vehículo pulpo, tal como se hacía este jueves en las playas de la Misericordia y de la Fábrica de Cemento, en las que la normalidad está cada día un pasito más cerca que el anterior.

Y es que, como muestran los datos hechos públicos por la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental, la invasión de cañas en las playas a causa de las lluvias ha sido total, con casi 2.700 toneladas retiradas ya nada más que en esta zona (son unas 700 más que el año anterior completo), donde los consistorios llevan desde que las condiciones meteorológicas dieron un respiro manos a la obra.

Esta situación, que se vio por última vez tras las danas de octubre y noviembre, según asegura el director de la Cátedra de Cambio Climático de la UMA, Enrique Salvo, se debe, entre otros factores, a las características propias de esta planta, que está catalogada como una especie exótica invasora. Proveniente del extremo oriental del Mediterráneo, "se afincó en ríos, arroyos y ramblas, entrando en competencia con especies autóctonas como los tarajes o las adelfas, a las que desplazan". Algo a lo que, añade este experto, ha contribuido también la mano del hombre con "la extensión de la agricultura hasta los mismos bordes de los cauces para obtener agua y por la construcción".

"En menos de 50 años han ido expandiéndose hacia zonas más altas, ayudadas también por el calentamiento, que ha creado unas condiciones más idóneas", prosigue. Aunque si algo ha hecho de la caña brava una especie sin competidores a su alrededor esas han sido sus propiedades aleopáticas, es decir, que produce unos compuestos bioquímicos que "contaminan el suelo evitando que crezcan otras porque sus semillas no germinan", a la par que "su capacidad para establecerse en cualquier hueco incluso tras navegar río abajo".

Para luchar contra su proliferación, Salvo pone varias medidas encima de la mesa. La eliminación y reemplazo por especies autóctonas, casi con prácticas manuales, sería la principal, y debería verse acompañada por la creación de escolleras con suelo orgánico suficiente para albergarlas. "La intervención será lenta y costosa, pero la inversión se recuperará y evitará costes mucho más elevados en desatorar y limpiar". No hay más que ver, dice, "el efecto represa" que han formado en los ojos de los puentes. "Los ríos son los ecosistemas más sensibles y con más biodiversidad, deberíamos ocuparnos más de ellos. Son fundamentales".

¿Y qué se puede hacer con las cañas una vez retiradas? La Cátedra que dirige Salvo se encuentra investigando en estos instantes junto a la empresa malagueña Tododobarro si podría utilizarse como "motor de combustión". "Puede ser una opción, pero veremos a ver en qué queda, porque de todos modos es un material que ocupa mucho y que además se acopia de golpe", detalla. Otra opción, más enfocada a la artesanía pero a todas luces más efímera, sería la elaboración de cañizos para chiringuitos.

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