La cantinela del primer día
Miles de personas estrenaron la fiesta en el centro de la ciudad
#vámonospalaferiacariñomío. Con este mítico hashtag que ya se ha convertido en el encabezamiento de todas las ferias y con ganas, muchas ganas, las redes sociales eran pura candela a eso de las 15:00 horas. Gitanas con flores, o flores sin gitana pero con sus correspondientes shorts, daban la bienvenida a la primera jornada de la Feria del centro mencionando la célebre letrilla de El Pali. Pero ser un mero figurante de la Feria en una de las fiestas más importantes del sur de Europa lleva su tiempo, y quizás por eso fue irremediable hacer un guiño a Las Carlotas con un #estaniñavienetardenotienenovioniná.
Sorprendentemente y tan solo media hora más tarde, las calles del centro sólo albergaban familias y algún que otro turista que intuía el espíritu de la Feria pero que no lograban descifrar por completo el por qué del brote de algún que otro caballo con su respectivo caballista vagando errante por la plaza de la Merced.
#Vengagitanaamárrate los palillos quevienencurvasporsevillanas, Ecos del Rocíoy ecos de chillidos in crescendo comenzaron a colmar las calles del centro conforme los comercios comenzaban a sacar a las puertas los letreros con los, si no dolorosos, temidos precios. En cuestión de media hora, si en la mente de algún turista quedaba un resquicio de duda sobre qué acontecía, se disipó.
La "marea blanca" paradójicamente menos sanitaria irrumpió por las calles de la ciudad liderada por bolsas de plástico blancas atestadas de alcohol y demás útiles necesarios para montar una coctelería express allá donde el momento lo requiriese. #Yahuelea feriaqueoleyahueleaferia, los Amigos de Gines conocían el olor de la Feria, que no es otro que el aroma del casco histórico de Málaga cuando la marabunta eligió su predilecta ubicación y así, se asentó desde el principio de calle Larios hasta más allá de la Merced sin dejar un sólo hueco por los pasajes aledaños.
Feriantes precoces, feriantes novatos y feriantes ya curtidos en mil festejos, el catálogo de perfiles era tan plural y cosmopolita como tipos de vasitos de vino y estilos de abanicos pululaban por la zona.
#Quierocruzarelriopara bailar sevillanas, desde la nueva portada que corona calle Larios hasta las proximidades de la plaza Uncibay se concentraban los feriantes más castizos, aquellos que cruzaron el río Guadalmedina para pasar un día entre verdiales y sevillanas en locales propiamente decorados acompañados de las bandas sonoras más tradicionales en estas ocasiones.
Por otro lado, no faltaron aquellos que prescindieron de farolillos y música, pero no del vino. Y es que el vino, #¿quétiene elvinoquealegralaspenasmías? hace accesible cualquier escalón de la plaza Uncibay y convierte en comodidad cualquier hueco de la calle Madre de Dios que, dado el abarrotamiento, no era tarea sencilla.
Como cada año, la dualidad de los dos tipos del centro se tornó más férrea que nunca en la primera jornada. Además, para el desencanto de aquellos fieles defensores de la legendaria gitana y del folclórico y masculino traje de corto, fueron pocos los que se atrevieron a lucir dichos atuendos que, en el caso de las mujeres, constituye un obstáculo para desfilar por las calles en las que no cabía un alfiler.
En esta Feria no tiene cabida ni la pena ni la prisa, ya lo decían en su sevillana Los Romeros de la Puebla #Andaconlaprisajusta, sobre todo si quieres cruzar el casco histórico, toda una azaña para aquel que ose intentarlo. No importa la dirección, desde calle Larios hasta la plaza de la Merced y viceversa, las aglomeraciones de gente transitando obligaban a disminuir muy considerablemente el paso de los viandantes hasta el punto de conseguir paradas obligadas provocadas por el taponamiento de las estrechas vías. Largas colas de gente, a modo de congas cuando de un grupo de amigos se trataba, intentaban llegar unidos a su destino y con el vaso lleno, toda una proeza que en ocasiones se volvió en contra de aquellos que, circulando con roce incluido, recibieron una leve ducha de a saber qué fluido.
Pero nada logró que los invitados a este evento, que compartieron escenario con numerosas policías y patrullas caninas, no manifestaran sus ganas de júbilo a pesar de que alguno tuviera que dar una vuelta a la calle para no toparse con dicha compañía.
Así, entre barrenderos y agua a presión concluyó la Feria de día del centro histórico, o no. El gentío continuó prolongando la fiesta pasadas las 18:00 horas. Apurando las últimas copas antes de subir al Real o buscando algún comercio caritativo que repusiera los efímeros cubitos de hielo comprados hacía tan solo media hora, la Feria de día parecía mutar hacia la nocturnidad, aunque eso nunca lo sabremos, porque como dirían los Romeros de la Puebla, #Dóndeestálallavedelaferiaquenadielosabe.
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