Carranque, el barrio de Málaga sin cimientos donde las casas se siguen abriendo
La deficiencia en la construcción a mitad del siglo pasado junto a las obras en el subsuelo del entorno y el aumento del tráfico son los causantes de las grietas
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Málaga/Mientras miran la televisión en el sofá de su casa de Carranque, Pepa y José no pueden, si no es por costumbre dejar de ver la grieta que, partiendo desde el suelo se eleva, quebradiza y relampagueando, hasta el mismo encuentro de la pared con el techo y la cenefa. A su espalda, la transversalidad de la apertura choca con la horizontalidad de los cuadros y el sofá que decoran la estancia.
En la esquina superior izquierda de la pared una pequeña medida delata que en algo más de un año la grieta ha crecido dos milímetros. Si la torre de Pisa se sigue inclinando –pese a estar controlada– por el movimiento del suelo sobre el que se asienta, la casa de este matrimonio continúa abriéndose más de medio siglo después de haberse levantado. No es la única marca de este movimiento, en el suelo de la estancia principal, las baldosas han quebrado, como una falla que separa dos placas tectónicas.
El motivo de estas grietas está bastante claro para el presidente de la Asociación de Vecinos de Carranque, Miguel Rueda: "Las casas no tienen cimientos o, como mucho, tienen unos pequeños de 50 o 60 centímetros. A eso, súmales que en su momento no se hicieron con buenos materiales, el cemento que trajeron para hacerlas acabó en el Hotel Pez Espada de Torremolinos y aquí hicieron la mezcla con arena de la playa".
Después de eso, muchos son los factores que han incrementado el movimiento de los suelos. El primero de ellos, el tráfico. "Cuando se inicia Carranque aquí no había ni asfalto, mucho menos tráfico, las casas no estaban preparadas para ese trasiego y esos cambios de peso, hay que recordar que el barrio linda con Avenida de Andalucía, que ahora no se puede asfaltar porque las máquinas con su peso y su movimiento haría que se abriesen más las grietas de las casas".
Pero también apuntan, "aunque no lo podemos confirmar con certeza" a las obras del metro, "al hacerlas tuvieron que desviar varios pasos de agua subterráneos, y cuando los devolvieron a su cauce una vez finalizaron las obras, ese movimiento en el subsuelo hizo que se agravase aún más el problema".
Los problemas estructurales son tan evidentes en los edificios de la barriada que en uno de sus colegios, el Domingo Lozano, han supuesto la declaración de cese de actividad y su cierre por parte de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga, al no estar seguro.
Unos metros más allá está José Manuel. Lleva viviendo en Carranque 64 años y llegó aquí con sólo cuatro años. Vive en un primer piso y al salir al rellano, lo único que encuentra son grietas. Una de ellas sube desde el basamento del edificio hasta encima de su cabeza, donde continúa hasta el otro lado del pasillo donde alcanza la pared contraria por la cornisa. "Esta apareció y empezó a hacerse más grande cuando terminaron las obras del metro", señala en el portal, antes de empezar a contar las múltiples brechas del interior del hogar.
El rellano es el sitio más lejano al que José Manuel puede desplazarse, el antiguo edificio no cuenta con ascensor, y tampoco con ninguna infraestructura que le permita salvar las escaleras que, por su estado de salud y sus afecciones a la movilidad, se convierten en una barrera infranqueable con el otro lado del mundo.
El arreglo de cada uno de los edificios de la barriada –entre 100 y 150 afectados, según la asociación de vecinos– cuesta en torno a 270.000 euros. En la horquilla de 60 y 70 mil euros se necesitan para reparar las casas mata. "Es mucho dinero, los vecinos no pueden hacerse cargo", dice Rueda.
Para eso, la Junta de Andalucía anunció un plan en 2021 por el que anunció una inversión de 2,3 millones de euros que ayudarían, junto a la inversión municipal a solucionar de una vez el problema estructural de la barriada. "Hasta ahora, sólo hay cinco expedientes que se hayan realizado y aceptado, de cinco viviendas, por 13.000 euros cada una", aseguran desde la asociación.
"Nosotros hace tres años cuando vinieron los políticos nos pusimos muy alegres, dijeron que lo iban a arreglar todo y que había dinero para el barrio", dice una de las vecinas afectadas, "¿pero dónde están los millones? Nosotros no hemos visto los millones todavía".
Este periódico ha preguntado a la Junta de Andalucía por el estado de la convocatoria de subvenciones para el Área de Regeneración y Renovación Urbana “Carranque. Fase 1”, en Málaga, que se abrió el 2 de febrero de 2022, medio año después del anuncio; pero al cierre de este artículo no ha obtenido respuesta.
"Con el Ayuntamiento no tenemos problema, todos los años nos dan el presupuesto para renovar entre cuatro a seis edificios, trabajamos bien con el IMV", afirman desde la asociación, que aseguran que con la Junta de Andalucía "todo son trabas burocráticas y falta de voluntad política".
Ellos, echan la vista atrás y culpan a la Junta de Andalucía "que vendió unas casas que sabían que estaban en mal estado [en los años 80] y después no se hizo cargo de ellas". Carranque fue la promoción urbanística de promoción oficial más importante de la capital. En un primer momento, se la denominó Barriada del Generalísimo y comenzó a construirse en 1955, para considerarse terminada en 1958.
Con esta construcción, que hoy está a la entrada de la ciudad, se pretendía construir un "núcleo o ciudad satélite" independiente respecto al centro de la ciudad y que pudiera funcionar como una entidad urbana autosuficiente en su día a día. En total se construyeron 2.173 viviendas y 127 locales comerciales, y entre el equipamiento disponible cabía destacar un mercado municipal, un cine, una ciudad deportiva, un grupo escolar con varios colegios de enseñanza primaria, la denominada Escuela de Ayas, el Colegio Menor Mediterráneo y una escuela de Maestría Industrial (de nombre "Jesús Marín").
Pepa y José, de momento, seguirán observando las grietas cada vez que enciendan su televisión y traten de descansar en el salón. Sobre sus cabezas, poco a poco, casi imperceptiblemente, su casa se sigue separando. Fuera, luce un sol radiante. En la ventana enrejada de un segundo piso asoman tres gatos que observan, tranquilos, el pasar del mediodía. Junto a ellos, una grieta amenaza. El barrio se sigue abriendo.
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