Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
SUCESOS
Cada viernes se repite la misma película. Coches modificados, jóvenes amantes del mundo del motor e improvisadas carreras ilegales que en ocasiones terminan en accidente. Al más puro estilo Fast & Furious, los participantes pisan a fondo el acelerador, hacen trompos y derrapan. Hace menos de cinco años, Dominic –le llamaremos así en honor a la saga cinematográfica– era uno de ellos. Reconoce que lo vivía como un juego. Sin medir las consecuencias; ni las propias ni las ajenas. Un accidente de tráfico por exceso de velocidad, que afectó a otros cinco vehículos y por el que estuvo más de medio año hospitalizado, le cambió la vida.
De padre mecánico, en su caso el refrán “en casa de herrero cuchillo de palo” no cobra sentido. Con tan solo cinco años, ya le apasionaba pasar las tardes en el taller. Diez años más tarde, en cuanto pudo, empezó a conducir ciclomotores y scooters de hasta 50 cilindradas. “Ahí fue cuando empecé a correr, era un descerebrado”, lamenta.
En 2018, durante un trayecto por autovía, en el que circulaba a alta velocidad mientras llovía, perdió el control del coche. Cinco vehículos que venían detrás no pudieron frenar, incluido un tráiler que lo arrolló. Ahí entendió que correr en carretera no era un juego. “Irremediablemente la cabeza me hizo clic”. No recuerda nada de aquel momento. Pero, la Policía y los testigos le contaron que se bajó del coche como pudo, preguntó si los afectados estaban bien y solo cuando recibió un sí como respuesta se desvaneció cayendo sobre el quitamiedos. “Ya me desperté en la ambulancia de camino al hospital”. Allí estuvo más de seis meses ingresado con lesiones en diferentes partes del cuerpo. “El asiento del coche se partió, el cinturón también y yo aparecí en la parte de atrás del coche”, detalla.
Aunque ninguno de los heridos sufrió lesiones de tanta envergadura como él, desde entonces asegura que no suele asistir a las concentraciones de los viernes. Cuando lo ha hecho, para acompañar a su pareja, cuenta que se ha quedado sentado en el asiento del copiloto. “No estoy a gusto porque psicológicamente es muy duro asimilar que te pase algo así”, admite. Sin embargo, no ha abandonado el mundo del motor: “Lo llevo en la sangre”, manifiesta. Trabaja en una empresa de alquiler de vehículos y organiza concentraciones donde se llevan a cabo actividades como drift, carreras de cintas en moto, pruebas de escape, limbo car, rutas de neones y exhibiciones de quads, entre otras. Destaca que “este tipo de eventos son totalmente legales, cuentan con el permiso del Ayuntamiento y la presencia de Policía y Guardia Civil”. La última, promovida por Motor World Girls, se celebró en la localidad de Mollina -situada en la comarca de Antequera- y tuvo un fin benéfico.
Dominic asegura que “el 80% de los asistentes -a las quedadas de los viernes- aparca su coche para hablar y ver a sus amigos del mundillo”. Su pareja puntualiza que ese porcentaje es el que realmente siente pasión por los coches y manifiesta que lo que está ocurriendo desde hace algún tiempo “es muy triste”, pues ambos reconocen que el 20% acude a las reuniones para correr. Los protagonistas son jóvenes que se han sacado recientemente el carné de conducir, describe Dominic. “La mayoría va con la L y lo hace por medirse con sus amigos, se pican, pero ni siquiera apuestan nada”.
La pasada noche de Reyes tuvo lugar el último accidente en el marco de estas concentraciones. Varios coches circulaban a gran velocidad por el polígono Guadalhorce; a su paso, espectadores los jadeaban. Sobre las 23:55, en la gran recta de la Azucarera-Intelhorce, un turismo que circulaba por el carril izquierdo a gran velocidad colisionó por alcance con dos coches que se encontraban estacionados ante un semáforo en rojo. Además de los daños materiales, un menor de trece años -que circulaba en uno de los automóviles que respetaba las normas de circulación- resultó herido y tuvo que ser trasladado al Hospital Materno-Infantil. El responsable del siniestro ha sido condenado a un año de prisión y a la prohibición de conducir vehículos a motor durante 32 meses.
Es por ello que la Policía Local de Málaga ha incrementado los seguimientos de concentraciones de coches. Al trabajo de campo, se ha unido el Grupo de Investigación y Protección (GIP), cuyos agentes rastrean las redes sociales para localizar los puntos donde se organiza la quedada cada viernes.
Se organizan a través de grupos de WhatsApp, Instagram y Telegram. Los puntos, casi siempre, se repiten:polígonos Trevenez y Guadalhorce, recinto ferial de Cortijo de Torres, Los Montes de Málaga y el Palacio de Ferias y Congresos. También se congregan en los aparcamientos de grandes franquicias.
La del fin de semana pasada estaba prevista en el de Ikea. La presencia policial espantó a los primeros vehículos modificados que entraron y dieron aviso al resto. Había que cambiar de ubicación y entonces la quedada se disgregó. Pero, cerca de un centenar de conductores se establecieron en la zona de estacionamiento de Carrefour-Los Patios. El ambiente, distendido. Jóvenes conversando y riendo, pudo observar este periódico. Si bien, en un momento dado, un coche comenzó a petardear;pocos minutos más tarde, un vehículo policial irrumpió en el lugar:“Desalojen. Todo al que permanezca en la concentración será identificado”, advirtió uno de los agentes por un megáfono. La estampida fue inmediata.
Desde Policía Local informan de que la finalidad de interrumpir este tipo de reuniones, a pesar de que no siempre se produzcan actos ilícitos, es prevenir los episodios pasados.
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