"A los 70 nos quedan muchos años por delante: no podemos colgar las botas"
Casilda Heraso | Ashoka
La dirigente de Ashoka presentó el pasado jueves el informe Vivir Más y Mejor: un mapeo con la aportación de 119 organizaciones y 14 expertos para envejecer con calidad de vida
Nueva edad de jubilación a partir del 1 de enero de 2025
Que la edad, lejos de ser un impedimento, se remita a ser lo que es: un simple número. Esto es, en resumidas cuentas, lo que propone Casilda Heraso, directora de búsqueda y selección de emprendedores y emprendedoras sociales de Ashoka España. En un país en el que la esperanza de vida media supera los 83 años (y con vistas a que los mayores de 80 crezcan un 47,5% en los próximos 15 años, según el INE) los retos de la longevidad son cosas del presente. Así lo defiende la también responsable del programa Nueva Longevidad, encargada de presentar en La Noria de la Diputación de Málaga el informe Vivir Más y Mejor el pasado jueves, un mapeo colaborativo con las aportaciones de 119 organizaciones y 14 expertos que traza una hoja de ruta para que todas las personas puedan envejecer con calidad de vida. La cita, además, contó con cinco mesas de trabajo en las que casi un centenar de interesados reflexionaron sobre cómo construir un futuro inclusivo e intergeneracional.
Pregunta.Nos encaminamos hacia un escenario demográfico marcado por la longevidad. ¿Piensa que estamos preparados para ello?
Respuesta.Creo que llegamos un poco tarde, pero hay muchas empresas y asociaciones que están trabajando de cara a poder vivir 100 años con calidad. Se están poniendo en marcha proyectos de innovación enfocados en esto. El problema es que es un tema complejo. Afecta a la salud, a la vivienda, a la economía... Con este esfuerzo no es suficiente. Se necesita también a la administración y, por supuesto, un cambio en la forma en la que vemos a las personas mayores. La vida está montada en tres etapas: el estudio, el trabajo y el descanso. Eso tenía sentido antes, cuando vivíamos 70 años, porque tras la jubilación generalmente nos quedaba poco en el horizonte; ahora nos quedan décadas por delante, y a la gran mayoría con buena salud. No podemos colgar las botas. Tenemos que dejar de ver el envejecimiento como una época de declive y comenzar a verla como una de oportunidades.
P.Precisamente, a día de hoy se habla mucho del edadismo, que es la discriminación por razones de edad ¿Piensa que es un fenómeno tan acusado como se dice?
R.Sin duda. Y esto nos afecta no sólo a mayores, sino a los jóvenes. Incluso existen estudios que indican que una de cada dos personas los es. La edad cronológica no puede ser un impedimento.
P.Sostiene que tenemos que dar un reseteo si queremos vivir 100 años. ¿Cómo se hace eso?
R.Es complejo, pero hay algunas claves como el aprendizaje, la prevención o la formación de relaciones. También las nuevas narrativas. No podemos tener como referente, cuando pensamos en un mayor, a una persona que está enferma o sola. Debemos cambiar las gafas a través de la que miramos a la vejez y cómo se miran ellos mismos, hacerles ver que pueden seguir haciendo lo que hacen si les apetece. Esto tiene que venir de la persona, pero además tiene que tener apoyos. Al final todo se resume en una cuestión de formación. Nos vendría estupendo tener una especie de ventanilla del jubilado diez años antes de que llegue el momento para informarnos, tipo: cuáles son tus intereses, a qué te dedicarás los próximos 30 años de tu vida, cómo lo vas a afrontar.
P.De hecho, muchas veces las personas se jubilan sintiendo que no están aún para ello, que todavía están en plenitud
R.Sí. El informe que hemos presentado también trata de visibilizar el envejecimiento diverso, que es un poco eso. Hay personas que a los 70 años tienen que descansar porque tienen mala salud o han tenido trabajos muy duros, es normal; pero otras se encuentran genial y quieren seguir en la brecha. La longevidad requiere de cambios estructurales fuertes tanto en la administración como en la empresa. En la universidad los profesores sólo pueden trabajar hasta los 70 años, en el sector privado a menudo surgen limitaciones. Igual las empresas pueden permitir que los profesionales sigan más tiempo. Posibilidades hay miles: no yendo a la oficina, o trabajando menos días a la semana, o unas cuantas horas. Quizá les compensa tener una persona con tanta experiencia. Esta flexibilidad no existe por el momento y tenemos que promoverla.
P.A edades más avanzadas los propios mayores lo asumen: las nuevas tecnologías actúan, en muchos casos, como barrera divisoria. ¿Qué proponen al respecto?
R.La tecnología ha venido para quedarse. Puede ser cada vez menos un impedimento y más una oportunidad. Les permite estar más seguros en casa, por ejemplo. Aunque aquí hay varias visiones. Están quienes tienen interés por ella y quienes dicen esto ya no es para mí. Hasta que eliminemos la brecha tecnológica todavía queda, mientras tanto hay programas que están haciendo mucho. En realidad, todo está en el pensamiento.
P.¿Y de qué forma debemos afrontar este cambio de paradigma?
Debe ser transversal. Creo que cada uno debe hacerlo desde su sector. Tenemos que ser conscientes de que la longevidad ha llegado, de que nos tenemos que poner en marcha. En el plano de la vivienda habrá que empezar a diseñarlas de otra manera para que sean más inclusivas. Un punto importante son las redes vecinales, que los mayores no dependan en exclusiva de los familiares, sino que sean sus vecinos quienes les puedan ayudar. Otro concepto es desterrar la idea de que la educación es lo que va desde que se entra el colegio hasta que acabas la carrera. Y como eso muchas cosas. Al final, lo que planteamos es un escenario muy bonito porque busca la unión para crear un futuro mejor. Puede resultar demasiado ambicioso, de hecho está todo por hacer, pero haciendo pequeños cambios se puede conseguir muchísimo.
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