Caso Julen: Un año del milagro que no llegó
Aniversario de la muerte del niño que cayó a un pozo
“Nunca perdimos la esperanza de que ocurriera un milagro. Queda el recuerdo de lo bueno que tuvo aquello”, reconocen miembros del operativo de rescate
300 horas de angustia e incertidumbre para auxiliar a un niño atrapado en la montaña
Julián Moreno suspira cuando recuerda los 13 días más agónicos de su carrera profesional. Ha transcurrido un año desde que culminara el rescate de Julen, en un pozo de 114 metros, una lucha titánica en Totalán contra la montaña sin precedentes en España. El pequeño, de 2 años y medio, fue encontrado sin vida después de 300 horas de intenso trabajo, de complicaciones por una orografía endiablada, de agotamiento, pero también de ilusión por sacarlo con vida. “Nunca perdimos la esperanza de que ocurriera un milagro”, rememora el entonces director técnico del Consorcio Provincial de Bomberos, que también fue el artífice de la cápsula diseñada para el descenso al agujero de los ocho integrantes de la Brigada minera de Asturias.
El menor, en palabras del coordinador de los 125 bomberos que participaron por turnos de 12 horas, estaba “sepultado”. La labor de los efectivos “se iba adaptando” a las necesidades. “Había mucha maquinaria trabajando, camiones con combustible, depósitos de aceite...Teníamos que actuar rápidamente si había un conato de incendio, con puestos de observación”, precisa Julián. Contaban también con un equipo de logística, uno de altura y otro especialista en ventilación que hacía llegar aire a los mineros una vez que estaban en la galería para acceder hasta el pequeño.
Después llegó la hora de reflexionar, de preservar la experiencia del caso. El Consorcio de Bomberos adquirió un equipo de alta tecnología con sensores de movimiento para grabar todo lo que acontece en el interior de un pozo. No hubo milagro que festejar, pero el operativo para auxiliar a Julen puso de relieve una solidaridad sin límites que llegó a ser ensalzada por la Casa Real. “Fue un gran trabajo de un equipo que nunca tuvo guión ni libro en el que apoyarse”, expresa la subdelegada del Gobierno en Málaga, María Gámez, quien reconoce que “ya no queda angustia”, sino el “recuerdo de todo lo bueno que tuvo aquello, trabajar todos a una”, con la colaboración de todas las instituciones, la sociedad civil, empresarios, ingenieros, mineros...”.
Y con un objetivo común: encontrar vivo al niño. “Hicimos un ejercicio de optimismo que quizá no tenía mucha lógica, pero fue lo que nos sostuvo”, admite Gámez, a la que preocupó “especialmente” los riesgos que conllevaba la obra, que habría exigido meses de trabajo y se hizo en tiempo récord: “Todos querían dar lo mejor y se preocupaban poco de uno mismo”.
La otra piedra angular en el rescate, junto a los expertos de la Guardia Civil, fue el delegado en Málaga del Colegio de Ingenieros de Caminos de Andalucía, Ángel García Vidal, que asegura que se hizo “todo lo posible humana y técnicamente por encontrar a un niño atrapado en una montaña”. El diseño de la operación estaba basado en la posibilidad de que siguiera con vida. Pero Julen había perecido apenas unos minutos después de caer al pozo. "Sabíamos que estaba en el pozo pero no en qué condiciones. Al niño no se le vio en ningún momento. Solo había dos posibilidades: que estuviese vivo o no, y al no constatarlo, nos quedamos con que pudiese estarlo", recuerda el coordinador de los ingenieros.
El momento del hallazgo ocasionó, en palabras del portavoz del Colegio de Ingenieros de Caminos, "sensaciones contradictorias". "Era la constatación de lo que la mente decía que podía ocurrir, pero el cuerpo esperaba el milagro, que no se produjo. Sentíamos un alivio inmenso por haberlo encontrado, porque podíamos no haberlo hecho y que la espera hubiera sido bastante más larga y que aumentara el dolor", destaca.
Los trabajos, que generaron un coste de 700.000 euros para la Junta de Andalucía, sortearon numerosos escollos:desde el tapón material sólido a los 71 metros de la prospección hasta la perforación de una galería vertical paralela al pozo en el que yacía el pequeño, que había arrastrado materiales de las paredes durante la caída. “Esa vivencia, que ojalá no la hubiese tenido que vivir, la llevaré siempre conmigo”, subraya García Vidal.
La operación acabó tras el descenso de los mineros, que hicieron a mano el último tramo de la galería para llegar hasta Julen. Era la 1:25 del 13 de enero cuando Nicolás Rando, que pertenece al Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil, sacó en brazos al pequeño. “Se hizo todo lo que se podía hacer. Incluso más”, resaltaba en una entrevista con Efe.
Los equipos de rescate ya descansaban de un toque de queda que a muchos resultó asfixiante para, al menos, devolver al niño con sus padres. Lo lograron. Aunque la montaña se cobrara un inmenso peaje.
La tragedia de Julen no sólo conmocionó a España, sino que también supuso la ruptura de las relaciones entre los padres del menor y David Serrano, el dueño de la finca en la que se produjo la muerte y también primo político del progenitor. Es el único investigado por un presunto delito de homicidio imprudente grave y tendrá que sentarse en el banquillo a partir del próximo 21 de enero, cuando dará comienzo el juicio de un caso inédito.
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