Cazadores y ecologistas rechazan la eutanasia para controlar a los jabalíes en Málaga: "Es una medida a la desesperada"

Evitar alimentarlos en la ciudad, la instalación de comederos y bebederos en el campo, la esterilización o la actividad cinegética, las medidas que proponen en conjunto

Málaga aparca cazar jabalíes con arco y estudia usar dardos narcotizantes y eutanasia

Un grupo de jabalíes, este lunes, comen en el cauce del Guadalmedina bajo la atenta mirada de varios curiosos.
Varios jabalíes comiendo, este lunes, en el cauce del Guadalmedina bajo la atenta mirada de un grupo de curiosos. / JAVIER ALBIÑANA

Ya no son una novedad. Las imágenes de jabalíes campando a sus anchas por la capital llevan meses corriendo como la pólvora en redes sociales. Y también, dicho sea de paso, generando polémicas en torno a cómo deben ser controlados. La forma deseada no está nada clara. El propio Ayuntamiento de Málaga optó el pasado mayo por contratar a un grupo de arqueros de élite para restar ejemplares a las piaras y hacerlos recular hacia las zonas forestales, un movimiento que no gustó a ecologistas y animalistas, que se reunieron en varias ocasiones con el Consistorio hasta lograr que aparcase el método y estudiar el lanzamiento de dardos narcotizantes para sedarlos y que sea un veterinario el que les aplique la eutanasia. Sin perjuicio, según anunció este lunes la concejala de Sostenibilidad Medioambiental, Penélope Gómez, de que si el método que todavía debe autorizar la Junta de Andalucía no diera resultados se vuelvan a usar flechas para abatirlos. La nueva discordia en este punto reside en que ni asociaciones conservacionistas, ni los cazadores, ni los guardas rurales piensan que sedarlos para administrarles una dosis letal sea una solución óptima.

Es lo que opina, entre otras fuentes consultadas, el coordinador de GENA-Ecologistas en Acción, Rafael Yus, que parte de la base de que "no hay que llamar eutanasia a un acto que no es elegido", a lo que añade que se trata de una medida "a la desperada y contraria al derecho de los animales". Aunque le encuentra su parte positiva porque el animal "no sufre" y es "menos peligroso" que los arqueros, que, cabe recordar, no están autorizados a actuar en las calles. Al ser preguntado por las causas de esta explosión demográfica sin parangón, el experto lo tiene claro. "El principal problema es que no tienen agua y saben que pueden bajar hasta aquí a conseguirla. Igual que las gaviotas saben que hay comida de sobra en los vertederos, ellos han aprendido que en las zonas urbanas logran agua y comida sin esfuerzo".

Algo que encuentran tanto en contenedores y, cada vez más, de la mano del hombre. "Esto no es sólo un gran problema, sino también un disparate. Hay que concienciar de que a los animales no hay que alimentarlos", explica el experto, que también propone elevar las multas o por lo menos recordar que existen. Alimentar animales en zona urbana, acorde a la ordenanza de Convivencia Ciudadana, está sancionado con hasta 500 euros. Por contra, no cree que la bajada de jabalíes y cerdos asilvestrados, ejemplares, estos últimos, que conforman "la mayoría" de las piaras, se deba, como muchas veces se dice, a la ocupación de su hábitat. "Sí que hay una ocupación desmedida por parte del hombre, pero lo que realmente los mueve es el alimento fácil". En paralelo, piensa que la opción más efectiva es el control cinegético, tal y como marca la ley y como se viene desempeñando hasta ahora, una medida que debería reforzarse con la instalación de más comederos y bebederos en las zonas de monte para que no vayan a buscar los recursos a la ciudad.

Animalistas concentrados a las puertas del Ayuntamiento.
Animalistas concentrados a las puertas del Ayuntamiento. / M. H.

Por su parte, la directora de la Protectora de Animales y Plantas de Málaga, Carmen Manzano, quien llegó a dirigir una misiva a la Junta de Andalucía para que paralizase la acción de los arqueros, sostiene que tanto este método como el que estudia ahora la Casona del Parque tienen lagunas. "Las piaras son matriarcales: los arqueros mataban a la líder bajo el argumento de que eso espanta al resto, pero no es cierto; primero porque no se asustan; y segundo, porque cuando ésta muere el resto de hembras entran en celo como mecanismo de supervivencia, reproduciendo el problema". Un aspecto que, acorde a esta lógica, "se replicará con las ejemplares a las que no se eutanasie".

Es por esto, junto a que no cree que el animal deba morir, por lo que no le termina de convencer este método. "Si no hay más remedio y, siempre como última solución, podría hacerse. Por lo menos no sufren y tienen una muerte digna a manos de un veterinario", reflexiona Manzano. El remedio ideal para su asociación, comenta, pasaría por aplicar el método CER: captura, esterilización y retorno, el mismo que se aplica con los gatos callejeros y ferales, y que han propuesto en diversas ocasiones a la administración sin éxito. Aunque lo cierto es que el Consistorio, según comunicó el lunes, no se cierra a la esterilización, toda vez que lo está estudiando junto al personal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, quienes les han explicado que "no hay pruebas fehacientes" de que las vacunas esterilizantes funcionen con total garantía. De hecho, sólo se habrían hecho algunos "testeos" en los que se ha demostrado que "solamente sirve para hembras de entre tres y seis meses de edad, no machos, y con carácter temporal", lo que arroja una eficiencia del "2%".

Entretanto, desde la Federación Andaluza de Caza (FAC) afirman a preguntas de este periódico que la efectividad de esta medida "en ningún caso será mayor que el control con arco" y que su coste a largo plazo "será mucho mayor". A la par que consideran que desde el punto de vista ético el debate "es estéril" en la medida en que "lo que se está debatiendo no es el sufrimiento de los animales, sino que el control lo realicen cazadores o personal técnico". "La sociedad debe saber que el control de poblaciones es solo una parte de la caza en la que el cazador entiende que asume una responsabilidad a la hora de gestionar poblaciones de determinadas especies. Y la asume cumpliendo con rigurosos criterios técnicos y, en la mayoría de los casos, desprovista de muchos de los componentes de la caza deportiva o social", agregan.

Detalle de un jabalí comiendo desperdicios este lunes.
Detalle de un jabalí comiendo desperdicios este lunes. / JAVIER ALBIÑANA

Asimismo, califican como "una decisión poco acertada" la paralización de la actividad de los arqueros, que tildan de "pliegue a las presiones de los grupos animalistas por encima del interés común", puesto que este control se ha venido realizando "con éxito y eficacia demostrada" en varios municipios de la provincia y "suma una herramienta más para el control de una especie que no solo provoca problemas de seguridad vial y ciudadana o daños en la agricultura, sino que además conlleva graves riesgos sanitarios".

Por su lado, el responsable sindical de los Guardias Rurales de Andalucía de FTSP-USO, además de técnico de medioambiente y guarda rural de caza, Víctor Villalobos, afirma que la única medida viable pasa por la dinamización de la gestión cinegética. "Hay que dejar a los cotos hacer su trabajo. Las sociedades de cazadores, a diferencia de las empresas de control, no tienen ánimo de lucro, aportan a la economía y, además, la carne es aprovechable", dice en referencia a que los jabalíes eutanasiados no son aptos para el consumo, mientras que los abatidos en ganchos y monterías que pasan el filtro veterinario sí que lo son. En ocasiones, además, son donados a comedores sociales: esto mismo hacían los arqueros contratados. "Es más ético cazar un animal y comerlo que desperdiciar su carne", remacha. 

Igualmente, Villalobos cree que los dardos narcotizantes no surtirían efecto: "¿Has visto el vídeo del jabalí que sembró el pánico este lunes en Vallecas? Le dispararon varios y no le hicieron ningún efecto", relata. "A veces somos reacios a ver la solución fácil simplemente por miedo a la atención mediática", agrega el representante sindical antes de recordar que los cazadores, aparte de la actividad venatoria, realizan otras tareas beneficiosas para la naturaleza como "instalar comederos y bebederos, desbrozar el campo, retirar basura y escombros" e incluso "actuar en caso de catástrofes naturales como incendios" en calidad de buenos conocedores de la zona.

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