El centro de investigación de La Mayora en Málaga busca ser un referente europeo en diez años
Se trata de un centro que surgió para potenciar la investigación en horticultura intensiva y fruticultura subtropical
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El Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IHSM) La Mayora, ubicada en el municipio malagueño de Algarrobo, se ha puesto como objetivo crecer y llegar a ser un referente a escala europea en unos diez años, gracias al aumento tanto de plantilla como de investigaciones en curso. "El crecimiento no es bueno si no va acompañado de calidad", ha asegurado en una entrevista con Efeagro el director del centro, Eduardo Rodríguez, quien forma parte de un equipo de 270 personas repartidas entre las dos entidades que lo conforman.
Se trata de un centro que surgió para potenciar la investigación en horticultura intensiva y fruticultura subtropical que llevaban a cabo dos entidades diferentes: la Estación Experimental "La Mayora" del EELM-CSIC y grupos de varios departamentos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga (UMA).
La creación de este instituto mixto se remonta a febrero de 2010, aunque no ha sido hasta 2021 cuando esta iniciativa se ha visto culminada con el traslado de los investigadores de ambas instituciones al nuevo edificio en el campus universitario de Teatinos (Málaga). "Había una interacción importante (entre ambas organizaciones)" que llevo a la idea de crear la entidad mixta, ha explicado el director. Desde 2021 investigan en el centro tanto sobre la protección de los cultivos como acerca de la mejora y fisiología de las plantas, y cuentan con un banco de germoplasma para ello.
Para el director, la estación experimental de La Mayora, con 50 hectáreas junto a la universidad, es la característica que les diferencia del resto de entidades del sector, la "joya de la corona". Esta unión ha de verse como "un solo instituto", una "estructura extraña" en España, ha reconocido, pero "muy frecuente" en otros países europeos y, sobre todo, en Estados Unidos.
Desde su inauguración, han doblado la plantilla de investigadores, pasando de 22 a 50, y según Rodríguez se trata no sólo de aumentar en cifras sino de contar con un equipo como el que tienen en la actualidad que "no paran quietos, siempre buscan nuevos proyectos".
Este crecimiento les ha llevado a convertirse en el segundo instituto de investigaciones agrarias más grande del país en plantilla; "da susto ver la velocidad" a la que evoluciona el centro, ha apuntado el director.
IA y cambio climático
Y ese crecimiento se traduce en la ampliación de las líneas y formas de investigación que llevan a cabo. Es el caso, por ejemplo, del uso de la inteligencia artificial (IA) y de la adaptación a las nuevas necesidades del sector, como las investigaciones para paliar los efectos del cambio climático, la sequía y el estrés hídrico de las plantaciones.
De modo que se comprendan tanto los procesos como que se puedan revertir hacia el campo e implementar de forma práctica: "Tenemos mucha interacción con el sector agrario", ha asegurado.
En el caso de la IA, los investigadores trabajan con este sistema para analizar los genomas de las plantas a escala molecular, consiguiendo "muchísimos datos" sobre las características fotosintéticas, lo que puede ayudar a mejorar los resultados.
En lo que afecta el contexto actual tanto de cambio climático como de globalización, éste hace emerger bacterias y plagas en zonas en las que no son habituales, como es el caso de la Xylella fastidiosa en Extremadura.
Para ello, el instituto tiene un grupo de trabajo que estudia cómo mejorar la resistencia frente a los virus a través del análisis de cómo interaccionan con la planta o cómo los insectos pueden ser beneficiosos: "Hemos descubierto que no son sólo algo que ataca a la planta, sino que se pueden usar para ayudarlas", ha destacado el director.
En este sentido, cobra especial relevancia el banco de germoplasma con el que cuenta el instituto y del que son "referencia" mundial en obtención de variedades de chirimoya, además de tener una "buena colección" en aguacate, mango y tomate. Poseer estas variedades les otorga un valor añadido, ya que con ellas pueden averiguar con mayor facilidad las características que mejoran la resistencia a problemas como el estrés hídrico o las plagas.
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