El chiringuito de la discordia en la Malagueta: para los vecinos es opaco, la propiedad dice "cumplir la normativa"
La asociación del barrio está preocupada, principalmente, por el punto de baño para personas con movilidad reducida, que la concejala de Urbanismo aseguró que "no se verá afectado"
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La discordia está sobre la mesa por un nuevo chiringuito en La Malagueta. En realidad, no tan nuevo, ya existe, y sigue funcionando, a unos metros, pero con menos metros permitidos en una concesión de hace treinta años. Sicsu, como se llama el establecimiento está levantando su nuevo espacio con un diseño que los vecinos tachan de "opaco" y de ser "un atropello de las administraciones" y desde la propiedad aseguran que han intentado ser "lo más respetuoso posible" y que cumplen "con todos los requisitos que les han exigido".
El edificio en cuestión es un chiringuito que se está levantando con una estructura de madera anclada al suelo. La concesión es la máxima que puede autorizar la Junta de Andalucía en lo que a espacio se requiere, 270 metros cuadrados de establecimiento y 30 metros de baño. Desde la propiedad aseguran que no pedirán sombrillas ni hamacas, por lo que será el espacio a ocupar. Todo, ha podido comprobar este periódico, según los requerimientos administrativos. Es la administración la que tenía la potestad de haber concedido, o no, una licencia con menor ocupación de haberlo entendido conveniente.
María Ángeles Ramírez, presidenta de la asociación de vecinos de La Malagueta, "no entiende" cómo las administraciones (Junta de Andalucía, Ayuntamiento y Gobierno, vía Demarcación de Costas), primero han "dado una licencia que se va de madre", asegurando que les vendieron un proyecto que "era de madera y cristal, que se veía la playa" y en su lugar "están amurallando". "Es un atropello del que nadie se quiere hacer cargo", afirma señalando a los respondables públicos.
Disiente Marisa Sicsu, una de las propietarias del chiringuito que ahora están levantando nuevo. Sicsu afirma que con el nuevo proyecto "hemos sido lo más respetuoso posible con la playa. Hemos ido a nivel de arena y no de acera por que nos lo han pedido y porque queríamos tener el mínimo impacto posible. Si pasas por al lado, en el paseo, puedes tocar el techo con la mano". A lo que añade que, en esa búsqueda por "respetar el entorno" no han pedido licencia para hacer sótano, "aunque hubiéramos podido, pero queríamos respetar la playa. Tenemos alquilado, junto a La Malagueta un trastero en el barrio, que nos cuesta un dinero todos los meses, en vez de hacer el sótano".
Pero no es el único punto que denuncia la asociación de vecinos, que critica que la licencia de obras, exigía "demolición y construcción", en ese orden, del recinto, mientras que Sicsu sigue funcionando en su anterior espacio mientras construye el nuevo unos metros más allá. Este medio ha podido comprobar que, efectivamente, la licencia requiere en un primer momento el derribo –que implica tener cerrado el establecimiento– para la construcción del nuevo espacio. "Esto es un reino de taifas, no hay quien multe ni quién lo certifique", afirma apuntando a que ha reclamado inspecciones por parte del Ayuntamiento o la Junta.
"Las leyes, a veces, tienen que ser justas, hay que pensar en las 18 familias que damos de comer", dice Sicsu, que asegura que de la misma forma que se ha atenido a la legalidad "en los 30 años que llevamos detrás del cambio, si tengo que cerrar, lo haré y buscaré cómo dar de comer a esas familias, buscaremos debajo de las piedras", pero asegura no conocer "el por qué de este ataque, que creo que es personal y no lo entiendo, se nos está haciendo un daño tremendo". Tanto que, afirma, "el primer día de empezar la obra vinieron 20 coches de policía, creo que es inquina personal, cuando nosotros hemos pedido todos los permisos e informes necesarios".
Por último, la principal reivincicación de los vecinos es el punto de baño para personas con movilidad reducida. Este, en Comisión de Urbanismo, se afirmó por parte de la concejala del ramo, Carmen Casero, que "no se verá afectado". Ramírez sospecha que lo van a mover y se "niega en rotundo, porque es una zona cerca del autobús, con la suficiente privacidad, no se puede mover". Casero aseguró entonces que está "consensuado con la asociación de personas con movilidad reducida". Este está afectado por otro chiringuito al que también han permitido que se mueva.
"Nos quedamos sin playas, están tapiando las vistas y mueven el chiringuito desde una plaza abierta, junto al Antonio Martín, a una zona con seis metros de acera, frente a los edificios", opina Ramírez. "Los vecinos creen que la playa es de ellos y no de todos los malagueños, los chiringuitos hemos hecho mucho por poner a Málaga donde está. Afección visual generan otros edificios, nosotros hemos hecho mucho por hacer del barrio lo que es, hace treinta años ni la Farola miraba a La Malagueta", afirma Sicsu.
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