El cibercrimen no descansa en verano
Con la llegada del verano y las vacaciones los ciberdelitos se disparan aprovechando que bajamos la guardia y todas las pistas que dejamos a los malos en nuestro afán por desconectar y presumir
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Con el mes de agosto recién comenzado y las familias disfrutando del merecido descanso estival en un año un tanto atípico debido a la vuelta a la vida “normal”, es más que posible que los viejos hábitos puedan volver a aflorar y la creencia de que exponer toda actividad, por insignificante que sea, en la redes sociales y los videojuegos, no vaya a traer consecuencia alguna, desde aquí nos vemos en la obligación de advertir que el cibercrimen no descansa ni en la época estival, sino todo lo contrario.
Y es que estas son las semanas donde más se nota un incremento de las actividades ilícitas en la red, cualquier dispositivo móvil, las numerosas redes Wi-Fi a las que uno se puede conectar en cualquier bar, cafetería, heladería, aeropuerto, hotel ó camping incluso los ordenadores que muchos recintos veraniegos siguen teniendo a disposición de sus huéspedes, son objetivos más que apetecibles para los cibercriminales, donde mejor dicho que nunca harán el agosto.
Como ya hemos mencionado anteriormente, cada año los ciberincidentes crecen de una forma bastante notable, esto se ve reforzado en el verano, donde además, muchos bajamos la guardia al preferir atender más a las tertulias de media tarde con los amigos -poca broma con uno de esos pequeños placeres que te da la vida-, que a las notificaciones de seguridad que recibimos en el correo corporativo o personal.
Situaciones como los ya conocidos ransomware no cesan (secuestro de datos a personas, corporaciones, instituciones médicas o administraciones públicas a cambio de un rescate), de hecho, es posible que surja un incremento de determinados ataques sabiendo que en muchos lugares se trabaja con la mitad de la plantilla ó bajo mínimos, dejando la seguridad aún más debilitada, el aumento de los delitos está servido.
Si a todo esto le sumamos que la guerra entre Ucrania y Rusia continúa sin visos de un posible fin, el número de delitos, sobre todo a corporaciones, apuntando como origen a aquella región es más que probable que vean un incremento, sobre todo ahora que se ha visto recrudecida, por ejemplo, con la amenaza de Vladimir Putin respecto a la suspensión del acuerdo de grano si no se cumple lo acordado en la Iniciativa del Mar Negro.
La rivalidad con China, tampoco para de crecer y resulta evidente que el número de ataques desde otras regiones del globo no va a cesar mientras no alcancemos unos acuerdos internacionales que impidan la impunidad total con la que se puede operar fuera de las fronteras comunitarias .
De todas maneras, parece como si todas las amenazas procediesen de lugares muy lejanos, cuando podemos tener al mal justo a unos metros de nosotros. El crimen ha sabido adaptarse perfectamente a las nuevas tecnologías y al igual que antes los ladrones de casa iban a nuestros rellanos para comprobar si teníamos el buzón lleno, ahora les basa con realizar esas mismas comprobaciones -y mucho más precisas- sin tener que salir de su casa.
Es importante no dejar pistas en Internet ni las redes sociales indicando a los desconocidos que estamos de vacaciones porque es una invitación directa a que vayan a nuestra casa a robar.
Desde siempre los humanos hemos deseado pertenecer a algo más grande que nosotros mismos, una organización o causa que no reafirme, y bajo este prisma nos animamos o sentimos especiales con las interacciones sociales en ese espejo mágico de falsa notoriedad que son las redes, pero que nos permite poder disfrutar de nuestras aficiones más gratificantes en un entorno que amplifica nuestros logos y opiniones. Pues para los cibermalos no hay mayor satisfacción que el cibercrimen gracias a toda la información que gracias a nuestra actividad exponemos tan alegremente.
Esta debilidad es clave e inherente al ser humano; nacida del deseo de muchos por ascender en la pirámide de Maslow -aunque solo sea de mentirijillas, con nuestra mejor sonrisa falsa, sentados en la cafetería de un hotel de cinco estrellas que ni podemos permitirnos. Estos grupos ávidos de reconocimiento social, diversión o afecto están en posición de dejarse querer ante cualquier interesado en contar con sus conocimientos y su experiencia, por lo que nadie está a salvo de caer víctima de sus acciones.
Internet está plagada de perfiles falsos de delincuentes ávidos por conocer nuestras costumbres y saber cuando nos vamos de vacaciones para aprovecharse de nuestra ausencia y caída de atención frente a estos peligros.
Y así llegamos a la vía más concreta de delito que se materializa estos días: los “objetivos veraniegos”, desde el ya mencionado ransomware, el phising mediante un enlace en un correo o un mensaje de texto pasando todo ello por el matiz de que les advertimos de que aumenta nuestra vulnerabilidad.
Pues a día de hoy lo verdaderamente peligroso son la cantidad de perfiles maliciosos que pueden albergar redes sociales, avatares falsos deseos de seguirnos para conocer todo lo que hacemos; desean conocer nuestras vacaciones con pelos y señales, cuánto dinero tenemos realmente, en que nos lo gastamos, el trabajo que tenemos, cuáles son los gustos y preferencias que nos tentarán a hacer “clic” en un mensaje... Ya sabían donde vivíamos, nos hemos cansado de presumir en las redes de nuestros bienes materiales y ahora solo necesitan saber que estamos en alguna playa de Cancún para hacernos una visita al hogar o, lo que puede ser peor, tener la tranquilidad de que no comprobaremos los recibos del banco o las notificaciones de seguridad del correo de la empresa. Mientras estemos demasiado ocupados haciendo nuestras envidiables fotos en playas paradisíacas o preparando nuestra barbacoa de colesterol y morcillas en un pueblo de Teruel ellos aún serán más felices que tú.
Dicho esto, si no podéis evitar ser animales sociales y compartir vuestras vidas en la red, os damos algunas indicaciones para evitar sorpresas desagradables serían las siguientes:
- Ante la oferta de cualquier red WiFi pública o que no represente un grado mínimo de seguridad, desconfianza absoluta y optar con seguir consumiendo los datos de nuestro dispositivo.
- Vigilar mucho las aplicaciones de destinos vacacionales y de los lugares donde vayáis a realizar actividades propias de estas fechas.
- Los correos electrónicos y mensajes de texto que pudieran llegaros, revisad dos veces la posibilidad de que sea correcta la entrega a vuestra dirección.
- Una actualización constante de los sistemas operativos y de los correspondientes programas de seguridad de los propios dispositivos.
- Revisar con mucha atención todos los correos y notificaciones de advertencias de seguridad relacionadas con el acceso a nuestras cuentas, sobre todo las de empresa o trabajo durante las vacaciones.
- Ser muy prudente a la hora de compartir información de carácter personal que afecte a ti y a los tuyos en referencia a nuestras vacaciones, incluyendo cuándo nos vamos o cuando volvemos.
Estas precauciones digitales no son más complejas que las clásicas de dejarle la llave al vecino para que riegue las plantas o suba y baje las persianas en tu ausencia para no atraer visitas indeseadas. No hay porqué alarmarse ni empezar a dejar que nos consuma una sensación de inseguridad por el simple hecho de querer compartir los mejores ratos con los más cercanos. Simplemente el mensaje se basa en transmitir la necesidad de no bajar la guardia a pesar de la necesidad de desconexión y recargar pilas.
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