Cirujanos sin bisturí
El área de Radiología del Regional hace técnicas que suenan a ciencia ficción, pero que ya son realidad y salvan muchas vidas; un trabajo muy cualificado y poco conocido
Málaga/Ni a Julio Verne se le hubieran ocurrido unos viajes tan surrealistas: entrar por una incisión casi imperceptible en la ingle y llegar hasta el cerebro o reparar la aorta para que no estalle sin abrir al paciente sino accediendo al abdomen a través de los vasos sanguíneos. Pero de ciencia ficción no tienen nada. Estas son ya intervenciones rutinarias en el área de Radiología del Hospital Regional. Las que hacen los radiólogos y neuroradiólogos intervencionistas –cirujanos aunque sin bisturí– con el apoyo de un equipo muy cualificado de enfermeros y técnicos.
Y pese a que la especialidad es transversal a todas las demás –porque es imprescindible en el diagnóstico y tratamiento por imagen–, es aún bastante desconocida. Empezó hace más de un siglo con la radiografía. Pero la revolución llegó con el TAC y la ecografía sobre los años 70. Y siguió con la resonancia magnética en los 80. “La tecnología avanza por meses”, comenta Ana María Jáñez, la coordinadora de los técnicos de Radiodiagnóstico.
Los profesionales hacen casi un centenar de procedimientos. Como si fueran fontaneros del cuerpo humano, unas veces tienen que tapar para evitar una hemorragia –como en el caso de los aneurismas– y otras, destapar –como en los ictus–. Pero hacen mucho más. A saber: las biopsias mediante punción, el estadiaje de los cánceres, tratamientos oncológicos, implantación de reservorios para administrar la quimioterapia... Al año, la Unidad –formada por más de 200 profesionales– atiende a medio millón de pacientes.
“Estas intervenciones van a más. No son ciencia ficción, son presente y con muchísimo futuro”, apunta José Joaquín Muñoz, coordinador de Radiología Vascular e Intervencionista del Regional. La jefa de la Unidad, Beatriz Asenjo, aclara:“No vamos a ciegas. Nos valemos del diagnóstico por imágenes”. En resumen, son cirujanos mínimamente invasivos que se guían por métodos de imagen para diagnosticar y tratar. Los profesionales ven al paciente por dentro con la información que les aportan la ecografía, el TAC o la resonancia. Así pueden operar sin abrir. “Son técnicas que se han impuesto porque son mejor que lo que había”, acota Muñoz.
Hasta hace unos años, muchos de los pacientes morían sin opción de operarse o como consecuencia de las complicaciones de la intervención. Con las nuevas técnicas de Radiología Intervencionista, la supervivencia es mayor.
No es una cirugía barata. El tratamiento de un aneurisma cerebral puede costar 70.000 euros, la prótesis para uno de aorta asciende a unos 30.000 y el material para desatascar un ictus vale en torno a 15.000. Los profesionales admiten que “es muy caro en el corto plazo”. Pero matizan que con esta cirugía el paciente tiene menos riesgos, menos complicaciones y menos infecciones. Y eso, recalcan, supone a la larga menos coste para el sistema ya que el postoperatorio es menor y el tiempo de ingreso se acorta.
Es una Unidad con mucha subespecialización por la alta especificidad de cada técnica. Entre los facultativos hay dos grandes áreas: los neuroradiólogos que acceden al cerebro y la médula y los radiólogos que se encargan del resto del cuerpo. El Regional tiene tres salas para estas intervenciones. El aparataje impacta, pero es una muestra de la revolución que ha supuesto la tecnología en beneficio de los pacientes.
Los profesionales explican las técnicas como si fueran sencillas. “En el caso de un ictus, navegas desde la ingle, coges el trombo y lo sacas”, indica Muñoz. Pero en realidad, las intervenciones son de “una elevadísima complejidad”, según palabras de Asenjo.
Una revolución de la Medicina que ha ido de la mano del avance tecnológico y que ha traído aparejada una mayor supervivencia. Por ejemplo, mientras hace unos años la única opción para un aneurisma de aorta abdominal (engrosamiento de la arteria que podía ser fatal si se rompía) era la cirugía abierta que no todos los pacientes podían resistir, en la actualidad ésta representa menos del 10%.
Por la especificidad de los tratamientos, la formación de técnicos y enfermeros es clave. “Los técnicos trabajamos codo a codo con los radiólogos”, apunta Jáñez. Los técnicos hacen la prueba y los facultativos la supervisan e interpretan.
En el caso de la punción para una biopsia, los radiólogos además de hacer la prueba son los que la interpretan y quienes elaboran el diagnóstico. Aunque el paciente no lo sepa, estos profesionales son determinantes con su informe en el tratamiento que luego le pautará el oncólogo.
Este carácter transversal y tan altamente tecnológico de la especialidad hace que la tarea de los profesionales sea bastante desconocida e incomprendida. Muñoz bromea con que son como ornitorrincos, ese animal que parece mamífero y ave al mismo tiempo y que por eso cuesta entender. Este reportaje pretende visibilizar la labor de esos profesionales que –aunque difíciles de encuadrar o comprender como el ornitorrinco– salvan vidas, miles de vidas.
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