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Débora Morais Dos Santos, la mujer de 39 años supuestamente asesinada a manos de su marido, fue vista por última vez el 28 de marzo, aunque no fue hasta el 15 de abril cuando un amigo de la fallecida denunció su desaparición en Palma de Mallorca. Desde un primer momento, el supuesto autor de los hechos hizo creer a la familia y allegados de la mujer que se había marchado voluntariamente.
"Le preguntábamos por su mujer y decía que los había abandonado", cuentan a este periódico algunos padres del colegio al que iba la hija menor de la pareja. Incluso "se mostraba dolido cuando le preguntábamos por ella", manifiestan. Y es que aseguraba que se había marchado a Brasil, país de donde era originaria.
Fuentes policiales señalan que, después de haber acabado con su vida, el supuesto responsable de la muerte de Débora llegó a solicitar asesoramiento de un abogado para denunciarla por "abandono familiar". Una coartada que, a su parecer, no tenía fisuras y tampoco levantaría sospechas.
Si bien, los padres del colegio de su hija pequeña, de 5 años, sospecharon desde el inicio. "Los que la conocíamos sabíamos que no abandonaría nunca a su familia, que algo extraño había detrás de todo esto", confiesan.
Asimismo, apuntan que el padre cambió a la pequeña, que ha comenzado este curso escolar primero de Primaria, de centro educativo, posiblemente para evitar ser preguntado por el resto de padres por su mujer, ya que ésta era la que habitualmente llevaba a su hija menor al colegio y mantenía un contacto más directo con el resto de familias. "Débora era una mujer muy buena. Aunque era un poco tímida, siempre participaba en los cumpleaños de los niños, en las actividades del colegio y era muy cariñosa con sus hijos", manifiesta una de las madres con las que hablaba frecuentemente.
Cuando la mujer desapareció, el padre de las niñas comenzó a llevarlas y traerlas del colegio. "Siempre se quedaba apartado y no se relacionaba. Si lo saludabas, te saludaba de vuelta, pero poco más", cuenta esta misma madre. A pesar de su actitud, asegura que "continuó haciendo su vida como si nada". De hecho, señala que fue a la graduación de la pequeña junto a su familia.
Uno de los padres, todavía en shock por la noticia, cuenta que el sospechoso también fue al cumpleaños de su hija en junio, meses después de que supuestamente hubiera cometido el crimen. "A mí me pareció un hombre de lo más normal del mundo y muy pendiente de su hija", señala. Si bien, otra madre lo define como un "hombre raro y oscuro".
En cualquier caso y pese a la variedad de opiniones, el marido de Débora estaba en el ojo del huracán. Y es que la fallecida, según constan en las bases de datos policiales, lo denunció por malos tratos en 2012, aunque después no la ratificó en sede judicial. Además, el año pasado, la mujer fue asistida en el hospital con lesiones compatibles a una agresión, por lo que el centro médico activó el protocolo por supuesto episodio de violencia de género. Pese a que los hechos fueron puestos en conocimiento de la autoridad judicial, en este caso tampoco hubo colaboración por parte de la víctima.
Con estos precedentes, los agentes citaron al sospechoso en varias ocasiones en dependencias policiales y otras veces de manera telefónica hasta que hallaron ciertas contradicciones en sus manifestaciones. Así, el viernes pasado, y tras un interrogatorio de cinco horas, el supuesto autor del asesinato confesó que la estranguló y condujo a los investigadores hasta el polígono donde más tarde la enterraría bajo una capa de cemento.
Al parecer, la familia residía -al menos desde hacía un año- en Soliva Este, un barrio en la periferia de la capital malagueña perteneciente al distrito Puerto de la Torre. Aunque muchos vecinos no la conocían, trabajadores de los establecimientos de la zona reconocen que era frecuente verla por estos locales acompañada de su marido.
"Cuando venía a la peluquería, él siempre se quedaba en la puerta esperándola o merodeando por la zona", asegura la persona que se encargó de su cabello durante unos meses. Cuenta que, hasta en dos ocasiones, no pudo atenderla porque el marido le recriminaba el tiempo de espera y le instaba a que se marcharan. "La primera vez que vinieron me dio la sensación de que él era un hombre autoritario y ella era muy callada, con la mirada hacia abajo. Apenas se miraba al espejo y todo le parecía perfecto", manifiesta el dueño de esta peluquería.
El Juzgado de Instrucción número 13 de Málaga, en funciones de guardia de detenidos este lunes, decretó el ingreso en prisión del sospechoso, quien está siendo investigado por un delito de homicidio.
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