La congelación de óvulos para retrasar la maternidad aumenta en los últimos años en Málaga

La búsqueda de desarrollo profesional y de cierta estabilidad laboral lleva a mujeres a posponer el proyecto de ser madres y a recurrir a esta herramienta

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Profesionales del Centro Gutenberg trabajando en las instalaciones de la clínica.
Profesionales del Centro Gutenberg trabajando en las instalaciones de la clínica. / Javier Albiñana

Málaga/La congelación de los óvulos propios fue la solución de la reproducción asistida para aquellas mujeres que debían someterse a quimioterapia u otros tratamientos agresivos que dañaban su fertilidad. Así, superado el proceso oncológico, podían intentar ser madres con sus ovocitos descongelados. Pero a esta causa médica comenzó a sumarse la razón social: mujeres que empezaban a congelarlos para parar el envejecimiento de sus óvulos y tener más garantías de poder ser madres en el futuro.

Según el Centro Gutenberg, las mujeres que congelan sus ovocitos por razón social se han duplicado en el último lustro. Hace cinco años, estos casos representaban en torno al 2,6% de las punciones que hacían los ginecólogos de esta clínica para extraerlos, mientras que en la actualidad representan en torno al 5%.

De modo que la técnica –llamada vitrificación– no sólo es una alternativa para la maternidad de aquellas mujeres sometidas a quimioterapia, sino también para las que deciden aplazar su proyecto reproductivo por cuestiones sociales. A pesar de esta nueva puerta que hace unos años abrió la Medicina, el director de la Unidad de Reproducción del Centro Gutenberg, Claudio Álvarez, deja bien claro: “Lo ideal es que la mujer fuera madre sobre los 25 años”.

Pero la realidad es que por los estudios, el trabajo o la precariedad laboral, lo pospone. Los ginecólogos llevan un par de décadas advirtiendo que en torno a los 35 años, la calidad de los óvulos cae en picado y después es casi imposible ser madre con los ovocitos propios. Pero cada vez se retrasa más la maternidad.

El embriólogo del Instituto de Fertilidad Clínicas Rincón, Francisco Martínez, afirma que entre las mujeres no hay demasiada conciencia del envejecimiento ovárico. “Una mujer con 50 años tiene un corazón estupendo y unos riñones estupendos, pero los ovarios están muertos”, advierte. “Es un problema social. Tiende a no tener hijos hasta no contar con una situación laboral estable y muchas veces para entonces, el ovario ya dice que no. Hay una discordancia entre el desarrollo profesional y económico y su edad ovárica porque el problema es que el ovario envejece muchísimo antes que otro tejido del cuerpo humano”, agrega. Incluso apunta que los altos precios de la vivienda complican aún más la situación porque lleva a muchas personas a aplazar su proyecto reproductivo.

Por su parte, el director de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Quirónsalud Málaga, Enrique Pérez de la Blanca, estima que en la actualidad en torno al 70% de las pacientes de reproducción asistida “sólo tienen como problema la edad”. Es decir, que si siendo más jóvenes hubieran intentado quedarse embarazadas, lo habrían logrado de forma natural. Cuenta que hace tres décadas, los problemas de fertilidad eran obstrucciones de las trompas de Falopio, la no ovulación o la mala calidad del semen. Pero en la actualidad, se deben sobre todo a que la fertilidad natural de la mujer “es más baja debido a la edad”.

A quienes deciden posponer la maternidad, la reproducción asistida les ofrece dos alternativas: utilizar en el futuro óvulos donados –que siempre son de chicas jóvenes– o congelar los propios siendo veinteañeras o menor de 35 para preservar la fertilidad.

La vitrificación permite parar el reloj y detener la edad de estas células reproductivas en el momento de la congelación. El ginecólogo del Centro Gutenberg señala que las mujeres están tomando conciencia de cuentan con esta herramienta para preservar así su fertilidad y que está bajando la edad a la que deciden congelar sus ovocitos. Hace unos años lo hacían en torno a los 36 ó 37 años y en la actualidad, a los 35. Pero incluso debería ser antes. El especialista de Clínicas Rincón cree que la vitrificación por razón social todavía no se hace como se debería, “porque tendría que ser entre los 20 y los 30 años”. Incluso defiende que en las charlas sobre sexualidad en los institutos debería advertirse que “el ovario envejece” e informarse de esta opción para que baje la edad de utilización.

Al final, de todas las mujeres que vitrifican sus óvulos por razones sociales, sólo los usa en torno a un tercio ya que prácticamente dos de cada tres se embarazan de forma natural. El ginecólogo de Gutenberg apunta que aquellas mujeres que han pospuesto su maternidad, aunque tengan sus ovocitos vitrificados, si deciden intentar tener un hijo, deben buscarlo primero de forma natural. Y, si tienen dificultades, entonces recurrir a los óvulos congelados.

Álvarez, como la mayoría de los ginecólogos, insiste en la advertencia de que la ciencia tiene sus limitaciones a la hora de lograr un embarazo. “Hay un exceso de confianza en las técnicas de reproducción asistida”, advierte. Porque aunque este ámbito de la Medicina ha posibilitado a miles de personas ser padres o madres, los profesionales sólo pueden conseguir “lo que biología permite”, insiste Álvarez. Pérez de la Blanca acota que la reproducción asistida no cura sino que “intenta ayudar a la fertilidad”.

Y la edad juega en contra. Por ejemplo, una mujer mayor de 44 años, por más que esté sana y haga deporte, apenas tiene un 1% de posibilidades de lograr un embarazo en una fecundación in vitro con sus propios óvulos. Sin embargo, si son donados –como estos siempre son de mujeres jóvenes– esa probabilidad supera el 50%. Entre las clínicas de reproducción asistida existe un consenso de que los 50 años son el límite para la maternidad con donación de ovocitos.

Para la vitrificación, como en otros procesos, la mujer se somete a una estimulación ovárica. Luego, a la punción para la extracción de los óvulos. El coste de estimulación, punción y vitrificación oscila de 2.300 y 2.500 euros. Ésta última es un proceso de congelación ultrarrápida hasta los 196 grados bajo cero. Así, en las clínicas, a esta temperatura y con nitrógeno líquido se guardan las expectativas de muchas mujeres de ser madres en el futuro.

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