¿Se consuma la fechoría portuaria? (2): El "paquete catarí"

Tribuna de opinión

Estoy seguro de que a la sombra de los petrodólares se arropan diversos intereses particulares españoles, disfrazados de utilidad pública para conseguir sus fines aunque sea a costa del patrimonio colectivo de los malagueños

¿Se consuma la fechoría portuaria en Málaga?

Infografía del proyecto del hotel del Puerto de Málaga.
Infografía del proyecto del hotel del Puerto de Málaga.
Rafael Esteve Secall - Economista

01 de septiembre 2022 - 20:08

Málaga/Hay por ahí quienes difunden que el tema de la torre del puerto “está hecho” porque forma parte del “paquete catarí”. ¡Ya saben, las buenas relaciones entre España y Catar! Estrategia para desanimar a quienes creemos que todo es evitable y más si se desvela su trasfondo.

Y aquí entramos en una clave del problema: el cortoplacismo en que se mueve la política en general y más la española. ¿Qué político piensa a un plazo que supere el límite de las próximas elecciones? Después de ellos, ¿el diluvio? ¿Fueron conscientes, o se dejaron llevar “por la modernidad” de determinados edificios de la que ahora abominamos, quienes permitieron los excesos del hotel Málaga Palacio, las viviendas de los Campos Elíseos o el destrozo urbanístico de la Malagueta que ha empeorado el microclima del centro de la ciudad al cortar la circulación de las brisas matutina y vespertina? ¡Hace ya más de medio siglo!.

Lo sorprendente y triste es que las administraciones apoyen e incluso promuevan la fechoría del puerto

Lo sorprendente y triste es que las administraciones apoyen e incluso promuevan la fechoría del puerto. Sin embargo, otro proyecto “serio” de hotel de lujo, mucho más interesante que, además, rehabilitará uno de los pocos edificios real y no presuntamente “emblemático” que quedan en la ciudad -el Palacio de la Tinta- duerme el sueño del aplazamiento administrativo de los justos. Luego el argumento de la necesidad de estos hoteles aplicado sólo a la torre y a “ese sitio”, se cae por su base; cuando además los recientes aumentos de tráfico marítimo han invalidado la excusa inicial de la torre como panacea para sanear las cuentas del puerto, que tampoco es tanta.

Como decía el Colegio de Arquitectos malagueños en 2019 sobre la Autoridad Portuaria: La necesidad de aumentar los recursos no es una patente de corso para utilizar una potestad pública para fines desviados del que legitiman su autoridad. Argumento inapelable que es trasladable al resto de las administraciones. ¿Qué las legitima para destrozar el patrimonio ancestral de los malagueños? El paisaje lo es y no precisamente algo despreciable.

¿Recuerdan el centro comercial que Chelverton proyectó en la esquina de los muelles 1 y 2? Gracias a la fuerte oposición de un grupo de malagueños y a la inversión posterior de la Junta de Andalucía disfrutamos una verdadera “sorpresa urbanística” alabada por todos. Fue la presión ciudadana quien frenó aquel otro disparate. ¡Cómo nos alegramos ahora!

Estoy seguro de que a la sombra de los petrodólares se arropan diversos intereses particulares españoles, disfrazados de utilidad pública para conseguir sus fines aunque sea a costa del patrimonio colectivo de los malagueños. De ahí que se utilice el espantajo del “paquete catarí” para doblegar la defensa ciudadana del interés público del que han abdicado las administraciones, amparadas parcialmente en el debate urbanístico sobre el futuro de la ciudad entre construir en altura o en extensión, cuando el porvenir que se avizora trasciende la perspectiva planificadora al ámbito provincial superador de la estrecha visión municipalista.

Un hotel de lujo no es mejor o peor negocio por sus vistas, sino por la calidad de su diseño

Por lo tanto, hay mucho más debajo de la fechoría portuaria que presenta características muy especiales. ¿Por qué la insistencia del lugar? La respuesta es el valor inmobiliario de la torre de marras que se encuentra precisamente en ese sitio privilegiado. Un hotel de lujo no es mejor o peor negocio por sus vistas, sino por la calidad de su diseño y de los servicios que preste. Su configuración en altura y los datos hechos públicos, demuestran que resulta ruinoso en términos estrictamente hoteleros. Pero la “propiedad inmobiliaria” realmente no es tal pues se trata de una concesión que revierte al estado al cabo de 50 años como máximo y no podrá “desafectarse” nunca por situarse en una infraestructura esencial para el puerto como el dique de levante. Se “venderá” parcelada a trocitos, es decir por suites, bajo la fórmula de negocio inmobiliario “lujosamente exclusivo” compatible con la explotación hotelera. Y a precio de oro dada la exclusividad del terreno, burlando la prohibición legal de un uso residencial. ¿Se acuerdan de la abejita de Ruiz Mateos?

Al cabo de los años el promotor desaparecerá –de hecho el ganador del “pseudo concurso” inicial no existe administrativamente-; y un futuro de eternos litigios nacionales e internacionales le espera a la administración portuaria con decenas de “propietarios”, que lo serán en virtud de complicados contratos societarios.

¿Alguien puede creer que a una gran constructora catarí, especializada en promociones inmobiliarias internacionales, le interesa el proyecto simplemente por una renta a cambio de la cesión del edificio a una empresa hotelera para explotarlo durante medio siglo? ¿Y si ésta fracasa? ¿Y después? El resultado final será que unos cuantos millonarios monopolizarán unas vistas exclusivas de nuestra ciudad destrozando el paisaje marítimo de Málaga y su imagen para siempre.

Ahí está el verdadero objetivo y la parte oculta de los múltiples intereses privados acogidos bajo el paraguas del “paquete catarí”.

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