Coronavirus en Málaga: Casi 3.000 bocadillos diarios para los más necesitados
Benjamín de la Mata cerró su restaurante tras el estado de alarma y desde entonces prepara alimento para personas sin recursos o sin techo
Málaga/Benjamín de la Mata, como otros tantos malagueños, tuvo que bajar la persiana de su local, de su restaurante, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma a mediados de marzo por el coronavirus. El confinamiento establecido limitaba a autónomos como él al funcionamiento de sus establecimientos al servicio a domicilio. Pero en este caso, este chef especializado en comida japonesa, tenía muy claro desde primera hora qué haría ante esta situación.
Benjamín lleva con la persiana echada de su negocio más de tres semanas pero dentro de su restaurante trabaja a destajo preparando bocadillos desde entonces. El malagueño prepara 1.500, 2.000, 2.500 y hasta 3.000 bocadillos diarios para los más necesitados: personas sin recursos, sin techo o en exclusión social. "Todo empezó por una persona que conozco que está viviendo en su coche cerca del restaurante. Empecé llevándole comida y pronto me di cuenta la cantidad de gente que había en una situación penosa, personas que se han quedado en la calle tirados", cuenta De la Mata que comenzó a movilizarse por su cuenta cuando llamó "a los servicios sociales y vi que estaban desbordados y que les era imposible atender a nadie. Me impactó tanto que intenté ayudar como podía y preparé el restaurante y mi cocina".
Reconoce que está asistiendo a unas 12 personas personalmente desde el inicio del estado de alarma en su barrio, en Nueva Málaga. Compró una mochila de Just Eat de segunda mano para transportar comida en su moto y así dar alimento a algunas de las muchas personas que asiste. Pero la ayuda de Benjamín va más allá. En la cocina de su restaurante comenzó a preparar bocadillos con lo más básico: pan de molde, mantequilla y cualquier embutido. "A partir de ahí comencé a llevarlos al Ayuntamiento, a comedores sociales, a asociaciones...", cuenta, reconociendo las dificultades de abastecimiento para el gran número de personas necesitadas en la capital: "Hay miles de familias que dependen de los comedores sociales y muchos han tenido que cerrar porque son un foco tremendo de infección".
"Tomé varias líneas de actuación por contactos que ya conocía en el Asilo de los Ángeles, Cruz Roja y Asperones para hacerles llegar bocadillos", narra el malagueño que pronto se topó con la barrera económica: "Pensé que al principio podría llegar a 1.000, luego fueron 2.000 y he llegado a hacer 3.000 bocadillos diarios. A las dos semanas comencé a echar números y vi que se me iba de las manos. Sabía que todo esto iba a durar más de lo que la gente creía y me iba a ser imposible mantener este ritmo".
Con un coste diario que alcanzaba los 1.500 euros, habilitó la forma, a través de WhatsApp (633 080 160), de que todo interesado le pudiera hacer llegar materia prima, sobre todo pan de molde, aunque también mantequilla y chacina: "Dejé claro que no acepto dinero. El 99% de las donaciones son de particulares. Me avisan que tienen algo preparado y mando a mi repartidor, al que pagan sola la carrera". Destaca también que a título particular, un grupo de la Policía Local de la ciudad le ha traído alimento. Además, critica que algunos distribuidores están aprovechando la situación y subiendo el precio de sus productos: "No busco calidad, sino cantidad y el kilo de algunas cosas estaba un euro más caro".
Sobre sus repartidores cuenta Benjamín que le están ayudando mucho, sobre todo a localizar durante sus trayectos a núcleos de personas que están durmiendo en parques, en la calle. "Las personas sin techo se están juntando. Le dije a mi repartidor que le dijera a cualquier compañero que podía coger y repartir toda la comida que quisieran para llevárselo a cualquier núcleo de personas necesitadas", cuenta el malagueño que alza la voz por las muchas personas que "no tienen acceso a los comedores, que dependen de algún vecino que les ayude, personas en absoluto abandono y con esto espero que al menos tengan para comer".
De la Mata ha habilitado también en la puerta de su restaurante "un tenderete" con bocadillos para todo aquel que lo necesite. Los prepara, los envuelve en papel de film y les coloca una etiqueta con la fecha en la que los preparó. "Paisano, si tienes hambre aquí tienes bocadillos recién hechos. Sírvete o llévales a quienes lo necesiten. No estás solo", reza un cartel junto a la mesa en la que deposita los bocadillos, algunas conservas y agua.
Estima que le está dedicando a diario unas 15 horas a la gestión y elaboración de estos bocadillos. "A veces a organizar y coordinar pedidos y recogidas le dedico alrededor de cinco horas, a veces incluso más tiempo que a preparar los bocadillos", resalta Benjamín que apunta a que ha llegado "a echarle 22 horas un viernes, cuando más necesidad existe en los comedores o en los Asperones".
Reconoce que gestiona todo a través de WhatsApp, que tiene preparado un "copia y pega" para los que le preguntan cómo ayudarle y afirma que en estos momentos tiene cubierto "tres o cuatro días" los alimentos para los bocadillos. Aunque también está pidiendo alimentos no refrigerados ni perecederos como legumbres, pastas, conservas y demás: "Este tipo de alimentos lo necesitan muchas familias y ahora mismo no dan a basto los servicios sociales. Me los envían y cuando tengo unos 500 kilos llamo a uno u otro para que los recojan y se lo lleven todo".
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