“Es difícil de asumir un crimen como el de Lucía Garrido con tantas irregularidades”
Jorge Cabezas | autor del libro ‘matar a lucía’
El escritor y periodista desgrana las claves de un asesinato que sigue sin resolverse 12 años después y que volverá a sentar en el banquillo de los acusados a su ex pareja
Málaga/El 30 de abril de 2008 murió asesinada Lucía Garrido en la piscina de la finca de LosNaranjos de Alhaurín de la Torre. El cadáver presentaba golpes en la cabeza, había sido degollada, apuñalada en el cuello y asfixiada dentro del agua. Su ex pareja (Manuel Alonso) y otros tres acusados (dos de ellos guardias civiles) se sentaron en el banquillo de los acusados el año pasado y quedaron absueltos. Sin embargo, a comienzo de este año el TSJAordenó repetir el juicio por su muerte pero mantenía la absolución respecto a los dos agentes.
Un año después del crimen de Lucía, su ex pareja mató a dos hombres que irrumpieron en la finca, donde él mantenía un negocio de animales exóticos y adonde el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil llevaba los ejemplares incautados. Alegó legítima defensa y una juez archivó el caso. Hace unos días, la Audiencia revocaba el sobreseimiento y ordenaba repetir el juicio.
Sicarios, dos asesinatos de testigos protegidos, una condena por narcotráfico contra Manuel Alonso y el teniente de la Guardia Civil que investigó las tres muertes... Demasiadas conexiones que llamaron la atención desde el principio del periodista y escritor Jorge Cabezas, autor de Matar a Lucía (La Esfera de losLibros).
–Le he escuchado en varias ocasiones decir que la muerte de Lucía Garrido es un crimen alucinógeno, ¿por qué?
–Porque confluyen tantas excentricidades que es difícil de asumir que en un estado democrático hayan pasado tantas irregularidades. Ha fallado el estado de derecho, en este caso se mezclan asesinatos de testigos protegidos, situaciones que nunca hemos visto, resoluciones inexplicables por partes de jueces y fiscales que posteriormente enmienda la Audiencia, guardias civiles expedientados por tratar de conocer la identidad de testigos. Hay, evidentemente, demasiados ingredientes que constituyen un cóctel alucinógeno.
–También que detrás de todo hay una mano negra.
–Lo que siempre digo es que si no hay una mano negra, sí lo parece. Han pasado en estos años cosas que no tienen explicación, que no se hayan investigado llamadas de teléfonos, que no se hayan visto las imágenes de cámaras de las carreteras, que no se haya tenido acceso al listado de teléfonos del mes de abril de Manuel Alonso, que se apartara del caso al brigada que inició la investigación, que se haya desconfigurado la centralita de la Guardia Civil de Sitel... Y ya lo del ADN en una llave [la prueba que finalmente se rechazó en el juicio y absolvió los acusados], que se perdiera el papel con el protocolo a seguir... No sé si hay una mano negra, pero sí que lo parece. Demasiadas fatalidades y una trama de corrupción muy oscura.
–Doce años después de la muerte de Lucía Garrido y de las de los dos colombianos en la finca de Los Naranjos sigue sin haber ningún condenado.
–Es otra de las fatalidades de este asunto. El enigma sigue abierto y en el juicio los cuatro acusados quedaron absueltos. Pero es que la presidenta del tribunal dio por bueno un veredicto de no culpabilidad de seis a tres para Alonso y Ángel Vaello [quedó absuelto tras ser acusado de ser el autor material del crimen de Lucía Garrido] cuando la ley del jurado dice que si se llega a esa votación hay que repetirla. Tendría que haber sido un siete-dos o un cinco-cuatro. Puede ser un error, pero resulta de lo más chocante que nadie se diera cuenta de ello. Sorprende, además, que el jurado hizo constar que había sufrido presiones. El enigma no se ha descifrado y el relato de Asuntos Internos de la Guardia Civil no se ha probado porque dos de los cuatro acusados [dos guardias civiles] quedaron absueltos y no se volverán a sentar en el banquillo de los acusados en el juicio que se volverá a repetir. Si quitas a esos dos acusados de la ecuación, el relato de Asuntos Internos queda tocado.
–Pero su ex pareja volverá a sentarse en el banquillo de los acusados también por la muerte de los dos colombianos (1). ¿Confía en los dos casos en que el veredicto sea diferente?
–Es difícil hacer pronósticos, si se celebra antes el juicio de los colombianos se podría ir más armado al de Lucía Garrido. Pero tengo claro que con sólo dos acusados el relato de Asuntos Internos no se sostiene.
–En su libro se destapan ramificaciones de este crimen con la operación Yedra (2) e incluso con el espectacular robo de la cocaína en el puerto (3).
–Cuando Asuntos Internos llega le pone un nombre a la operación: telaraña. No olvide el tráfico de armas, la mayor incautación de armas en Rincón de la Victoria, la corrupción y la condena del EDOA en una trama en la que también estaba Manuel Alonso. Es una red tan extensa que no se saben los hilos comunicantes. En 2008 se presentó la muerte de Lucía Garrido como un crimen machista, todo pivotó en torno a esa hipótesis. Hasta 2014 no se habla de la palabra tabú: narcotráfico. En el centro de explotación de animales había una guardería de la droga. Se estaban cometiendo delitos oscuros e incluso algunos miembros del Seprona trabajan en ese centro por la tarde. La sensación que queda es que no se ha querido investigar.
–Desde la AUGC (Asociación Unificada de Guardias Civiles) siempre se ha dicho que este caso es el paradigma de la corrupción policial. Tras sus investigaciones, ¿comparte esa visión?
–La AUGC sabe muy bien todo lo que ha pasado. Primero muere LucíaGarrido, luego los dos colombianos, después la operación contra el narcotráfico en la que el teniente y Alonso son condenados. ¿A nadie se le ocurrió abrir las dos causas? La AUGC fue el único colectivo que prestó ayuda a Rosa [la hermana de Lucía y fallecida recientemente]. Ignacio Carrasco [el secretario general de AUGC] sabía muy bien lo que pasaba en el Seprona. Pero lo que dijo la AUGC sobre el paradigma de la corrupción fue compartido por Asuntos Internos durante la celebración del juicio.
–¿Por qué no saltaron las alarmas cuando se conoció que su ex pareja y el teniente de la guardia civil que investigó las muertes de Lucía y las de los dos colombianos fueron detenidos en el marco de una operación contra el narcotráfico?
–Ésa es una pregunta que deben responder los investigadores. La muerte de los dos colombianos era un vuelco de drogas, nada de un robo en un domicilio. Esa noche había más personas en la vivienda de Alonso.
–¿Es el caso más complejo al que se ha enfrentado?
–Desde luego que es el más estrambótico. Es un caso que no tiene medida y del que se desprende un silencio extraño. ¿Cómo es posible que el fiscal en su momento dejara de acusar a Manuel Alonso? Menos mal que cuando empezó el juicio fue un fiscal contra el crimen organizado el que asume la causa y hace que cambie de opinión.
–Supongo que este libro recompensa en cierta medida el esfuerzo de Rosa Garrido, fallecida recientemente.
–El impulso a este caso siempre lo dieron Rosa y la AUGC, que dice que esto no puede quedar así. Pero esto, el camino por buscar la verdad, les ha supuesto mucho dolor. El querer buscar la verdad se les volvió en contra. Esto también debería servir como reflexión, ¿cómo es posible que a lo largo de estos años hayan sufrido tantos portazos? Han sido años de pasarlo muy mal y es una causa que nos afecta a todos porque lo que se juzga es al crimen organizado.
(1) Un año después de la muerte de Lucía Garrido, Manuel Alonso abatió a dos hombres que irrumpieron en su finca. Por estas muertes volverá a sentarse en el banquillo de los acusados.
(2) Se investigarn delitos de blanqueo y urbanísticos en relación a una recalificación urbanística en Churriana.
(3) Un golpe espectacular que se saldó con el robo de 181 kilos de droga en el almacén del puerto.
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