Cuatro malagueños cruzarán el Estrecho de Gibraltar a nado para ayudar a la joven que sufrió un infarto medular

Rocío Martín tiene 30 años y debido a su lesión no tiene control de sus músculos desde el abdomen hasta los pies y necesita adaptar su casa a su nueva forma de vida

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Rocío Martín en rehabilitación tras sufrir un infarto medular
Rocío Martín en rehabilitación tras sufrir un infarto medular / M. H.
Paula Tejada

26 de junio 2022 - 06:10

Málaga/Rocío Martín tiene 30 años y en julio del año pasado sufrió un infarto medular mientras trabajaba. Desde entonces, lucha por recuperarse y acostumbrarse a su nueva vida. A día de hoy, no tiene el control de sus músculos desde su abdomen hasta sus pies, por ello necesita adaptar su casa de dos plantas.

En este sentido, David García, Daniel García, Cristian Palos y Alberto Morales quieren cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar para ayudar a dar la mayor visibilidad posible a la situación de Rocío Martín. También venderán camisetas, organizarán una cena benéfica y abrirán una web de GoFundMe a partir del 1 de julio para recaudar todo el dinero que la malagueña necesita para adaptar su casa.

Alberto Morales mantiene que quieren conseguir dar a conocer a la sociedad el caso de Rocío. El principal objetivo de estos malagueños es cruzar el Estrecho de Gibraltar desde Algeciras, pero al haber una gran lista de espera desconocen cuándo van a poder realizarlo porque “dependemos de que alguien no pueda acudir y así poder ir nosotros”. Por ello, su preparación no tiene una meta clara, pero desean lograrlo antes de que termine septiembre.

Por otro lado, también venderán camisetas, abrirán una página web de GoFundMe en julio, donde quien quiera podrá donar todo el dinero que desee, y van a organizar una cena benéfica, en la que todo el dinero que se reciba va a ser para Rocío. Algo primordial para estos cuatro malagueños es “intentar que la gente colabore” y conseguir los, aproximadamente, 20.000 euros que según Rocío Martín necesita para construir un ascensor en su casa y así moverse con total libertad sin depender de nadie.

Rocío asegura que cuando Alberto le comentó esta iniciativa no se lo creía porque hasta ese momento no se conocían y que para ella es “muy grande y un honor”. “Cuando me lo contó me quedé sorprendidísima y muy agradecida de que exista gente como él”, admite Martín. Hasta ahora, la joven de 30 años estaba vendiendo pulseras en diferentes establecimientos de Alhaurín el Grande y Alhaurín de la Torre, para intentar recaudar fondos, los cuales ha utilizado para adaptar uno de los cuartos de baño que tiene en la planta baja de su vivienda.

Rocío Martín pasó ocho meses en rehabilitación en un hospital de Toledo.
Rocío Martín pasó ocho meses en rehabilitación en un hospital de Toledo. / M. H.

Todo comenzó el 14 de julio de 2021, cuando a Rocío, que estaba trabajando en una gasolinera en Alhaurín el Grande, empezó a dolerle el pecho y le costaba respirar. Acudió a urgencias y le comunicaron que había sufrido un ataque de ansiedad, pero Martín asegura que ella sentía un hormigueo en las piernas, aunque pensaba que era por los calmantes que le habían administrado. Al volver a casa para descansar, descubrió que no podía ir al servicio y, junto a su marido, acudió a las urgencias del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga. Allí, tras varias horas de espera y diferentes pruebas le diagnosticaron que había sufrido un infarto medular, que la retuvo en la Unidad de Ictus durante tres días hasta que la subieron a planta.

Días después fue trasladada en helicóptero a un hospital de Toledo, donde estuvo ingresada hasta el pasado mes de marzo, ocho meses en total. En este centro, la malagueña narra que “teníamos terapia ocupacional y me enseñaban a vestirme, a desvestirme, a traspasarme al coche, a pasar de la silla a la cama, al baño”. También iba a fisioterapia todos los días, la cual le costó al principio porque “yo no era una persona deportista y me dolían muchísimo los brazos”.

Aunque al principio la fisioterapia le costó, le han enseñado a fortalecer los brazos y a aprender a subirse a la silla, por si algún día se cae al suelo. “El hecho de subirme a la silla desde el suelo me ha costado cinco meses adquirir la fuerza suficiente y la técnica necesaria para lograrlo y ha sido muy duro”.

A día de hoy, no tiene control de los músculos desde la zona abdominal hasta los pies, por lo que no tiene un equilibrio normal y sostiene que “al principio me iba hacia delante y hacia los lados, pero ya lo he ido mejorando”. La lesión también le afecta a nivel urinario e intestinal, por lo que debe seguir una rutina muy estricta y sondarse cada seis horas y tomar laxantes.

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