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El cultivo de cáñamo no coloca

Un juez archiva una denuncia por delito contra la salud pública a Juan Zurita, un agricultor alpujarreño al que le intervinieron 20 kilos en Málaga y, más tarde, otros 7 en Albacete, donde pasó 3 días en el calabozo

Juan Zurita sostiene una de sus plantas de su explotación de cáñamo en Pórtugos.
Álvaro Calleja / Granada

26 de diciembre 2007 - 01:00

Juan Zurita, un peculiar empresario alpujarreño responsable de la sociedad cooperativa Alsativa, no gana para sustos. Hace unos días un juez de Instrucción de Málaga alivió sus penas tras decretar el archivo de una denuncia que pesaba contra él por un presunto delito contra la salud pública después de que en septiembre pasado fuera interceptado con 20 kilos de cáñamo en un control policial en Rincón de la Victoria (Málaga).

Peor fue lo que le ocurrió meses después en Hellín (Albacete) donde pasó tres días en el calabozo de la Guardia Civil tras intervenirle en su vehículo siete kilos de la misma planta.

El asunto se presta a la confusión y el propio Zurita aclara que ninguna de sus seis hectáreas de cultivo de cáñamo industrial que dispone en Pórtugos, pese a formar parte de la familia cannabis sativa, cuenta entre sus componentes el tetrahidrocannabinol (THC), uno de los elementos activos de la marihuana. O, si lo tiene, está muy por debajo del límite autorizado por la normativa europea. Para los profanos en la materia, Zurita no se cansa en repetir que "la planta no es maría y no coloca, no representa ningún peligro para la salud; todo lo contrario, tiene propiedades medicinales".

El problema, según el agricultor, es que las Fuerzas de Seguridad disponen de unos test de control que no están homologados por la normativa europea, que sólo considera estupefaciente cuando supera el 0,5 de THC.

En su declaración ante el juez, Zurita sostuvo que lleva diez años produciendo un cáñamo que no supera el 0,2 y que incluso lo ha vendido en las ferias de distintos pueblos y ciudades por "cinco euros las hojas verdes y los cogollos, y dos euros los cañamones". "No es droga lo que vendo", asegura el agricultor, quien subraya que se ha visto obligado a someterse a los controles y análisis de la Junta de Andalucía y de la propia Guardia Civil para poder cultivar en la Alpujarra cáñamo industrial en grandes cantidades.

A preguntas del Ministerio Fiscal, Zurita precisó que adquiere las semillas en Tarragona y en la ciudad francesa de Le Mans, para lo cual aportó las facturas de compra que realizó mediante correo electrónico.

Una vez examinados todos los aspectos relacionados con dicho asunto, el juez entiende que "no aparece debidamente justificada la perpetración del delito que ha dado motivo a la formación de la causa" y, por tanto, acuerda el sobreseimiento provisional y el archivo del caso.

"Lo he pasado fatal", confiesa Zurita, que atribuye lo sucedido al "desconocimiento" que existe sobre una planta milenaria con propiedades múltiples y hasta hace unas décadas integrada en el paisaje de la Vega granadina. De hecho, Zurita abandera una campaña medioambiental bajo el título Cáñamo: una tradición vital para recuperar.

Precisamente hace un año y medio introdujo el cultivo en los municipios de La Zubia e Híjar pero los intentos por obtener ayuda por parte de la administración autonómica no prosperaron.

Zurita cree que hay muchos prejuicios contra la planta que, con frecuencia, se asocia a la marihuana y, por consiguiente, a la droga. En dosis precisas de cannabis, los expertos en medicina -aunque, como en todo, hay disparidad de criterios-, sostienen que puede aliviar el dolor crónico provocado por algunas enfermedades, aumentar el apetito en enfermos de cáncer y sida y disminuir las náuseas y vómitos producidos por la quimioterapia en enfermos de cáncer.

Pero también se puede hablar de la utilidad del cáñamo para la fabricación de fibras textiles (estopa), y cordajes, de gran resistencia; semillas y aceites ricos en grasas (incluyendo omega 3) y proteínas; combustibles ecológicos (biocombustibles), lubricantes y plásticos vegetales; materiales de bioconstrucción de gran resistencia y celulosa para papel, entre otros productos.

"He vendido miles de cogollos en los mercados medievales, pero sigue existiendo cierta persecución hacia este cultivo, entre otras cosas porque la industria farmacéutica no quiere que se comercialice", argumenta Juan Zurita que, pese a los contratiempos sufridos, mantiene su intención de seguir comercializando cáñamo.

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