Las denuncias por sumisión química en Málaga crecen y son más frecuentes en verano

Mujeres jóvenes agredidas sexualmente y ancianos que han sido robados o estafados son los perfiles mayoritarios de los afectados

De las 12 agresiones sexuales atendidas por el Clínico en los primeros meses de 2022, en casi la mitad había sospechas de sumisión quimica

El alcohol está implicado en más del 90% de los casos

El Clínico detectó 24 casos sospechosos de sumisión química el año pasado

Ilustración de un agresor.
Ilustración de un agresor. / Daniel Rosell

Málaga/La sumisión química existe. No es un mito, sino una realidad. Hay dos perfiles de afectados que son la mayoría: mujeres jóvenes y ancianos. Entre las primeras, el delito cometido es de carácter sexual y entre los segundos, de índole económica. La sumisión química se da cuando a una víctima le echan sin su consentimiento una sustancia que altera su nivel de conciencia y anula su voluntad. La forense y autora de una guía de prevención de esta práctica, Esperanza López, sostiene que “ahora hay más denuncias”, aunque acota: “No sabemos si hay más casos”. Eso depende de que luego los análisis y la investigación lo confirmen.

Según datos del Clínico, en ese hospital se han atendido 12 agresiones sexuales a mujeres de enero hasta junio de este año. Cinco de ellas -casi la mitad- con sumisión química. Estas víctimas tenían entre 20 y 45 años. Ocho eran españolas y el resto extranjeras. Además, en ese periodo el hospital ha atendido a otros 4 pacientes que también han sufrido sumision química, generalmente para robarles.

López explica que la mayoría de los delitos que se cometen bajo sumisión química suelen tener carácter sexual, como abusos o agresiones. “La mayoría de las víctimas son mujeres jóvenes”, añade. No obstante aclara que la sumisión química no es exclusiva ni de un tipo de delito, ni de un sexo concreto. Puede emplearse también con ancianos “para robarles o estafarles” o, incluso, para “postrarlos y que no molesten”. Por eso insiste en que la sumisión química “no es exclusiva de delitos sexuales”.

Pero, en la mayoría de los casos el perfil de la víctima es el de una mujer joven, que recuerda estar en una fiesta y despertar “en un lugar diferente, muchas veces desnuda, aturdida y con la sensación de que algo ha pasado, aunque sin saber exactamente qué”.

La jefa de Urgencias del complejo hospitalario Virgen de la Victoria, Belén Nogales, precisa que aunque estos casos se dan durante todo el año, se incrementan en verano y en las zonas costeras, donde aumenta la afluencia de turistas y la población flotante. “Víctimas del interior llegan pocas”, asegura. Además, aunque sostiene que la gran mayoría de las víctimas en casos de agresiones sexuales son mujeres, comenta que también hay hombres. Recuerda, por ejemplo, el caso de un varón que lo último que recordaba era estar en una discoteca y que despertó desnudo en un descampado cercano.

López atribuye el aumento de denuncias por sumisión química a varios factores: ahora hay más vida social que hace unos años, los profesionales tienen más formación y conocen mejores maneras de detectarla y la gente está más concienciada en denunciar. Sin embargo, a veces la víctima se frena a la hora de poner una denuncia por la doble victimización, ya que además de haber sufrido una agresión sexual, es vista como fantasiosa y embustera o juzgada por conductas poco morales.

Pero como las denuncias van a más, ya se ha protocolizado la atención a estas víctimas y se ha trabajado en la coordinación entre los centros sanitarios, el Instituto de Medicina Legal (IML) y las fuerzas de seguridad del Estado.

Nogales explica que cuando una supuesta víctima llega a Urgencias, se llama al Servicio de Emergencias 112, que a su vez activa a la Policía Nacional o la Guardia Civil. También se avisa al forense. De esa manera, al mismo tiempo la presunta víctima recibe atención sanitaria, puede hacer la denuncia y someterse a la toma de muestras para que tengan valor jurídico en un proceso judicial posterior. Si la persona decide no denunciar, igualmente los profesionales informan al juzgado de guardia de haber asistido un caso "sospechoso" de sumisión química.

En el Clínico se le toman muestras de sangre, orina y pelo. Las sustancias usadas para la sumisión química tienen un tiempo muy dispar para desaparecer del organismo. En sangre y en orina sus efectos se pierden en poco tiempo; mientras que en el pelo pueden permanecer varias semanas. En el hospital, las víctimas son atendidas por ginecólogos si son mujeres y por cirujano en el caso de los varones. Además, se les hacen los test de embarazo y enfermedades de transmisión sexual, a la vez que se les administra la profilaxis contra el VIH.

En el caso de agresiones sexuales con sumisión química, el alcohol está implicado en más del 90% de los casos. “Es una droga versátil, legal, de fácil acceso y que no está mal vista socialmente”, explica López. Por lo general, esta sustancia aparece combinada con otras. Nogales enumera: opiodes, burundanga, benzodiazepinas, éxtasis líquido... y un largo etcétera. Éstas, al ser absorbidas por el torrente sanguíneo, actúan sobre el sistema nervioso central alterando el nivel de conciencia y anulando la voluntad.

“Son sustancias incoloras y sin sabor que la víctima no nota”, comenta Nogales. Suelen ser mezcladas, en polvo, en las bebidas de las víctimas sin su consentimiento. Nogales aclara que, en contra de la creencia popular, no es la burundanga la más habitual. Fármacos tan comunes como el Trankimazin o el Orfidal (benzodiazepinas) suelen ser empleados por quienes, con fines delictivos, buscan anular la voluntad de sus víctimas.

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