Los 'desconocidos' del Parque

Una quincena de esculturas se asientan sobre los diferentes espacios del Parque Estatuas de novelistas, poetas, periodistas o músicos se mezclan con personajes mitológicos y alegóricos

Monumento del escritor Arturo Reyes.
J. M. Botello Málaga

29 de septiembre 2013 - 01:00

Todos conocen el Parque de Málaga, un lugar céntrico para pasear, sentarse o tomar el fresco en verano. Pero normalmente casi todos se olvidan de otros elementos que recorren esta superficie: sus esculturas. Muchas de ellas dedicadas a personajes célebres, tanto de Málaga como de fuera. Así, si se comienza el recorrido por la parte suroeste, es decir, la más cercana a la Plaza de la Marina, se puede ver el monolito dedicado a Salvador Rueda, con busto incluido. Este literato nació en Benaque, un cortijo cercano al municipio axárquico de Macharaviaya en 1857, y triunfó por todas las áreas del mundo hispano, recibiendo en la Habana el reconocimiento de Poeta de la raza en el año 1910. Llegó a ser hijo adoptivo de la ciudad de Málaga en 1911.

La siguiente escultura que se puede contemplar, en una zona infantil, es la que representa en bronce al burrito Platero, personaje de la obra del escritor onubense Juan Ramón Jiménez Platero y yo, que fue realizada por el escultor Jaime Fernández Pimentel en 1968. Si se sigue paseando se pueden topar con una estatua de 1998 que representa a un integrante de una panda de verdiales en plena faena, pandereta en mano incluida, y ataviado con su atuendo tradicional, rodeado de unos bancos circulares donde se pueden ver los escudos de varios municipios de la provincia de Málaga.

Un poco más hacia el este, aparecen las primeras imágenes mitológicas. Dos fuentes con dos de estos seres. La primera, la Ninfa del Cántaro, es una estatua de bronce sobre una fuente, donada a la ciudad en los años 70 del siglo XIX - antes de que se inaugurara el Parque en 1897- por Tomás Trigueros y Trigueros y fundida por la empresa francesa de Antoine Durenne. La segunda, a pocos metros de la anterior, es de hierro fundido y llegó de la misma forma que su compañera a la ciudad.

Otro personaje, esta vez real e ilustre, el pintor Antonio Muñoz Degraín, mira a los paseantes desde un busto creado en 1923, un año antes de su fallecimiento, por Diego García Carrera. El artista, valenciano de origen, pero malagueño de adopción, resaltó por su estilo ecléctico y llegó a la ciudad en 1870 con la misión de decorar el Teatro Cervantes. Después se quedaría y sería nombrado profesor supernumerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en 1879, llegando a ser maestro de toda una nueva generación de pintores, ente los que destacó Pablo Ruiz Picasso.

Cerca de allí, junto al recinto escénico que lleva su nombre, se encuentra el busto del músico Eduardo Ocón y Rivas. Este artista, nacido en Benamocarra en 1833, llegó a ser a los 6 años de edad uno de los seises de la Catedral de Málaga, lugar donde a los 18 años se convirtió en el segundo organista. Tras toda una vida en los conservatorios de París y Bruselas regresó a Málaga en 1879, donde realizó la restauración de los órganos de la Catedral, se convirtió en miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y, un año después, fue designado director del Conservatorio María Cristina, el actual Conservatorio Superior de Música.

Vigilantes en la entrada del recinto de una fuente se encuentran dos estatuas de estilo clásico, las Alegorías del Invierno (él) y del Verano (ella), que llegaron al recinto a finales del siglo XIX, época de la inauguración del Parque. El pintor Bernardo Ferrándiz es otro de los represendos, valenciano de origen como Muñoz Degraín, llegó a ser Hijo adoptivo de Málaga, y desarrolló gran parte de su carrera en Francia, donde hasta el emperador Napoleón III adquirió uno de sus cuadros, El tribunal de las aguas. El busto, de 1913, es obra del escultor Agapito Vallmitjana Barbany, y el pedestal de Diego García Carreras.

El poeta nicaragüense Rubén Darío, máximo exponente del modernismo en lengua española, también tiene su hueco en Málaga, en concreto en la parte más oriental del Parque, cerca del Paseo de los Curas y el Paseo de la Farola. Artista que conoció la ciudad, en algunos de los viajes que hizo por España, como atestigua su obra. "Esta es la dulce Málaga, llamada la Bella, de donde son las famosas pasas, las famosas mujeres y el vino preferido para la consagración", escribió en Tierras solares el literato. La estatua, de 1968, fue realizada por José Plánez.

Ya en el lateral del Paseo de los Curas, se encuentra la Fuente de los Amorcillos, con un relieve que representa a varios niños en actitud bucólica, obra de Juan Ruiz de Luna Arroyo, que fue instalada en el año 1967. Al otro lado del Paseo del Parque, en los Jardines de Pedro Luis Alonso, se levanta la estatua del Biznaguero, que representa a un vendedor de estos adornos de jazmines tradicionales malagueños, que realizó Jaime Fernández Pimentel.

El poeta, dramaturgo, abogado y periodista Narciso Díaz de Escovar también tiene un hueco en el Parque. El polifacético autor nació en Málaga, y llegó a ser cronista oficial de la ciudad. Actualmente existe un archivo con su nombre en el que se colecciones de periódicos de los siglos XIX y XX y una gran variedad de revistas literarias. La escultura fue realizada por Juan López Moreno en el año 1932.

Natural del municipio de El Burgo fue el comandante Julio Benítez Benítez, "héroe de Iguebiren", que murió en 1921, en el conocido Desastre de Annual durante la africana Guerra del Rift, cuya conmoción política fue una de las causas del golpe de Estado y posteriro dictadura de Miguel Primo de Rivera. El monumento, que se encuentra en la parte norte del Parque, fue obra de Julio González Pola e instalado en 1926.

También en esa zona del recinto ajardinado, se encuentra el busto de Carlos Larios y Martínez de Tejada, primer marqués de Guadiaro, título otorgado por Alfonso XII en 1875, y que murió sin descendencia. Este noble llegó a ser senador durante los años del régimen caciquil de la Restauración borbónica. La estatua, de 1906, es obra de Mateu Fernánez de Soto.

"Málaga a su novelista Arturo Reyes", así reza en el monumento levantado en 1964 a este escritor y periodista que nació en la ciudad en 1864. Fue redactor de las cabeceras El correo de Andalucía y El Cronista, y dedicó varios poemas a Málaga. Asimismo escribió libros en prosa de tema andaluz, como Cartucherita y La Goletera. Junto a su estatua se erige la de una mujer ataviada con ropa tradicional de la zona a la que, por cierto, le falta una mano. Las esculturas que se inauguraron son obra del escultor Adrián Risueño.

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