Desescalada Málaga: Médicos ven un aumento de casos de ansiedad y depresión por la pandemia
El sedentarismo durante el confinamiento agrava patologías crónicas como la diabetes y la hipertensión debido a la falta de ejercicio, según constatan facultativos de centros de salud
Málaga/El coronavirus ha acaparado y sigue acaparando la asistencia sanitaria de los últimos tres meses. Pero más allá de los casos concretos de esta enfermedad, hay unos efectos colaterales en la salud de los ciudadanos. Unos –físicos– derivados de la falta de ejercicio debido al confinamiento y otros –mentales– producto de la incertidumbre que genera una situación nueva, desconocida y con repercusiones desde emocionales hasta económicas.
Médicos de atención primaria constatan que en las últimas semanas se ha producido un incremento de los cuadros ansioso-depresivos entre la población. “Lo hemos visto durante el confinamiento y lo seguimos viendo. Son consecuencia del miedo; a la enfermedad, a quedarse sin trabajo, a perder el negocio; o del sufrimiento por la hospitalización de un familiar o directamente de un duelo”, explicaba una facultativa de un centro de salud de Málaga.
Al principio, estos casos eran más bien “soterrados”. Pero a medida que se prolongaba la cuarentena fueron aumentando. Estas afirmaciones no son producto de un estudio sobre las patologías del confinamiento, sino de las impresiones de los médicos por su ejercicio profesional del día a día. Achacan ese incremento de los cuadros de ansiedad y depresión no sólo a los temores generados por la incertidumbre de la pandemia. También los atribuyen a la falta de relaciones sociales y actividad que nunca se había vivido con anterioridad.
Algunas personas han debutado con esas patologías mentales en esta crisis sanitaria. Otras ya las sufrían con anterioridad, pero han empeorado al estar sometidos a una situación estresante como la derivada de la pandemia. “No me atrevería a decir que estos casos ansioso-deprevisos hayan sido los cuadros más importantes en volumen, pero sí que han sido muy relevantes y que lo van a seguir siendo”, estimaba la facultativa.
En el plano físico -más allá del propio coronavirus, el diagnóstico de esta patología, el aislamiento y el rastreo de contactos que han consumido muchos esfuerzos de los profesionales de los centros de salud- los efectos nocivos han sido los derivados del sedentarismo como consecuencia del confinamiento.
Muchas dolencias crónicas, como diabetes, hipertensión o artrosis, han empeorado por la falta de actividad física. Muchas personas, aún en casa, han hecho gimnasia. Pero no todas. Incluso algunas que comenzaron a hacer ejercicio al inicio del confinamiento, a medida que avanzaban las semanas lo dejaron por cansancio. “Hay que tener una determinación y una motivación muy grandes para ello. Cuando por ejemplo caminas por la calle con alguien es placentero. Hace bien física y psicológicamente. Pero sólo, en la bicicleta estática, mirando a una pared difícilmente se aguante más de tres días”, reflexionaba una médico de atención primaria.
También debido al poco ejercicio y al estrés se han producido más trastornos digestivos. Los cambios en la dieta no han ayudado. De hecho, uno de los principales efectos ha sido el aumento de peso. El poco movimiento durante las semanas de cuarentena se ha traducido también en estreñimiento y problemas hemorroidales derivado de éste.
Luego vinieron las patologías ocasionadas por la vuelta a la actividad física, cuando comenzó la desescalada. Dolores en los pies, lesiones por el desuso de las piernas, lumbalgias y hasta accidentes músculo esqueléticos han sido los cuadros más comunes atendidos en los centros de salud, sobre todo cuando no ha habido un incremento gradual del ejercicio, sino un intento de recuperar la actividad a marcha demasiado forzada.
Pasado ya el confinamiento y las primeras semanas de salidas a la calle, los profesionales de Atención Primaria tienen ahora dos frentes claros. Uno, de cara a contener la propagación del virus. Los datos epidemiológicos desde hace más de un mes están contenidos. Pero existe la probabilidad de un rebrote. Y ahí los centros de salud son los que llevan el peso de la detección precoz de los casos de Covid para su tratamiento, aislamiento e identificación de los contactos a fin de atajar la expansión.
El otro frente es, sin descuidar el flanco del coronavirus, la atención de los pacientes generales, los no Covid. Los sanitarios de atención primaria tienen ahora que retomar el seguimiento de pacientes crónicos, muchos de los cuales dejaron de acudir al centro de salud por temor al contagio y que generalmente han empeorado por la falta de ejercicio.
Cuando se le pregunta a los profesionales de atención primaria qué deben hacer los usuarios para ayudar en el avance hacia la nueva normalidad, coinciden: “Cumplir las normas de seguridad para limitar los contagios porque de lo contrario nos veremos abocados a un rebrote de casos”.
En resumen, insisten en que deben respetar las distancias de seguridad, usar mascarilla e higienizarse las manos con frecuencia. “Ahora se puede juntar más gente a comer. Pero la mascarilla hay que quitársela estrictamente para comer; no las tres horas que dure una comida. Porque a mayor tiempo de exposición a una persona contagiada, mayor riesgo de contagio”, advertía una médico. Y, ante cualquier síntoma compatible con coronavirus, informar a su centro de salud para un diagnóstico rápido dado que, en caso positivo de infección, se deben tomar las preceptivas medidas de aislamiento.
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