Una despedida como Dios manda
En el Parque Cementerio no siempre es fácil celebrar un funeral a gusto del difunto, salvo que profese el Cristianismo · Los actos laicos se ofician en una capilla transformada
Una imagen de Ernesto Che Guevara, uno de los artífices de la revolución cubana e icono del comunismo, presidía el pasado martes el altar mayor de la capilla número 1 de Parcemasa, la pequeña. Tapaba el cuadro de Santa María de la Victoria, patrona de Málaga y su diócesis, y detrás se ocultaba -mirando a la pared- el Crucificado que suele presidir la iglesia. Aquel día, ésta estaba completamente transformada, el ambón desde donde se lee el Evangelio se engalanó con una bandera tricolor de la República española. Los paños de la mesa de altar se sustituyeron por una pancarta comunista y distintas banderas rojas completaban la estampa. En el centro, el sagrario miraba a la pared para que no se percibiese ningún icono religioso. Se pretendía celebrar un acto civil para despedir a un difunto.
El último adiós de este mundo nunca es fácil, pero mucho menos si no puede hacerse a gusto del muerto. La gran mayoría de funerales que se celebran en Málaga son cristianos, en torno a 5.000 cada año, pero existe una minoría -apenas el 1%- que se encuentran desubicados. El Parque Cementerio de Málaga (Parcemasa), aunque se trata de una instalación municipal, sólo tiene dos salas, sendos templos cristianos, para acoger este tipo de actos. Uno de ellos, el más pequeño, se adapta para que las familias que no profesen esta religión celebren su funeral particular, pero la experiencia del pasado martes deja claro que el sistema actual es bastante precario. Además de injusto, pues en este caso la sala se quedó pequeña.
En el funeral laico, como se conoce a los enterramientos civiles, del conocido comunista malagueño Leopoldo del Prado, se cantó el Himno de Andalucía, el de Riego y La Internacional, pero no se rezó ningún Padrenuestro. Se habló del Che Guevara, pero no de Jesucristo. Pero no hubo nada irreverente, tan sólo se obvió lo religisoso, pues cada uno se despide de este mundo como quiere, aunque en Málaga sólo los cristianos pueden hacerlo en un lugar propio, una iglesia.
El grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Málaga reivindicó en el Pleno del pasado mes de octubre unas instalaciones propias para la celebración de los funerales laicos, pero su iniciativa cayó en saco roto, como vuelve a lamentar meses después su portavoz, Rafael Fuentes. La iniciativa no sólo contemplaba la creación de unas instalaciones adecuadas para estos actos civiles, o de otras confesiones religiosas, también la promoción de estos servicios, para que así puedan conocerlo y usarlo los ciudadanos interesados. En este sentido, Fuentes considera que en parte se celebran tanto funerales cristianos porque es la única opción que se ofrece.
La página web de Parcemasa -www.parcemasa.es- entre sus servicios ofrece salas ecuménicas, pero realmente quiere decir dos templos cristianos, de los cuales en uno de ellos tapan a los santos y cubren el sagrario para ocultar las reminiscencias de esta religión. La capilla pequeña es la sala versátil, aunque su equipamiento para transformarla es deficiente y el resultado suele quedar ridículo. Así resultaba la estampa de un Crucificado contra la pared tapado por un Che Guevara.
Por parte de la Iglesia, no tienen reparo en que los templos se adapten según las necesidades de los familiares del difunto, pero piden respeto. Para ello se hizo hace ya algunos años una funda de madera para el sagrario de la capilla pequeña. "Tras un funeral de Testigos de Jehová me encontré el sagrario escondido detrás de una macera y eso no puede ser", explica José Navarro, antiguo capellán de Parcemasa. El proyecto original del cementerio contempla tres salas para acoger funerales, la tercera debe ir donde se encuentran los tanatorios 20 y 21, a la derecha de la iglesia central según se mira de frente. Mientras llegan, o no, mejoras, los fallecidos no cristianos deben conformarse con una despedida en una iglesia cristiana pequeña trasformada.
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