El día después
Territorio Comanche
Al producirse el abandono del monte, las administraciones competentes deberían haber suplido dichas labores, a fin de reducir los riesgos inherentes a las zonas forestales, entre ellos, el de incendios. No se ha hecho
Málaga/QUE sí, que parece fuera de toda duda que cuando se provoca un incendio el principal responsable es el pirómano. Seria ridículo estar buscando culpables cuando todo se inicia mediante una acción consistente en meterle fuego al monte para ocasionar el mayor daño posible.
Pero dicho esto, conviene reflexionar sobre las consecuencias de este, tanto en la zona quemada, con el fin de llevar a cabo actuaciones a futuro que restauren las condiciones ecosistémicas previas, como en la no quemada, precisamente para iniciar actuaciones preventivas al objeto de evitar que vuelva a repetirse en un futuro.
El caso de la catástrofe del Genal-Sierra Bermeja puede ser un buen ejemplo para llevar a cabo actuaciones basadas en el sentido común, en la propia naturaleza, y en lo aprendido de la dinámica demográfica de abandono, que se ha llevado a cabo durante las ultimas décadas en estos territorios de incuestionable valor medioambiental, próximos a áreas mucho mas dinámicas como la costa, como consecuencia del turismo.
Territorio Comanche
'Málaga Hoy' presenta esta nueva sección, Territorio Comanche, evocando a lo que los reporteros denominaban en una guerra, ese lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde se respira el peligro, donde escuchas los tiros sonar de lejos, pero en donde has de entrar porque has de hacer un papel. Pues ese va a ser el papel del territorio malagueño, en donde confluyen tantos intereses diversos, en tiempos del cambio climático.
En efecto, ha sido muy comentado que el estado del monte era muy propicio a la expansión rápida del incendio, con mucho combustible biológico, mucha hierba seca, para entendernos. Y en este punto conviene recordar que no es casualidad el hecho de que municipios del Valle del Genal estén envueltos en proceso de despoblamiento desde hace décadas, con todo lo que eso significa respecto a las practicas de conservación del suelo y del monte. Muchas labores que antes hacía el agricultor para mantener en orden su explotación, o incluso donde pastoreaba a su ganadería, mantenían limpio el monte. Al producirse el abandono de este, las administraciones competentes deberían haber suplido dichas labores, a fin de reducir los riesgos inherentes a las zonas forestales, entre ellos, el de incendios. No se ha hecho.
Pero, además, este efecto ha venido combinado con otro. Sí, vinculado a los indicadores cada vez mas evidentes del Cambio Climático en la Provincia de Málaga, y concretamente con el hecho de que el número de días consecutivos en los que el suelo deja de ofrecerle agua a la vegetación se está incrementando en las ultimas décadas, lo que significa que en esos espacios naturales la vegetación se seca cerca de un mes antes, de lo que lo hacía hace 25 años, incrementando potencialmente el riesgo de incendio. Que sí, que para que arda tendrá que haber un agente externo; pero si hay mas vegetación seca es indudable que el riesgo será mayor.
Ambas circunstancias, despoblación e incidencia de Cambio Climático, deben convertir por sentido común a estas, en zonas especialmente sensibles y prioritarias a la hora de llevar a cabo actuaciones de impacto territorial, garantizando el uso forestal de las mismas. Y dichas actuaciones deben estar basadas en la propia naturaleza, en la ordenación del territorio, de sus recursos, y en la garantía de la calidad de vida de una población a la que no solo se le ha destruido su paisaje cotidiano, sino su fuente de recursos, su patrimonio económico, cultural y natural. Y en esa labor han de estar involucradas todas las administraciones.
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