La difícil, pero posible, salida de la anorexia

La Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria ubicada en un edificio junto a las antiguas Urgencias del Hospital Civil ha tratado a más de 500 pacientes desde su apertura en 2019

La duración media del tratamiento de un paciente suele rondar los siete años

Málaga abre una unidad para trastornos de conducta alimentaria con 16 camas

Anorexia: una enfermedad visible que nadie quiere ver

Dos adolescentes en un taller, con el equipo de la Unidad de Trastornos de Conducta Alimentaria. / Javier Albiñana

Málaga/Casi todas son adolescentes, muchas incluso menores. En algunas llama la atención su andar lento, su mirada apagada, como perdida, y los brazos casi esqueléticos que le asoman de unas ropas demasiado sueltas de tanto adelgazar. En un apacible edificio contiguo al Hospital Civil, un puñado de jóvenes con anorexia y otros trastornos de la conducta alimentaria (TCA)luchan por salir de una enfermedad compleja e incomprendida. No están solas. Un equipo multidisciplinar de unos 60 profesionales trabajan para que la superen.

Comedor de la UTCA. / Javier Albiñana

La salida es difícil, pero posible. “El mensaje tiene que ser de esperanza porque la mayor parte de las pacientes mejora y termina haciendo una vida normal”, subraya la responsable de la Unidad de Trastornos Alimentarios (UTCA) del Hospital Regional, la psiquiatra Margarita Pascual.

Los TCA más frecuentes son la bulimia y los trastornos por atracones. En la primera, la paciente come mucho y luego se provoca el vómito, toma laxantes o hace ejercicio de forma compulsiva para perder calorías. En los segundos, hay una ingesta excesiva sin las conductas purgativas posteriores. Entre los TCA también está la anorexia, que lleva a quien la padece a tener un peso corporal anormalmente bajo y que aunque no es tan prevalente como otros trastornos, es el que más llega a los hospitales porque puede peligrar la vida de quien la padece.

Profesionales de la Unidad con dos pacientes. / Javier Albiñana

“Hay muchísimo sufrimiento detrás de un TCA. No hay que frivolizar, ni pensar que esto sólo le pasa a unas niñas pijas, consentidas, que quieren estar flaquitas y ser modelos. En realidad, hay mucho sufrimiento detrás, similar al de otros trastornos mentales graves”, aclara la psiquiatra. Aunque nueve de cada diez pacientes son mujeres, también la sufren algunos varones.

La endocrinóloga de la unidad, Francisca García, coincide en que de estos trastornos se sale. “Lo más importante es buscar ayuda profesional y que sea pronto”, explica. Porque insiste en que cuanto antes se acuda a un especialista, mejor será el pronóstico.

Edificio de la UTCA, junto a las antiguas Urgencias del Hospital Civil. / Javier Albiñana

A veces, un trastorno alimentario suele dar lugar a conflictos en el seno de la familia o a la sobreprotección. Pero ¿cuáles son las señales de alarma? La psiquiatra detalla algunas de ellas: comentarios de que está gorda, el rechazo a determinados alimentos, no comer acompañada, decir que ya ha comido o dejar de hacer planes para salir con las amigas porque estos incluyen reunirse en torno a la comida. Debido a la complejidad de estos trastornos, el equipo de la UTCA que los trata es multidisciplinar. Profesionales de Psiquiatría, Psicología, Endocrinología, Nutrición y Enfermería especializada en Salud Mental unen sus esfuerzos para ayudarles a encontrar la salida.

La psiquiatra explica que aunque los síntomas son alimentarios y son estos los que las ponen en riesgo vital, la base de la enfermedad es mental. “El núcleo del problema está en la dificultad en los vínculos, en la dificultad para regular sus emociones”, acota. Mediante grupos de terapia ocupacional, teatro, escritura, relajación y habilidades sociales dirigidos por especialistas se aborda un tratamiento que lleva –de media– unos siete años.

El edificio del que fuera el Centro Guadalmina donde funciona la UTCA es antiguo, pero aporta un entorno cálido, con jardines, patio y dimensiones intimistas, como si hubiera sido diseñado para abordar unos trastornos que generan mucho sufrimiento en quienes los padecen y entre sus familiares.

“Desde que empecé a verme gorda cuando tenía 20 años, estoy peleando con este monstruo que no me deja tranquila. Es una lucha continua”, comenta una paciente que prefiere mantener el anonimato. Tiene 53 y lleva tres décadas atrapada en una anorexia que ha provocado su hospitalización una docena de veces.

“Tengo un padre autoritario que me dice que estoy aquí porque me da la gana y lo paso mal. Es una enfermedad muy compleja que la gente no entiende. Afortunadamente, mi hijo, de 19 años, es mi apoyo”, cuenta esta mujer que se sabe al dedillo el nombre de los profesionales, a los que agradece lo que cada día hacen por ella: “Natalia, mi enfermera que cuando estoy mal siempre la encuentro; Agustín, mi psiquiatra, que está a mi disposición; Mariluz, la terapeuta que me da fuerza”.

Cuenta la responsable de la UTCA que a veces los síntomas alimentarios –como el vómito o la restricción en la ingesta– se convierten para las pacientes en “una especie de adicción”. Y eso, advierte, “es dañino, igual que consumir una droga”.

El abordaje no sólo es multidisciplinar, sino también muy especializado y con un protocolo estricto. Por ejemplo, en la UTCA, los servicios están con llave todo el tiempo. Además, siempre que las adolescentes van al servicio deben hacerlo acompañadas de una auxiliar. En algunas pacientes, la razón es su fragilidad extrema. Pero que no tengan un baño al que puedan entrar solas, por lo general tiene como finalidad que no puedan vomitar o tomar laxantes para perder peso. Por eso, Pascual señala que los protocolos para TCA son “fáciles de seguir, pero difíciles de implementar” en áreas que no sean específicas. Se refiere a que, por ejemplo, las plantas de hospitalización normal no tienen los servicios bajo llave.

Como los kilos de una persona varían según su altura, el parámetro clave en la anorexia es el índice de masa corporal (IMC). Un nivel sano es aquel comprendido entre 19 y 25. (El IMC se calcula dividiendo el peso, expresado en kilos, entre la estatura, en metros, elevada al cuadrado). Un índice de masa corporal por debajo de 17,5 se considera como anorexia y de 15, es motivo de hospitalización. En la UTCA ha llegado a haber pacientes con IMC de menos de 9; es decir casi un tercio del normopeso.

La Unidad de Trastornos Alimentarios de Málaga fue la primera de carácter integral que se abrió en Andalucía, allá por diciembre de 2019. Durante muchos años, las familias clamaron por estos dispositivos dada la complejidad de abordaje de estos trastornos. Hasta entonces, la sanidad pública sólo tenía hospitalización en Granada. Tras la apertura de la UTCA de Málaga, también la asistencia en la provincia vecina se constituyó como unidad. No obstante, debido a unas obras en la hospitalización de la UTCA granadina, la situada en el Civil es el único lugar de toda Andalucía en el que se están haciendo ingresos. “Antes de la Unidad de Málaga había programas. Pero son trastornos complejos que necesitan un tratamiento interdisciplinar de especialistas que trabajen en equipo”, insiste la responsable de este dispositivo.

La unidad de Málaga agrupa consultas externas, hospital de día y hospitalización. Cuenta con 12 camas (en seis habitaciones dobles) y se prevé poner otras cuatro más en funcionamiento (otras dos habitaciones). Los profesionales creen que haría falta un endocrinólogo más y un nutricionista en exclusiva para la unidad.

El dispositivo, además de las consultas, cuenta con un área de hospitalización para aquellos casos en lo que la desnutrición es tan importante que corren un riesgo vital. También dispone de hospital de día para aquellas pacientes en las que el riesgo físico puede no ser tan importante, pero necesitan tratamiento psiquiátrico y psicológico. Desde su creación, la UTCA ha tratado a más de 500 pacientes.

Las normas están muy pautadas. Al comedor tienen que ir juntas. La razón es facilitar la supervisión a la hora de la comida. Pero también, que entre ellas funcionen como una especie de grupo de autoayuda. Recuerda una trabajadora el día que una paciente no quería comer y otra le ponía un vídeo con música para animarla a andar un camino de salida que se les hace cuesta arriba, pero en el que encontrarán a profesionales como Mariluz, Agustín, Natalia, Margarita, Francisca y muchos más que les ayudarán a llegar a su meta.

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