¿Está la digitalización reemplazando por completo al papel?
QUANTUM BABYLON
Los cambios que los consumidores han adoptado al consumir narraciones audiovisuales en el campo digital se han trasladado ahora al ámbito del cómic
El cibercrimen no descansa en verano
¿Podemos seguir hablando de nuevas generaciones como lo hemos hecho durante siglos?
HOY en día, una gran parte del contenido de calidad que se publica se hace directamente en “digital” (algo que la naturaleza agradece enormemente), pero lo recalco para que sea consciente de cómo la tecnología ha influido en nuestro día a día. Las nuevas generaciones ya ven esto como lo más normal y lo raro es ver a un joven delante de un periódico de papel en vez de sostener un smartphone o una tablet para estar informado.
El sector de la comunicación ha sufrido multitud de cambios debido a la vertiginosa evolución tecnológica producida en las últimas décadas. Hoy en día el consumo de información se ha convertido en algo masivo y fugaz, y existe un constante desarrollo y búsqueda de nuevos formatos que permitan acceder a la información de forma inmediata y ágil. Echando una mirada a su evolución e historia pocos recordaran esos diarios llamados “periódicos de tarde” que rellenaban la laguna entre la mañana de ese día y la siguiente. La aparición de las primeras emisoras de radio revolucionó la forma de acceder a la información, por fin contábamos con un medio que nos permitía estar informados prácticamente en vivo, y tras ella la televisión nos trajo la imagen de lo que acontecía gracias a las retransmisiones por satélite y que ahora, paradojas de la vida, se observa como el medio menos apto para mantenerse informado.
En la actualidad, la gran disputa por ganar la carrera de la inmediatez se cierne entre los medios digitales y las RRSS con retransmisiones en directo de millones de Youtubers, los cuales, con franqueza, no aspiran precisamente a ser reconocidos como reputados periodistas y ganar un Pulitzer o un Sigma Award (estos últimos, la mayoría de tik tokers probablemente nunca los hayan ni escuchado).
Aunque se proclamó que la informática enterraría el uso del papel, resultó que era un elemento fundamental para almacenar y respaldar de forma segura todos los datos necesarios, sin contar toneladas de manuales, libros, folletos y cartonajes varios. Sin embargo, pronto se entendió que no era práctico ni económico trabajar con papel. Poco a poco, se pasó a utilizar soportes electrónicos, pero ni los CD-ROM ni los DVD permitían su reducción. Solo la difusión de internet está permitiendo una verdadera digitalización que nos aleja del papel. Por lo tanto, muchos aspectos cotidianos en papel han pasado al formato binario, de forma pausada pero sin demora.
Para que nos hagamos una idea, en España el consumo medio de papel per cápita pasó de 116 kilos anuales por habitante a principios de los años noventa a 176 kilos anuales por habitante en 2006 y tan solo la llegada de la reciente digitalización parece frenar estas cifras, aunque según World Count, tras la pandemia, ¡cada persona usa más de dos hojas de papel cada hora en el mundo!
Así que como podemos ver, debe haber habido otras situaciones donde no se ha terminado de completar ese proceso. Por ejemplo, no sé si recuerdan hace algo más de una década unas navidades en las que en cada casa cayó un libro electrónico o e-ink, unas “extrañas y lentas” pantallas que no requerían luz y que nos recordaban al aspecto de los visores de nuestras viejas calculadoras. Aquello parecía el principio del fin de los libros tal y como los habíamos conocido. No obstante, aquellas fiestas pasaron, y seguimos casi como en aquel entonces, acariciando las hojas de papel de nuestros libros favoritos que salen al mercado.
En la lectura, lo mismo podría decirse que ocurre con las empresas encargadas de editar tebeos –o novela gráfica, decidan ustedes el término–. Y es que es un sector donde se están produciendo cambios, pero no en el sentido más técnico, donde apenas ha impactado el formato digital. Los aficionados siguen disfrutando de las viñetas sobre ese bello soporte que nos brindan nuestros sufridos árboles, pero sí en la forma de publicación del formato físico, donde cada vez se demanda más la recopilación de historias en vez de la “grapa”, es decir, un libro económico y muy escueto de 20-24 páginas que salía de forma mensual en los kioscos y librerías especializadas, con los que muchos hemos crecido. Esto puede deberse a diversas razones, como el cambio de narrativa entre la nueva generación de autores de cómic, que usan cinco o seis números para desarrollar aquello que desean contar, con lo que muchas veces el lector prefiere esperar a una edición donde se encuentre todo ese arco argumental completo. ¿A quién le suena? ¡Efectivamente! ¡Hablamos de la Netflixación del cómic!
Los cambios que los consumidores han adoptado al consumir narraciones audiovisuales en el campo digital se han trasladado al ámbito del cómic, y han preferido optar por otro tipo de alternativas que permiten la inmediatez de la recopilación, con la satisfacción de la recompensa inmediata que produce, como ver una serie de golpe en una tarde con Netflix. Pero yendo al grano, para poner esto en perspectiva, en Japón, uno de los mercados donde la publicación y el consumo de historias ilustradas es un icono, desde 2015 más de una decena de revistas, conocidas como magazines, donde se publican historias regularmente, se han pasado al formato digital, y no porque se consuma menos, sino por la naturaleza del nipón, que está sobradamente abierto a todo lo virtual y digital.
Sin embargo, tanto en Europa como en el mercado estadounidense, no parece que vaya a ocurrir lo mismo a corto plazo. Es cierto que existen opciones de cómic electrónico en diversas plataformas, pero de momento solamente son eso, opciones. Nuestro cerebro vincula directamente las sensaciones del cómic o la novela con el formato físico, y no solo experimenta sensaciones con el acto de leer, sino que todavía le resulta extraño sentir algo similar en el ámbito virtual sin algo “físico a lo que aferrarse”.
De hecho, para muestra un botón, algunas editoriales están basando su éxito en la reedición de historias clásicas. Recientemente, salió por primera vez en España el segundo tomo de Arrowsmith, obra del gaditano Carlos Pacheco, fallecido a finales del año pasado. Como último deseo del autor, en su primera edición iban mezcladas sus cenizas en la tinta que se utilizó para imprimir esos ejemplares, obteniendo una demanda inmediata y apasionada de los lectores aficionados.
Resumiendo, en lo relativo a la tecnología, hay que estar muy atento a la evolución de cada situación en particular, ya que como en la vida, no puede generalizarse de forma tan tajante y suponer que la transformación transcurre en paralelo y de la misma manera en todos los ámbitos, como un rio, la tecnología tiene rápidos, lagos, meandros y hasta cataratas donde podemos precipitarnos si no sabemos leer el mapa de por donde transcurre. El aviso a navegantes queda dado.
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