El drama de la frontera de Ceuta: huida en motos de agua
El cierre hace un año deja casos dramáticos, con cientos de marroquíes que perdieron su empleo
El cierre de la frontera de El Tarajal, hace ya 15 meses, ha provocado la mayor separación entre dos puntos: Ceuta y Castillejos, dejando al otro lado situaciones dramáticas. Muchos marroquíes han perdido sus contratos de trabajo. “A diario llegaba un autobús lleno de mujeres que se levantaban a las 5 de la mañana para venir a Ceuta a trabajar. Ahora todo se ha parado”, relata la malagueña Alicia G., que reside en la ciudad autónoma. La prohibición de cruzar el espigón marítimo ha golpeado, entre otros, al servicio doméstico, que en Ceuta resultaba más económico. “300 euros en Marruecos es un dineral”, cuenta esta vecina.
Su familia ha seguido pagando a la mujer que cuidaba de sus hijos hasta el año pasado. “Muchos lo estamos haciendo. Ella no tiene ingresos, hay que ayudarla y darle una solución. Es prácticamente de mi familia y, para los niños, una más. De buenas a primera tuvo que dejar de venir a casa”, critica.
Pero el paso no resultaba baladí. Las colas para cruzar la frontera dejaban conflictos a diario que llegaron a derivar incluso en tragedias, sobre todo entre quienes se dedicaban al transporte de mercancías. “Marruecos no considera a Ceuta frontera comercial. Solo se pueden pasar los fardos que uno lleve consigo”, recuerda Alicia. Y así se desencadenaban los altercados. “Algunos cobraban según los portes y, cuantos más dieran, más dinero ganaban. Intentaban colarse. Unos se montaban encima de otros, a punto de asfixiarse. En la frontera se han producido muchas muertes”, remacha la mujer.
La tragedia que azota a tantas familias ha incentivado, según su testimonio, el viaje clandestino de regreso a Marruecos de aquellos que han quedado atrapados en la ciudad autónoma. Como telón de fondo, una playa convertida en un escenario trágico: el de quien estuvo a punto de ahogarse y recibe una ayuda, o de quien se aventuró a buscar una nueva vida y ya no contempla volver a la casilla de salida. A esa vía de escape se suma otra nueva: la huida en motos de agua. “La gente lo está pasando realmente mal. Ahora Marruecos no deja pasar a nadie y hay mujeres que están pagando para que las lleven, ilegalmente, en estas motos”, sostiene.
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