La educación especial soporta ratios elevadas y profesionales compartidos
Hay maestros de Pedagogía Terapéutica que atienden a 20 alumnos en institutos y logopedas con una ratio de 15 en adelante
La inversión en Andalucía se recortó un 8% en tres años
En tiempos de crisis, la atención a la diversidad se lleva la peor parte. Y dentro de ella, las necesidades educativas especiales. El presupuesto se recorta -de 2009 a 2012 lo hizo un 8% en Andalucía- y son las familias las que tienen que vigilar por los recursos que sus hijos reciben en la escuela además de compensarlos con terapias externas que, precisamente, no son baratas. En los centros educativos muchos profesionales son compartidos con otros colegios, no tienen una ratio definida, por lo que pueden atender hasta 20 alumnos en un instituto y el estudiante termina recibiendo una sesión a la semana con el logopeda. En otros, las aulas específicas están al máximo de su capacidad o, en el peor de los casos, superan el número de niños establecido por grupo.
"Los padres empiezan un calvario en cuanto inician la escolarización", señala Félix Martín, secretario general de Enseñanza de CCOO Málaga y especialista en Educación Especial. "Tienen que estar pendientes de lo que van a recibir en el aula, en qué circunstancias y luego aportar un apoyo externo porque de otra manera no salen adelante, el tiempo es oro en estos casos, en edades tempranas es donde mejor se actúa", agrega y subraya que "con los recortes se desmoronó lo avanzado, hay un retroceso a lo que ya se había conseguido en la educación especial".
Para Martín, uno de los problemas principales es que "Educación abusa de la figura del PT (Pedagogía Terapéutica) y AL (Audición y Lenguaje) compartido, al no tener definida una ratio de alumnos tienen que compartir centro", incluso entre distintas localidades. El líder sindical también habla de las dificultades de la inclusión cuando el número de alumnos es demasiado elevado para estos docentes. "En centros de Primaria pueden atender de 12 en adelantes y en algunos IES hasta 20, por lo que los tienes que sacar fuera del aula y hacer un grupo aparte, eso no es inclusión, es papel mojado", critica Martín. Los logopedas pueden tratar a una quincena de escolares. También se complican las adaptaciones curriculares. Y hay especialistas en otros campos, como los intérpretes de lengua de signos "que tienen alumnos en cuatro centros distintos, eso no es manera de trabajar", agrega Félix Martín.
También el retraso en la cobertura de las bajas ha jugado en contra de la atención a la diversidad. Los sindicatos llevan varios cursos denunciando que los maestros de apoyo no realizan sus funciones porque tienen que sustituir a sus compañeros ausentes. "Los niños con dificultad de aprendizaje tendrían que tener su profesor de apoyo, pero no lo tienen porque este docente está cubriendo bajas, por lo que se quedan atrás".
En las aulas específicas de los centros se cuenta con un tutor y un monitor de educación especial. Las ratios se establecen según el grupo de alumnos que acoja. Una clase de autismo debe tener, según explica Martín, entre 3 y 5 alumnos, una de psíquicos de 6 a 8, de motóricos de 8 a 10, de plurideficientes de 4 a 6 y de diferentes discapacidades, 5. "Las ratios deberían de cumplirse a rajatabla, hablamos de niños con unas necesidades muy especiales y trabajar con ellos no es fácil", apunta Martín que considera "una barbaridad sobrepasar la ratio de cinco en cada aula". Además, señala que nunca debería de irse a la parte más alta de la horquilla.
Para el especialista, se debería de definir una ratio "sensata que les permitiera trabajar de una forma seria" a PT y AL. En Murcia, por ejemplo, tienen asignados de 8 a 10 niños, cuando en el IES Bezmiliana "tenía 20 el curso pasado". Otra medida sería evitar las concentraciones de alumnos con necesidades educativas que se están produciendo en ciertos centros.
Dos meses con un alumno más de lo debido y menos actividades
El aula específica del CEIP Pintor Félix Revello de Toro ha estado durante más de dos meses con un alumno más de lo marcado -en su límite máximo- para una clase de plurideficientes. Esto ha hecho imposible que se puedan realizar las actividades que se habían marcado en el programa pedagógico, como denunciaron hace semanas los padres ante la Delegación de Educación. Con siete alumnos en el grupo que requieren atención constante, resultaba inviable realizar la salida prevista a la piscina y al supermercado, además de cocinar su propio desayuno e integrar a algunos de los alumnos en un aula ordinaria de referencia. Estas actividades suponían, como apuntaron los progenitores, nociones de autonomía fuera del aula y realización personal que valoran más que los aprendizajes curriculares. Los padres pedían que si había un alumno más en el aula se aumentasen los recursos para que estos menores de entre 5 y 13 años pudieran recibir la enseñanza esperada. Varias familias cambiaron a sus hijos de modalidad para que pudieran desarrollar un programa que, hasta la recuperación de la ratio, no se ha podido llevar a cabo.
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