Chiringuitos de Málaga con historia: “Somos una seña de identidad de Andalucía”

El chiringuito El Ayo, localizado en Nerja.
El chiringuito El Ayo, localizado en Nerja. / M. H.

Málaga/Los empresarios del litoral defienden la figura del chiringuito tradicional como seña de identidad de la Costa del Sol y de Andalucía, por lo que piden considerar estos establecimientos como “zona esencial o específica”, siendo un modelo de negocio que aglutina el 95% de la actividad que se registra en el litoral malagueño, según ha destacado el presidente de la Asociación de empresarios de playas de Málaga, Manuel Villafaina.

La gastronomía vinculada al mar y su peculiar forma de cocinar “al espeto o a la caña de fuego” es una de las particularidades que hacen del chiringuito un elemento diferenciador de otro tipo de restaurantes, con platos característicos comola fritura, el espeto, el pescaíto frito, los arroces o el atún, una cocina extensa y grande”, ha subrayado el representante del colectivo empresarial.

Comer al espeto doradas, calamares, salmonetes, sardinas, boquerones, gambas, langostinos, el pulpo y su pata, eso no se da en otro sitio nada más que en las playas”, ha referido en cuanto a la tradicional forma de preparar los platos. “Son tantas cosas que se hacen hoy en día al espeto, que no se pueden ver en otros restaurantes que no sean un chiringuito”, ha apuntillado el empresario.

Varios comensales en el chiringuito Dolce Vita de Marbella.
Varios comensales en el chiringuito Dolce Vita de Marbella. / Mª Jesús Serrano

“Los chiringuitos tradicionales siguen existiendo y seguimos siendo el 95%” en el litoral malagueño pese a la irrupción de otros modelos de negocio de “semi ocio”, que además de la comida ofrecen “copas” como pueden ser los clubes de playa, lo que en su opinión supone “un 5%” y de los que “muchos están volviendo a lo que eran”.

“Son bares, restaurantes y pubes todo a la vez y ahí sí que perdemos un poco la idiosincrasia y la realidad de lo que es el chiringuito tradicional”, ha valorado Villafaina, apuntando que suelen ser frecuentados por “parte de la juventud”. En este sentido, ha afirmado que “para nada” los beach clubes están desplazando al chiringuito tradicional. “Los hay, pero son mínimos, un 5%”, valorando que “no tiene sentido” que se denominen clubes de playa ya que no dejan de ser “chiringuiteros porque tienen un chiringuito”, aunque no todos funcionan bajo el modelo tradicional.

La zona de chiringuitos de la playa de La Fontanilla, en Marbella.
La zona de chiringuitos de la playa de La Fontanilla, en Marbella. / Mª Jesús Serrano

“Otros se dedican a dar copas por las tardes hasta las 00:00 horas y a tener música más que otra cosa”, lo que bajo el criterio de Villafaina no tiene nada que ver con el chiringuito tradicional. Así, ha asegurado que el modelo instaurado en las costas malagueñas en los años 70 del pasado siglo no está en peligro de extinción: “No nos están desplazando. Cada día estamos más fuertes, somos una seña de identidad de Andalucía. Los espetos se crearon en Málaga y siguen siendo algo importantísimo en la provincia”.

Tanto es así, que en 2020 se propuso declarar al espeto como patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO, y haciendo alusión a una “encuesta” realizada por la Unión Europea (UE) de los principales motivos para visitar la Costa del Sol, el empresario ha señalado que lo primero es “el clima” y lo segundo “la gastronomía”. A ello ha añadido que “el 90% de los turistas que nos visitan, tanto nacionales como internacionales, va a un chiringuito”.

Un espetero preparando un conjunto de unidades.
Un espetero preparando un conjunto de unidades. / Mª Jesús Serrano

Villafaina ha defendido considerar a los chiringuitos como “zona esencial o específica” al ser un “elemento esencial dentro del turismo” y una “seña de identidad”, una propuesta que ya se ha trasladado desde al colectivo en diversas ocasiones a las administraciones y hacer uso de alguna catalogación para estos establecimientos como “emblemáticos y necesarios”. Además, ha agregado la labor que hacen estos restaurantes de playa, que son “la segunda casa del turista, que cuando vienen te dejan las maletas o las llaves para cuando vengan las familias”.

“Los chiringuitos son una necesidad que tienen nuestras playas porque son una seña de identidad. Hoy las playas de Andalucía sin chiringuitos, no serían playas”, ha valorado el presidente del colectivo, quien ha remarcado que es “una tradición que había, que hay y que seguirá habiendo, no se ha perdido”.

El modelo de negocio perdura desde los años 70

El empresario ha recordado que la instauración del modelo tradicional de chiringuito en el litoral malagueño arrancó en los años 70 del pasado siglo, cuando se fundó la asociación que preside, aunque el concepto nació en “las playas catalanas” de Sitges en 1949. Es un “diminutivo” de la palabra “chiringo”, que es “una manera curiosa de servir el café en las costas caribeñas”, una forma de “filtrar un chorrito de agua hirviendo a través de una media”, conocido como “café de calcetín”. Según ha matizado, en sus orígenes y desde las primeras décadas del siglo XX, este tipo de comercios fueron denominados “kiosco de comida o de playa o merendero de playa”.

El chiringuito Los Álamos de Torremolinos.
El chiringuito Los Álamos de Torremolinos. / M. H.

De aquellos años dorados en los que emergió la industria turística en la Costa del Sol, con su germen en la ciudad de Torremolinos, ha asegurado que “perdura la gran mayoría” de establecimientos de playa. De este modo, ha destacado chiringuitos emblemáticos como El Ayo de Nerja, La Roca de Miguel Cerdán o El Sordo en Torremolinos.

Verano azul popularizó la costa malagueña

El chiringuito El Ayo, localizado en Nerja, es uno de los más emblemáticos de la costa malagueña. Abrió sus puertas en el año 1969 al calor del boom turístico en la playa de Burriana, y sus instalaciones fueron elegidas el director de cine Antonio Mercero para grabar la serie Verano azul entre el verano de 1979 y la Navidad de 1980 del pasado siglo, según ha apuntado su propietario, Francisco Ortega.

En el establecimiento se puede degustar “mucha paella, buenos boquerones, fritura o gambas al ajillo” en una carta de “35 o 40 platos” y “comer en la arena y entre cañizos de cañaveral como era antiguamente”, ha destacado el hostelero, recordando que “en Málaga ya había chiringuitos en 1880”. Una de las peculiaridades de su cocina es que “se sigue haciendo la paella con leña”. Sobre los beach clubes ha opinado que “todo el mundo puede caber”, aunque ha matizado que “el extranjero sigue eligiendo el chiringuito”.

El chiringuito El Ayo en una imagen de los años 70.
El chiringuito El Ayo en una imagen de los años 70. / M. H.

El chiringuito La María, localizado en la playa de La Misericordia de Málaga, suma 86 años de antigüedad, un “negocio familiar” con el que continuó Juan Manzano, el gerente del establecimiento hasta la actualidad, y desde el año 1969, en el que tomó el relevo de sus padres y que también sustentan sus hijos y sus nietos.

El hostelero ha recordado cómo el negocio era una “taberna” cuando era niño hasta consolidarse como un chiringuito al uso. Comerciante durante años de un puesto de pescado en el “mercado central”, sus platos se han caracterizado por la calidad de “las sardinas, los calamaritos, las pargas, las lubinas a la sal, los carabineros, el pescado frito o los arroces” para deleitar a un público conformado “en un 70% por clientes españoles y un 30% extranjeros”.

Manzano ha puesto de relieve los “servicios” que prestan estos establecimientos en las playas, además de los gastronómicos, como son los aseos, en detrimento de las zonas costeras donde no hay chiringuitos.

El chiringuito Los Manueles abrió sus puertas en la costa torremolinense en 1968 cuando su propietario, Manuel Villafaina, cambio la discoteca que regentaba por la costa. El local “estaba muy cerca de la playa, e iba todos los días. Me encantaron los chiringuitos y el vivir en la playa con una calidad impresionante, me gustó la idea y puse uno hasta hoy”, ha relatado.

El chiringuito Los náufragos, ubicado en Los Boliches de Fuengirola, se creó en 1968 cuando su propietario, Norberto del Castillo, decidió dejar el mundo de la hotelería por el sector hostelero. “Yo venía de la dirección de hotel un poco agotado y pedí una excedencia”, ha comentado el gerente, quien ha indicado que puso el negocio de playa “por si acaso”, además de discotecas y otras cosas. “A los dos meses dije que no me esperaran, que no volvía”.

Sus platos se caracterizan por cocinar “todo el pescado a la caña”, una “forma distinta y más sana”, quedando “entre asado y cocido uniforme”, mientras que en la plancha “se quema la piel y queda más crudo por dentro”, ha explicado el hostelero, quien ha subrayado que “al comer pescado mirando al mar, parece más fresco”.

El chiringuito Los náufragos de Fuegirola en una imagen de archivo.
El chiringuito Los náufragos de Fuegirola en una imagen de archivo. / M. H.

El chiringuitero -que ha ostentado numerosos cargos en organizaciones empresariales de carácter provincial, regional y nacional-, ha defendido los establecimientos de playa como una seña de identidad de la provincia y de Andalucía, con el que se generan “unos 40.000 puestos de trabajo”, destacando los “servicios” extraordinarios que prestan ya que “en Andalucía hay unos 2.000 aseos públicos”.

Del Castillo ha recordado cómo ha sido la evolución de estos negocios desde sus orígenes: “Antes, chiringuito era una palabra despectiva”, que “ha evolucionado hacia otro nivel”. “Había una actividad de unos 40 o 60 días porque se montaban y desmontaban y era muy difícil su amortización”. “Ni en seguridad ni en higiene podíamos ser muy importantes porque eran instalaciones de chapones y maderas”, una imagen que se ha revertido con el paso de las décadas, pasando a ser uno de los principales reclamos a nivel turístico. “Las playas, sin instalaciones y sin servicios, serían para sufrirlas, no para disfrutarlas”, ha recalcado.

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