"El coronavirus es una pesadilla de la que me desperté, muchos no lo han hecho"
Entrevista a Alfonso Reyes, presidente de la ABP
El presidente de la ABP y ex jugador del Unicaja cuenta cómo ha vivido en primera persona su contagio por coronavirus y la posterior recuperación
Alfonso Reyes es uno más de los más de 100.000 positivos por coronavirus que ha tenido España hasta el momento. Pasaron los días más duros para el ex jugador de baloncesto - del Unicaja entre otros - y ahora presidente de la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP). Decidió hacer un seguimiento público a su caso, lo que dio mucho aliento a otros enfermos. Un proceso de recuperación donde Málaga fue oxígeno. Ahora, cuando ya ve la luz al final del túnel, cuenta cómo ha vivido todo el proceso.
–Empiece por el principio, ¿cuándo nota que pasa algo raro?
–Llevaba con tos seca varios días, pero no me había preocupado. El 13 de marzo me empezó a subir la fiebre y tenía 39 grados. Ahí ya me di cuenta que algo no iba bien y pensé que podía ser el coronavirus.
–¿Se hacía una idea ya?
–Sí porque tampoco soy una persona que se ponga malo a menudo. Me suele durar un día y al segundo ya lo tenía claro.
–Entiendo que le pilla de cerca porque su hermano Felipe estaba en cuarentena después del partido en Milán. ¿Le hace eso estar más en alerta?
–Sí, aunque parece claro que no fue él quien me contagió. Parece que me pude contagiar en cualquier sitio. Te das cuenta de que esto ya estaba entre nosotros y a cualquiera le podía tocar.
–¿En qué momento decide ir al hospital?
–Al sexto día de fiebre. Me hicieron una radiografía de pulmones y estaban limpios. A los tres días volví a ir porque seguía la fiebre y todo. Ahí fue cuando me diagnosticaron una neumonía bilateral y me tuvieron que ingresar.
–¿Qué piensa cuando le confirman el positivo?
–Cuando me ingresan me hacen la prueba, pero da un falso negativo. No supe que tenía la neumonía bilateral hasta que llevaba dos o tres días en el hospital con lo cual tampoco me asusté demasiado cuando me ingresaron. Pensé que era el protocolo y que iba a ser lo mejor y así fue.
–¿Qué síntomas padecía ahora?
–Se pierde el apetito. Yo no perdí ni el gusto ni el olfato ni la medicación me produjo diarrea, que a todos los enfermos se lo hace. Dentro de lo malo, estar en el hospital era una seguridad porque estaba controlado.
–¿Es tan duro como parece?
–Sí, es duro mental y físicamente.
–¿Mentalmente qué es lo peor?
–No saber muy bien a qué te estás enfrentando porque después de tantos días de fiebre, de no poder dormir por la tos ni por el dolor tremendo de cabeza, con que te digan más o menos como va a ir la cosa... Pero no se sabe realmente cómo va a ser hasta que lo pasas.
–¿Tenía la sensación de que hasta los sanitarios iban aprendiendo día a día del virus?
–Totalmente. Desconcierta, aunque la medicación me fue perfecta. Para ellos era nuevo también y no sabían bien cuánto curaba y cómo iba a evolucionar. Es algo que estaban aprendiendo ellos también.
–Decía en ese momento que valoraba mucho las pequeñas cosas.
–Sí, yo lo centré un poco en la comida y en sitios que quiero estar cuando salga de esta. Son cosas muy sencillas que me hacían ilusionarme.
–¿Un símbolo de esperanza?
–Me han ayudado muchas pequeñas cosas, entre ellas esas. Pensar que dentro de poco iba a poder disfrutar de eso.
–¿Ha sentido el apoyo de la gente?
–Sí, ha sido muy importante tener a tanta gente detrás apoyándote y dándote ánimos. Ha sido fundamental.
–¿Por qué decide contar su caso por Twitter [su cuenta es @alfreyes14]?
–En principio fue para ayudarme a mí y liberarme un poco de la enfermedad y liberarme. Luego fui viendo que también podía ayudar a otros enfermos y por eso seguí. ¿Una especie de psicólogo? Sí, sí. Se puede considerar así.
–¿Cuál fue el peor momento? ¿Tuvo miedo?
–Las noches sin dormir con mucha tos, dolor de cabeza y fiebre. He sido realmente consciente de lo que he pasado después de salir del hospital. No sólo son ancianos los que sufren y mueren por esta enfermedad, hay gente joven también
–¿Qué diría que ha pasado?
–El coronavirus es una pesadilla de la que me desperté. Muchos miles no lo han hecho por desgracia.
–¿Cómo está en casa?
–Ya estoy casi al 100% físicamente y mentalmente también, aunque sigo recluido y no es agradable.
–¿Ve la luz al final del túnel?
–Todavía mi vida no es como antes, pero lo será, espero. La reclusión es una consecuencia, la menos importante de todo esto.
–¿Cuál es el mensaje que manda?
–Debemos ser conscientes de que esto no es una gripe, es una enfermedad muy importante y muy grave. A los enfermos le digo que tengan mucha fuerza para acabar con el ‘bicho’. Y que seamos conscientes del dolor que hay en los familiares y allegados a los fallecidos, que parece que a veces nos olvidamos.
–Destacó en su vuelta a casa la labor de los sanitarios.
–Me sanaron y con todos los enfermos están intentando hacer lo mismo. Hacen todo lo que está en sus manos y yo no esperaba menos de ellos.
–¿Notó que le faltaban recursos?
–Cuando yo estuve en el hospital el trato fue espectacular. Sí es cierto que había falta de algunos elementos. Parece mentira que cosas tan elementales, tan baratas. Muy baratas, muy baratas. No es cuestión de dinero, es de planificación. Lo hacían con su mejor cara y profesionalidad, intentando ayudar.
–¿Cambiará mucho la forma de relacionarse entre las personas?
–Pasará un tiempo y volveremos a ser los de antes. También va a ser una crisis económica. Ojalá que no, pero me temo que va a ser ser importante y nos va a afectar.
–En los momentos duros se acordaba mucho de Málaga, ¿por qué?
–Voy mucho allí, recordaba sitios y comidas que he disfrutado allí y tengo ganas de volver a disfrutar. Málaga es mi segunda casa. Jugué allí mucho tiempo y siempre he estado en contacto. Siempre que puedo me escapo para allá.
–¿Qué le engancha?
–Todo. Su clima, su gente, su comida... Todo
–Se cumplen ahora 25 años del subcampeonato de la ACB con el Unicaja. ¿Fue uno de sus momentos más especiales en Málaga?
–Sí, lo más importante que vivimos en Málaga. Sí, efectivamente, parece que no, pero hace tiempo ya.
–Se habla de la reanudación del deporte, pero parece secundario.
–Totalmente. Primero es garantizar la salud de los deportistas y hasta que no sea así no debería retomarse ninguna competición.
–¿Ve viable que se vuelva a jugar?
–No lo sé, no tengo ni idea. Es complicado, pero no soy nadie para poner plazos.
–Como presidente de la Asociación de la ABP, ¿cuál es su postura sobre los ERTES?
–La primera es que la salud de los deportistas esté garantizada y en lo segundo nuestros abogados están trabajando para enviarle toda la información a los jugadores para esta situación. Cada club es un mundo y se han optado por diferentes fórmulas y siempre que sean legales, serán los jugadores los que también tienen que dar el visto bueno a lo que está ocurriendo.
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