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La escasez y el alto precio del aceite de girasol tensa a fábricas y hosteleros

Economía

Comprar un litro de aceite de girasol ya cuesta 2,5 euros y seguirá subiendo ya que el 85% del producto llega a España desde Ucrania y Rusia

El aceite de oliva también será más caro por el previsible aumento de la demanda

Un cartel en un supermercado de Málaga avisando del límite en el aceite de girasol. / Javier Albiñana
Ángel Recio

16 de marzo 2022 - 06:10

Málaga/Apenas hay aceite de girasol en los estantes de los supermercados, hasta el punto de que se está racionando. Esta situación, que a priori podría parecer casi una anécdota si hay disponible otro tipo de aceites para el consumidor, está tensando sobre manera a los distribuidores, a los fabricantes de productos alimentarios o a los negocios de hostelería, entre otros colectivos, que lo utilizan como materia prima básica para trabajar. El litro de aceite de girasol ya está a 2,5 euros y se espera que en breve supere los 3 euros, igualándose al litro de aceite de oliva, algo que no había ocurrido nunca.

El 65% del aceite de girasol que se consume en España llega de Ucrania y un 20% de Rusia. Los dos mercados están cerrados por la guerra entre ambos países, por lo que se ha cortado el grifo de suministro prácticamente de raíz. Hay otro 15% que se produce en España y se hacen algunas importaciones de Argentina o Brasil, pero éstos países están vendiendo principalmente en Sudamérica.

El aceite de girasol es un producto básico para los envasadores, por ejemplo, de atún u otros productos similares; para los fabricantes de bollería industrial (dejaron el de palma tras la mala fama que adquirió y se pasaron al girasol); o para los restaurantes. “Hay mucha demanda y no hay producto. Nos está costando Dios y ayuda encontrar algo y muchas veces ni siquiera la compramos porque nos piden unos precios tan altos que luego nosotros no lo vamos a poder vender”, explica Sergio Cuberos, propietario de la cadena de supermercados Maskom y presidente de la Cámara de Comercio de Málaga.

Plantas de envasado, bollería industrial o restaurantes usan el aceite de girasol

El problema, además, va para largo. En estos momentos tenían que estar cosechando girasoles en Ucrania para la próxima campaña pero, lógicamente, la prioridad de los ucranianos ahora es sobrevivir a los bombardeos rusos y defender su país. Por tanto, no hay aceite para ahora ni se espera para el año que viene.

Para evitar esa dependencia hay dos opciones: plantar más girasoles en España y tener una producción propia o importar de otros países. Se quiere potenciar la producción nacional, pero el resultado no se consigue de un día para otro. Hay que quintuplicar la superficie actual de plantación de girasoles para poder hacer frente a la demanda española, utilizar terrenos que ahora estén en barbecho o tengan otros usos y empezar a plantar, de forma que incluso en ese caso la cosecha se obtendría el próximo año.

Estantes vacíos en un supermercado. / Javier Albiñana

Los distribuidores de aceite de girasol tienen pocas reservas, las que poseen las venden a precios muy altos y, normalmente, al mejor postor. Las grandes industrias conserveras y de otros sectores tienen las de ganar porque pueden comprar el aceite a granel y el distribuidor se ahorra el coste de embotellarlo.

Otros distribuidores consultados por este diario remiten al comunicado que envió la Asociación Española de Distribuidores (Asedas) el pasado 5 de marzo en el que se señala que se ha limitado la venta de aceite de girasol “debido a un comportamiento atípico del consumidor”. En esta patronal afirman que “la demanda anómala afecta a un número muy limitado de productos relacionados con el aceite de girasol procedente de Ucrania y existen alternativas tanto de origen como de producto”. También precisaron que “las instituciones europeas, el Gobierno y los sectores más directamente afectados están adoptando medidas para paliar esta situación concreta”.

Se quiere impulsar la plantación de girasol en España, pero eso requiere un tiempo

Málaga es una de las zonas más afectadas porque la hostelería es uno de los puntos fuertes de su economía. Manuel Villafaina, presidente de la Asociación de Empresarios de Playas, destaca la dificultad por la que están atravesando los propietarios de los chiringuitos, que fríen con aceite de girasol porque, según afirman, es insípido y evita disminuir el sabor real del pescado. “El aceite de girasol es muy importante para nosotros y esta subida de precio nos está viniendo fatal. En mi establecimiento, por ejemplo, ya estamos gastando 200 euros a la semana en aceite de girasol”, comenta Villafaina, quien ve “una barbaridad” que este producto ya haya superado los dos euros por litro.

Villafaina lamenta que está subiendo el coste de todo, desde la gasolina hasta la verdura, pasando por la luz o el pescado aunque quiere mostrarse optimista, al menos, con el aceite. “Creo que todo se va a solucionar. Tendremos que utilizar otro tipo de aceites y buscar en otros países”, señala, aunque también es consciente de que cada vez es más difícil obtener beneficios, la base de cualquier empresa. “Nosotros no subimos el precio de la carta o lo hacemos muy poco porque no queremos que los turistas empiecen a decir que somos caros, aunque es difícil mantener servicio, calidad y precio con estos costes y si no hay beneficio la única opción es subir el precio de los platos o cerrar”, subraya.

Hay chiringuitos que ya están pagando 200 euros a la semana por este tipo de aceite

“Ya veníamos sufriendo en los últimos meses una escalada de precios que iba contra la facturación y ganancias de las empresas, y ahora se está multiplicando”, critica Javier Frutos, presidente de la patronal hostelera malagueña Mahos, quien añade que “sólo tenemos que ver dónde está la inflación, por encima del 7,4% en febrero, mientras que en la hostelería ligeramente por encima del 3%. Este desfase obviamente es muy dañino para el sector. Además, se está empezando a dar una escasez de productos básicos para la actividad, como el aceite de girasol, que es usado a diario para freír en muchos negocios”.

El principal problema es que esta situación no se resuelve a corto plazo sino que va a perdurar en el tiempo y va a tener más repercusiones. Cuberos, por ejemplo, señala que “no va a faltar aceite de oliva porque tenemos mucha cosecha en España, pero el precio sí va a subir porque habrá más demanda”. Al final, el cliente, sea un ciudadano o una empresa, tendrá que pagar más y esa cuerda se puede romper en cualquier momento.

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