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Los espetos de Málaga se resisten a la inflación

Economía

Los chiringuitos de El Palo capean el temporal inflacionista y evitan disparar el precio de las sardinas

A la playa con la nevera para cuidar el bolsillo

El espetero de Restaurante Victoria prepara unas sardinas sobre las brasas / Javier Albiñana
Luis Vertedor

20 de agosto 2022 - 06:19

Málaga/Al borde del medio día, cientos de personas comienzan a reunirse en torno a los chiringuitos del paseo marítimo de El Palo en busca de sitios libres. El tiempo apremia, los sitios disminuyen y algunos clientes empiezan a impacientarse. A unos pasos sobre la arena, los espeteros llevan horas trinchando sardinas y dejando actuar a las brasas. En pocos minutos, habrá docenas de platos con pescaíto en la mayoría de las mesas. Una vez acomodados en las sillas y resuelto el primer escollo, ahora la incógnita es otra para los comensales: ¿cuánto cuesta un espeto?

En los merenderos, conscientes de la repercusión de la inflación en los bolsillos de sus clientes, lo tienen claro. Prefieren capear el temporal. "Tanto este año como el pasado el espeto está a 3,50 euros", afirma Jesús Garrido, regente del Restaurante Gabi. "El que viene, ya veré...". Eso sí, los espetos para llevar "han subido 50 céntimos", remacha.

Para los establecimientos, calcular el costo de las sardinas, a diferencia del de otros pescados y mariscos, es más difícil, ya que van estrechamente relacionados con la cantidad de capturas del día anterior. O, en otras palabras: dependen de la ley de la oferta y la demanda.

"Los ejemplares más grandes, cuando suben, lo hacen por mucho tiempo; las sardinas suben y bajan más rápido", explica Antonio Jiménez, de Restaurante Victoria. Aunque el asunto tiene más aristas de lo que en un principio pudiera parecer: los especímenes de piscifactoría -como la dorada, la lubina o el pargo- tradicionalmente acusan menos este incremento que los salvajes -como el dentón, la urta o el sargo-. Una dinámica alcista que comparten los cefalópodos, que han llegado a doblar su coste en los últimos meses.

Un trabajador de El Tintero trincha sardinas en un caña para hacer un espeto / Javier Albiñana

Es por esto, unido a que cada cual tiene proveedores distintos, que desde el Puerto de El Candado y hasta Pedregalejo el sentir respecto a la subida cambia según dónde se pregunte. "Hemos pasado de unos 10 a 12 euros la caja de sardinas -normalmente rondan los 5 o 6 kilos- a 30", explican en Los Parales. Un encarecimiento que también notan los trabajadores de 7 Mares: "Antes comprábamos la caja a 25 euros; ahora a 35". Y también en Restaurante Antonio: "El año pasado estaban tiradas; hoy, carísimas. La caja llega a 30, 40 o incluso 60 euros". Una escalada a la que además hay que añadir materias primas como la leña.

No obstante, la guerra de los espetos continúa, y aunque lejos quedan las bajadas masivas de precio en busca de turistas con espetos hasta a un euro, los camareros continúan mirando de reojo los carteles de tiza de la competencia cada mañana para modificar o no los suyos.

El verdadero late motiv de los espetos reside en atraer a cuanto más comensales sea posible y en intentar no ir a pérdidas para a continuación sumar beneficios con los productos añadidos: las bebidas y el resto de platos que los clientes puedan pedir. Ahí está la clave.

Es por esto que en la mayoría de los restaurantes de la costa el precio de venta de los espetos es similar. El Narval, Canta el Gallo o Los Marengos lo venden a 3 euros, lo que supone una subida de apenas 50 céntimos respecto al pasado verano. En otros tantos, como la Lonja o Victoria, tras aplicar la misma subida, rondan los 3,5 euros. En El Zagal llegan a los 4 euros por ración. Más, no. A excepción de en El Tintero, donde suben de 7,5 a 8 euros porque son de mayor tamaño

Algunos locales, como es el caso de El Zagal, han optado por limitar la cantidad de sardinas que venden porque "son tan caras que no compensan". "Tenemos que destinar una cantidad de dinero ingente y, si por cualquier motivo no se venden, tenemos un problema", explica el dueño del local, Antonio Jiménez. Además, la regencia de este establecimiento ha decidido seguir la misma práctica en lo referente a los pescados de mayor tamaño: "Han subido un poco, pero preferimos mantenerlos para que a la gente no le parezca demasiado caro comer pescado a la brasa".

Con todo, y pese al azote de la inflación, aquellos que lo deseen podrán desplazarse hasta su chiringuito preferido y disfrutar de los espetos de sardinas de El Palo a un precio económico.

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