Estudiantes y músicos de Málaga, una relación sin afinar
La Ley Celaá obliga a cambiar las matrículas de Bachillerato Musical a mitad de curso
“Están desprestigiando nuestro trabajo y jugando con nuestro futuro”
Málaga/"Es desmoralizador e injusto”. “Estoy desmotivada porque no se nos ha tenido en cuenta, están desprestigiando nuestro trabajo”. “Llevo años renunciando a mi tiempo libre para que ahora no sirva para nada”. “Me están quitando el derecho a la educación”. Estudiantes de música cargan con sus mochilas y sus instrumentos mientras deambulan por los pasillos del Conservatorio Profesional de Música Gonzalo Martín Tenllado de Málaga. Estas son las conversaciones que mantienen entre ellos tras la entrada en vigor este mes de la nueva ley de educación (Lomloe). La decisión los ha dejado fuera de juego y los que han salido más perjudicados han sido los alumnos de 5º de Estudios Profesionales de Música o Danza (EE.PP). La mayoría de ellos combinan la carrera en el conservatorio con el Bachillerato Musical, la opción que les permitía matricularse a tiempo parcial en el instituto cursando las asignaturas troncales y una optativa de las tres existentes en cada modalidad. Ahora se ven obligados a modificar su matrícula si quieren obtener los dos títulos.
La nueva ley de educación, conocida como la Ley Celaá, determina que el Bachillerato Musical únicamente se podrá cursar en la modalidad de Arte. Una moratoria permite que los alumnos de segundo queden exentos de la norma este curso, pero los de primero deben adaptarse a mitad de año, comenzado el segundo trimestre. Ante este reglamento, la Junta de Andalucía ha planteado dos opciones, que a efectos prácticos quedarían resumidas de la siguiente manera. La primera es que el alumno de primero de Bachillerato Musical que se encuentre en la modalidad de Humanidades, Tecnológico, Ciencias o Sociales y pretenda obtener el título en esta modalidad renuncie a la parcialidad y recupere la materia de la que quedó exento. Opción que consideran inviable. La otra alternativa que tendría sería modificar su modalidad y realizar la asignatura optativa de Arte. ¿Cuál es la opción viable?, “dejar el Bachillerato”, responden prácticamente al unísono cinco estudiantes afectados. “Estudiamos en el IES Mare Nostrum por la cercanía con el conservatorio. Si nos tuviéramos que desplazar, sería imposible llegar a clase. Durante la mañana vamos y volvemos del instituto al conservatorio varias veces”, explica Pilar Nieto, una violinista de 17 años afectada. Un panorama oscuro que se resuelve ligeramente para esta generación, ya que de manera excepcional la directiva de su centro educativo impartirá este curso Fundamentos del Arte I, la optativa de Arte. Un gesto que agradece el alumnado.
“Nos parece ridículo que consideren que por ser músicos debemos estudiar Arte en el instituto, cuando no tiene nada que ver la materia que se imparte”, indica Lucía Padilla. Está en primero de Bachillerato y en 5º de EE.PP de la especialidad de violonchelo. “Ya se nos hace difícil compaginar las dos cosas, si llego a saber que la única manera de mantenerlo es realizando estudios de Arte, los cuales me reducen las posibilidades de elegir grados universitarios, me lo hubiera pensado”. Desde esta semana, los alumnos han sido eliminados de las asignaturas optativas que cursaban en el sistema informático de Educación. Escoger una de las dos opciones resulta una tarea compleja. “No podemos dejar la música ni realizarla de manera parcial a estas alturas. Si aparcásemos durante un año quinto de profesional, cuando quisiéramos retomarlo deberíamos hacer una prueba de nivel. Eso nadie lo hace, es prácticamente imposible”, indica Lucía. La otra opción, que sería dejar el Bachillerato queda anulada, ya que se necesita este título para acceder a los Estudios Superiores, el nivel de enseñanza posterior a 6º de Profesional.
“Mi rutina es estresante, provoca ansiedad. La sociedad cree que por estudiar música no hacemos nada y realmente hacemos el doble. Recriminan nuestra ausencia en ciertas materias”. Esta reflexión la hace Susana Mancera, está en segundo de Bachillerato y en 6º de EE.PP, cursando las especialidades de violín y canto. Está matriculada de 15 asignaturas entre las dos líneas de estudio, cuando ordinariamente se cursan 11 en un año. Susana planea su futuro en Bruselas, especializándose en jazz y música contemporánea.
Escogió la modalidad de Humanidades en el instituto porque paralelamente siempre soñó con ser universitaria y hacer alguna carrera de idiomas. Mancera dejó Bachillerato cuando cursó la primera especialidad, y ahora lo está recuperando. “Es un camino difícil académicamente, en el que además tienes que lidiar desde pequeña con comentarios como `eso no tiene futuro laboral´ que desmotivan. Es duro comprobar el desconocimiento que tienen en los centros educativos sobre el Bachillerato Musical, cuando es obligatorio que ofrezcan la dualidad pero algunos no saben de qué les estás hablando”.
A José Antonio Cortés le sonó el despertador bien temprano. Llegó al instituto a las 8:15 y hasta las 20:00 estuvo compaginando los estudios académicos con los musicales. “Voy al instituto para dar dos horas, después aprovecho el recreo para desplazarme al conservatorio para mis clases de flauta, pero tengo que regresar para dar Filosofía. Ya la tarde la paso en el conservatorio y cuando vuelvo a casa tengo que ponerme al día con los deberes y estudiar para los exámenes”.
José Antonio tiene 17 años, está en 5º de EE.PP y en el Bachillerato Musical de Ciencias, porque no descartaba dedicarse a las matemáticas en un futuro, aunque ahora deberá renunciar a algunos de sus sueños. Su día a día es similar al de 70 malagueños, como es el caso de su compañera Lucía Caparrós. Su instrumento es el clarinete y cambió de instituto este año para poder compaginar ambas carreras en la modalidad de Humanidades. Ahora siente que podría haberse quedado con sus compañeros de siempre al tener que renunciar a la parcialidad.
El sentimiento de indignación se mezcla con la actitud desmoralizante en aulas que conforman el templo de la cultura. “Elegimos este complicado camino porque tendría una gran recompensa aunque solo fuera a nivel personal. Ahora nos vemos totalmente desmotivados”, reflexiona el oboísta Francisco Berrocal de primero de Bachillerato. “Estamos hartos de que solo se valore la cultura cuando se tocan bien las palmas. Nuestro talento va más allá, esta es la cuna del conocimiento artístico”, indica Susana. Los músicos han dejado su creación durante unos días, han pausado las melodías y los ritmos para emplear todas sus fuerzas en la búsqueda de la justicia, el reconocimiento y la honestidad. Este miércoles pararon las clases en el centro para manifestarse ante la situación.
Están dispuestos a seguir ejerciendo medidas de presión hasta al menos conseguir que la moratoria se extienda a los alumnos de primero. Lo podrían decir más alto, y por supuesto que lo podrían cantar, tocar e incluso componerle una partitura, pero no podrían decirlo más claro: “Sin educación no hay cultura y sin cultura no hay arte”.
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