La UMA: Una cuestión de excelencia

20 AÑOS DE 'MÁLAGA HOY'

A pesar de sus problemas de financiación y de la llegada de instituciones privadas, la UMA ofrece su mayor talento para hacerse necesaria a ojos de su ciudad

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Estudiantes en la Facultad de Comercio y Gestión de la Universidad de Málaga. / Javier Albiñana

Málaga/EL pasado mes de diciembre, el catedrático de Química Teodoro López Navarrete fue elegido nuevo rector de la Universidad de Málaga con el 53,90% de los votos ponderados. Poco después, en febrero de este año, la institución académica aprobó su presupuesto con una prórroga de las cuentas de 2023 para la adaptación a una situación financiera difícil que el consejero de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, José Carlos Gómez Villamandos concretó entonces en una deuda de 25 millones de euros. Tal decisión implicaba una reducción en el gasto de 28 millones, un 9% del presupuesto, lo que dejaba a la UMA en una situación comprometida aunque necesaria para garantizar su futuro. En un contexto marcado por el interés de numerosas instituciones privadas en abrir sus sedes en Málaga, la resolución de esta coyuntura resulta vital: ante una fuerte demanda de estudiantes, la Universidad de Málaga necesita crecer con, por una parte, nuevas infraestructuras (como las ya previstas para las Facultades de Turismo, Filosofía y Letras y Ciencias) y, por otra, con la dotación suficiente de recursos para la ocupación de infraestructuras ya disponibles (como la sede del Rectorado ubicada en la ampliación de Teatinos). Si bien la Asociación de Universidades Públicas de Andalucía dio el año pasado el visto bueno al modelo de financiación propuesto por la Junta de Andalucía para el periodo 2023-2027, la aprobación y aplicación de la definitiva ley de financiación de las universidades sigue siendo una prioridad para estas instituciones.

Con más de 35.000 alumnos y 2.400 profesores, la UMA oferta 60 titulaciones de grado, más de 40 programas de doctorado, más de 50 másters y 30 titulaciones propias, así como un centenar de cursos durante el año académico. Las enseñanzas se imparten en 24 centros por profesores adscritos a 81 departamentos. Según los datos de Universia, la UMA cuenta con 278 grupos de investigación que participan en 180 proyectos nacionales y 30 proyectos europeos o internacionales. En los últimos años, el número convenios y contratos con empresas o entidades ha oscilado entre 350 y 400 y se han registrado una media de más de cincuenta patentes anuales, de las que un tercio tienen carácter de patente internacional. La historia de Málaga en el último medio siglo no se entendería sin la de su Universidad, fundada en 1972. Tal y como expresaba la antigua rectora Adelaida de la Calle, la transformación experimentada por la capital en los últimos años nunca se habría dado sin los profesionales que la institución ha puesto al servicio del territorio mediante la formación más rigurosa y actualidad. Pero ha sido en los últimos años, con el posicionamiento de Málaga entre las grandes ciudades tecnológicas de España y Europa, donde esa alianza ha cristalizado de manera especial: si la UMA y el Málaga TechPark han sido colaboradores destinados a entenderse desde la fundación del segundo, es ahora cuando los lazos adquieren una visibilidad extraordinaria.

En palabras de Teodoro López tras su nombramiento como rector: “Yo creo que siempre hemos tenido una relación privilegiada con el histórico Parque Tecnológico. Estoy orgulloso de la colaboración que se ha tenido hasta ahora y en el mandato que iniciamos lo único que puede hacer es seguir creciendo y consolidándose. Últimamente hemos firmado acuerdos con Vodafone y con Google, pero aquí hay que hacer énfasis en lo social porque se hace y tal vez no sea tan conocida. La transferencia del conocimiento en el ámbito de las sociales, de las humanidades y de las jurídicas es la que antes percibe a la población y antes se beneficia una ciudad porque el conocimiento que viene de esas ramas también es importantísimo”. Tampoco la definición de la Málaga tecnológica se entendería sin el desarrollo estratégico de la Universidad en los últimos años. Los frutos de este entendimiento son, por otra parte, evidentes: el 80% de los graduados de la UMA encuentran trabajo durante los tres años posteriores a la finalización de sus estudios, un porcentaje que asciende de manera notable en el sector tecnológico.Pero también la Universidad de Málaga puede resultar crucial a la hora de contribuir a resolver los principales retos a los que se enfrenta la provincia en su conjunto de manera inmediata. Más que un lema al uso, más que un mero modus operandi, la sostenibilidad entraña una exigencia en un contexto climático adverso que amenaza con poner a prueba nuestra convivencia en un plazo cada vez más reducido. Y no es poca la responsabilidad que la UMA tiene, como generadora de talento, a la hora de dirigir el mismo en la exploración y desarrollo de procedimientos eficaces para hacer de la sostenibilidad medioambiental una realidad notoria y contrastada.

Del mismo modo, los efectos menos deseables del crecimiento turístico, con una evolución social complicada a base de poblaciones locales desplazadas y dificultades crecientes en el acceso a la vivienda, entraña una oportunidad para hacer de Málaga un laboratorio social para su Universidad inclinado a la excelencia, esto es, a la resolución de problemas. Si la relación entre Málaga y su primera institución académica ha estado sometida a lo largo de este medio siglo a demasiados vaivenes, olvidos y desaires, es ahora cuando ambos hemisferios parecen necesitarse más que nunca. Habiendo tanto en juego, también el futuro de Málaga merece ser diseñado por quienes más competencias y conocimiento atesoran.

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